
Como gobernador tuvo un verdadero plan y programa de gobierno, pensado para las siguientes generaciones y no las próximas elecciones ni los negocios sexenales
Este martes 31 de diciembre de 2024 falleció el Dr. Samuel Ocaña García, exgobernador de Sonora (1979-1985) y reconocido médico, a los 93 años.

El Dr. Ocaña es un caso muy particular de la política sonorense, puesfue muy respetado entre la clase política y la población en general, dio un importante impulso a las instituciones culturales, fue un gobernador cercano a la gente y no inició su carrera en el PRI, sino en una organización de carácter marxista, el Partido Popular Socialista.
Samuel Ocaña García nació en Arivechi en 1931. Provenía de una familia de escasos recursos, por lo que cuando migró a Hermosillo para terminar su educación básica, tuvo que ingresar al internado para hijos del ejército “Coronel J. Cruz Gálvez”. También se empleó como obrero en la maquila “Textiles Sonora”, donde se dedicaba a la fabricación de manta, mezclilla y toallas. Ahí fue miembro fundador del primer sindicato de textiles en el estado (quizás ahí inició sus inquietudes socialistas).
Se mudó a la Ciudad de México para seguir sus estudios e ingresó a la Escuela Superior de Medicina Rural, en el Instituto Politécnico Nacional, por lo tanto a diferencia de muchos otros políticos del PRI, es Burro Blanco (IPN) y no Puma (UNAM). Por esos años conoció al expresidente Adolfo de la Huerta, con quien tuvo la oportunidad de trabajar durante los últimos años de vida del revolucionario guaymense.
Samuel Ocaña García egresó como médico pero decidió no detenerse, así que en 1958 ingresó al Instituto Nacional de Neumología, donde se especializó en neumología y cirugía del tórax. A la par, dio clases en la UNAM. También inició su carrera política al ingresar al Partido Popular Socialista (PPS), encabezado por Vicente Lombardo Toledano, un sindicalista brillante que perteneció a un grupo al que apodaron “Los siete sabios de México” .
Durante esos años de su vida, el ya Dr. Ocaña, se reivindicaba marxista y participaba en distintas actividades de su partido (el PPS). Sin embargo esto llegó a su fin durante una huelga de mineros en Coahuila. Se sumó a los esfuerzos por ayudar a aquellos trabajadores, pero se desencantó del PPS porque mientras el Dr. Ocaña y otros buscaban dinero, alimentos, cobijas, zapatos y demás víveres para los mineros, el líder del partido Vicente Lombardo Toledano se encontraba en Europa para asistir a unos congresos. En la mentalidad del joven Dr. Ocaña, la lucha por la emancipación de los trabajadores al lado de ellos, y no en congresos en Europa. Cuando los mineros marcharon a la Ciudad de México, fueron recibidos por el Dr. Ocaña y otros compañeros, pero Vicente Lombardo Toledano los dejó plantados pues seguía en su viaje por el viejo continente.
El Dr. Ocaña renunció al PPS y al marxismo. Pero también renunció a la Ciudad de México, terminó su especialización médica y en lugar de quedarse en la capital, decidió que era tiempo de terminar con su exilio y regresó a Sonora. Dejó la gran ciudad, para cambiarla por la tranquilidad que ofrecía la ciudad de Navojoa, donde se estableció en 1961. Ahí fundó y dirigió el Hospital Regional de Neumología y Cirugía del Tórax y también fue profesor de biología de la Universidad de Sonora, campus Navojoa. También ingresó al PRI y fue director del Centro de Estudios Políticos Económicos y Sociales (CEPES).
Era un respetado vecino en la “Perla del Mayo”. Por ello, su partido lo candidateó como alcalde en 1973, Quizás lo más ejemplar, o al menos lo más anecdótico, de su administración fue un misterioso asesinato de una persona que apareció muerta en las calles… Y ya que el Dr. Ocaña era médico, decidió practicar la autopsia él mismo. Al revisar el cadáver, además de encontrar rastros de tortura, notó que el fallecido tenía marcas de esposas en las muñecas, ¿Y quién tenía esposas en Navojoa en aquellos años? El Dr. Ocaña no tardó en comprender que uno o más policías habían estado implicados ¡Sus policías! Pidió apoyo a las autoridades estatales y con la fuerza judicial mandó detener a todo el cuerpo policiaco. Hubo interrogatorios y eventualmente unos jefes de policía soltaron la sopa: fueron ellos los responsables del crimen.
Tenía una sólida reputación y en 1976 fue nombrado secretario de Gobierno por el gobernador Alejandro Carrillo Marcor, quien por cierto también había sido miembro del PPS décadas atrás. Tres años después, el Dr. Ocaña fue elegido candidato al gobierno del Estado de Sonora. Durante su gobierno creó diversas instituciones educativas y culturales como el museo y centro INAH, El Colegio de Sonora, el Centro de Estudios Superiores del Estado de Sonora, la Sociedad Sonorense de Historia, el Centro Ecológico entre otras. También fue el primer gobernador del PRI que comparte su gobierno alcaldes del PAN en dos municipios importantes: Adalberto Rosas López en Cajeme (1979-82) y Casimiro Navarro en Hermosillo (1982-85).
Después de concluir su mandato en 1985, su partido lo eligió delegado en Sinaloa y después subsecretario de la Reforma Agraria así que volvió a vivir a la Ciudad de México. Regresó a los pocos años y el entonces gobernador Manlio Fabio Beltrones lo nombró director del Centro Ecológico. Después, en 1997 se candidateó como alcalde en su natal Arivechi (y como era del PRI pues claro que ganó).
Terminó su presidencia municipal al iniciar el nuevo siglo. Luego, rector de la Universidad de la Sierra. Sin embargo, no duró mucho en el cargo pues entró en conflicto con el gobernador Eduardo Robinson Bours, a quien se opuso cuando aquel pretendió vender la Escuela Internado J. Cruz Gálvez para construir un centro comercial, decisión que el Dr. Ocaña combatió, entre otras cosas, por haber sido un internado en aquella escuela. Al final se logró mantener el histórico inmueble (continúa ahí, aunque asediado de vez en cuando por los promotores de la «modernidad»).
El Dr. Ocaña seguía viviendo en Hermosillo y es una autoridad moral en la política regional. A diferencia de otros políticos no estaba en la opulencia, no vive en un lugar exclusivo (su casa estaba en la colonia Centenario), y sus espacios de convivencia no son muy distintos a los del sonorense promedio (no era extraño encontrarlo en el Café Elvira en el Mercado Municipal o en el Ley).

Cuando cumplió 90 años, Bulmaro Pacheco le hizo esta semblanza:
Samuel Ocaña
Era diciembre de 1978. Se presentaban los prolegómenos de la sucesión de gobernador en Sonora. Tanto en la Secretaría de Gobernación como en el CEN del PRI se analizaban los nombres de aspirantes; eran varios: Por su cercanía al presidente José López Portillo, el primero en la lista era Salomón Faz Sánchez, a la sazón dirigente nacional de la Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad; Francisco Vizcaíno Murray, Director de Uranio Mexicano; César Tapia Quijada, diputado federal; Alicia Arellano Tapia, ex diputada federal, senadora y ex alcaldesa de Magdalena; Ernesto P. Uruchurtu, ex regente de la Ciudad de México; y Samuel Ocaña, presidente del CDE del PRI.
Dice Ocaña: “A mediados de diciembre, fuimos convocados con el delegado general del PRI, Florencio Salazar, a platicar a la Ciudad de México con el dirigente nacional del PRI Carlos Sansores Pérez. Ahí nos dijo que el candidato para Sonora sería el ex regente Ernesto P. Uruchurtu […] Y que estuviéramos pendientes en los primeros días de enero para la expedición de la convocatoria”.
“Días después nos volvió a citar, solo para decirnos que no, que no era Uruchurtu, y que nos veríamos a principios del año (1979) para seguir analizando el caso Sonora; que estuviéramos pendientes”.
Uruchurtu —nacido en 1906 en Hermosillo— estaba por cumplir 73 años. Contaban allegados a Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación que cuando Don Jesús citó a Uruchurtu en diciembre de 1978 para platicar sobre Sonora y sondearlo, al llevarlo a la salida notó que Don Ernesto se veía cansado, que rengueaba de la pierna derecha y arrastraba el pie al caminar. Ese detalle, quizá le bajó la emoción a sus promotores y fue descartado de la carrera por la gubernatura.
Era cuando se decidían juntos los estados de Colima, Campeche, San Luis Potosí, Querétaro, Nuevo León, Guanajuato y Sonora.
En sus memorias Mis tiempos (p.790), dice el ex presidente López Portillo: “También tengo que resolver con el partido el caso de Sonora. ¿Quién debe ser el candidato: ¿Uruchurtu, Ocaña, Faz, Tapia, la Arellano, Vizcaíno? ¿Quién? Los demás casos ya los tenemos resueltos”.
Samuel Ocaña, como dirigente estatal del PRI iba y venía a la Ciudad de México. Se hospedada en el Hotel Corinto —un hotel de 300 pesos la noche—, aledaño a la CTM y cerca del Monumento a la Revolución.
Dice: “Un día llegó temprano al hotel un enviado de la Secretaría de Gobernación para decirme que esa noche me esperaba en audiencia el secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles. De inmediato me preparé y acudí a la cita. A la entrada del viejo edificio de la calle de Bucareli ya me esperaba un auxiliar del secretario para llevarme a la antesala del despacho, de inmediato me hicieron pasar con él y lo que me dijo después de hacerme algunas preguntas sobre la política en Sonora y los saludos de rigor, fue: ‘Mañana lo espera el señor presidente José López Portillo para platicar con usted de Sonora. La cita es a las 9 de la mañana en su despacho de Los Pinos’”.
“Al otro día ya estaba yo en Los Pinos después de pasar los filtros del Estado Mayor Presidencial, y un oficial me llevó directamente al salón donde despachaba el presidente, a quien le di un gran abrazo”.
—¿Usted es Samuel Ocaña, el presidente del PRI en Sonora?
—Sí, señor Presidente.
—¿Usted es egresado del Politécnico Nacional?
—Sí, señor presidente, de Medicina Rural.
—¿Y cómo ve las cosas en Sonora?.
—Esperando las decisiones del partido, presidente. Estamos bien y vamos a ganar bien. Puede usted estar seguro que sacaremos bien las cosas.
—¿Cómo ve usted a Salomón Faz? —le preguntó el presidente—.
—Excelente ser humano, sería muy buen candidato —contestó Ocaña—.
—Me lo han golpeado mucho, porque es de Coahuila y porque no tiene una gran carrera política, porque trabajó en Mexicali, pero es un gran líder y es mi amigo. Se lo encargo” —le dijo el Presidente—.
—¿Conoce a Pancho Vizcaíno?.
—Sí, presidente, un buen profesional un buen sonorense.
—¿Y a Alicia Arellano?
—Excelente mujer, con una gran carrera política. Ya fue senadora y diputada federal, también presidenta municipal de Magdalena.
—¿Y a César Tapia Quijada?.
—También, un gran profesional con prestigio político y académico.
—¿Alguna recomendación Doctor Ocaña? —le espetó el presidente—.
—En Sonora estamos listos para ganar con quien usted sienta simpatía y con el que el partido decida que vamos a competir, presidente.
Era ya la tercera semana de enero de 1979 y me despedí del presidente pensando sobre lo que habíamos platicado, dice Ocaña.
“Al día siguiente invité a Albita, mi esposa, al cine a la función nocturna ahí por la avenida Reforma y no nos dio tiempo de escuchar los noticieros, sobre todo el de 24 horas de Jacobo Zabludovsky, de Televisa. Zabludovsky había informado que el dirigente nacional del PRI, de gira por el sureste, había informado en una entrevista, que el candidato del PRI para Sonora era Samuel Ocaña, dirigente estatal del PRI”.
“De inmediato muchos sonorenses, sabiendo que estaba hospedado en el Hotel Corinto, se desplazaron hacia allá para buscarme, y resulta que yo todavía no llegaba del cine. Sorpresa que me llevé al llegar y el revuelo que la noticia causó en Sonora y la Ciudad de México”.
Ese mismo año Salomón Faz fue postulado candidato a diputado federal; César Tapia culminaba su período como legislador en la XLVI Legislatura; y Alicia Arellano sería candidata a la presidencia municipal de Hermosillo.
¿Cómo fue que se cambió la decisión sobre Hermosillo, si ya se sabía que el candidato para la capital era Alfonso Molina Ruibal?
“En una ocasión y ya en campaña, recibí la llamada directamente del presidente de la República. Me preguntó que si cómo marchaba mi campaña y me hizo algunas referencias históricas. Me preguntó que si cómo vería yo a la doctora Arellano como candidata para Hermosillo”.
“Le contesté que muy bien, que no tenía ninguna objeción y que de inmediato la informaría a la dirigencia del partido para que hicieran las adecuaciones correspondientes a la candidatura de la primera mujer alcaldesa de Hermosillo. Alicia fue muy buena presidenta”, dice.
Alfonso Molina sería después por muy poco tiempo presidente del Supremo Tribunal de Justicia y presidente del CDE del PRI, en relevo de Gilberto Gutiérrez Quiroz.
Samuel Ocaña emprendió una carrera política ascendente a partir de su nombramiento como director del CEPES del PRI municipal de Navojoa, en 1972. De ahí pasó a la candidatura a presidente municipal de Navojoa para el período 1973- 1976, donde estuvo más de dos años.
A la llegada de Alejandro Carrillo Marcor al gobierno (1975), fue llamado de Navojoa para proponerle la Subsecretaría de Gobierno, con el titular Raúl Encinas Alcántar. Ahí desempeñó un excelente trabajo político en la resolución de todo tipo de conflictos. Sería secretario de Gobierno a la renuncia de Encinas, y en marzo de 1978 asumió la presidencia del CDE del PRI a la salida de Jesús Enríquez Burgos.
Entre marzo y diciembre de ese año le tocaría manejar el proceso sucesorio, donde —irónicamente— su principal aspiración —lo dice con firmeza— era ser diputado federal. Entre la llegada a la alcaldía de Navojoa en el 73 y la gubernatura en el 79, solo mediaron 6 años.
Samuel Ocaña gobernó Sonora de 1979 a 1985 y es recordado por su estilo abierto, madrugador y creador de instituciones como Radio Sonora, El Colegio de Sonora, Crédito Educativo, el Cesues (hoy UES), el CIAD y el CIDESON. También por sus obras de infraestructura educativa e hidráulica y la magna gestión de atraer a la Ford a Hermosillo.
Al terminar su gobierno —con auténtica necesidad de trabajar— siguió activo en el partido y el sector público. Fue delegado general del PRI, director del Centro Ecológico, subsecretario de la Reforma Agraria, rector de la Universidad de la Sierra y presidente municipal de Arivechi en dos ocasiones: 1997 y 2018.
Ocaña cumplirá 90 años el próximo 7 de septiembre (Él dice que 90 más nueve meses). Se conserva lúcido y en plenitud de facultades. Sus amigos lo hemos conocido como un hombre de cualidades contrastantes: bullicioso, empero reservado; gregario y dado a la soledad; alegre y dedicado; lleno del momento actual y sin embargo con la marca de la eternidad. Es tenaz al exponer sus ideas, pero respeta a quienes difieren de él, a veces empecinado pero no caprichoso; resuelto, pero no malicioso. Como los de su estirpe, tiene seguidores, y también adversarios, aunque son muchos más los primeros que los segundos, a pesar de que pronto se cumplirán 36 años de que dejó el gobierno estatal.
Su obra como gobernante ha estado siempre en el debate político sonorense… y el saldo siempre ha sido a favor. Samuel Ocaña ha sido uno de los muy buenos gobernadores que Sonora tuvo en la segunda mitad del siglo XX. Con ellos sin duda, le fue muy bien a Sonora. Con Ocaña… creo que todavía mejor.

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