El despegue del periodismo sonorense lo inició Jesús Corral Ruiz, dice Poncho Flores.-
Prensa tipo Chandler, tipografía de caja, al principio.- Calles Zacatecas y Zaragoza, primera casa.- Fuimos voceadores, después entramos a talleres.- Trabajamos al compás de la prensa y la orquesta del “Pesetas”.- La onda radial de la “W” se diluía, al buscar noticias de la Segunda Guerra Mundial.- Época en que “El Dijuntito” asaltó el Banco Agrícola Sonorense.
Por Bernardo Elenes Habas
Hoy, cumple 81 años de ideas, noticias, palabras, tinta y papel, el hijo mayor de Jesús Corral Ruiz: DIARIO DEL YAQUI.
El periódico donde me forjé reportero, columnista, coordinador del Taller de Literatura que ya no existe, tuvo como guía activo y moral con el ideal juarista, a Don Jesús, hasta el 3 de diciembre de 1993, cuando decidió trascender horizontes, en una decisión que muy pocos de sus amigos intuimos, por los mensajes que sembró ante nuestra vista y sensibilidad, días antes de partir.
Recuerdo, y rindo homenaje a mi Maestro y Amigo, con una entrevista publicada el domingo 2 de febrero de 1992, realizada a Alfonso Flores Quintero, quien fuera técnico de la rotativa, habiéndose iniciado como voceador el mismo 9 de abril de 1942, junto con otros niños y adolescentes de su línea de tiempo.
Poncho Flores, amigo y compañero en el quehacer periodístico, murió a los pocos meses de nuestro encuentro informativo, ya jubilado y con problemas de salud graves. De él guardo nobles enseñanzas. Durante la entrevista, recuerdo bien, me acompañaron a realizarla en el hogar de una de las hermanas de Flores Quintero, Horacio Soto Valencia, en ese tiempo Jefe de Publicidad, y Gilberto Márquez Trujillo, Director Ejecutivo.
He aquí el texto, que es, ahora, parte de la relatoría de la microhistoria de Cajeme:
“Estoy convencido de que el despegue del periodismo sonorense, realmente se inició con el DIARIO DEL YAQUI en los años cuarenta. Porque a pesar de las carencias de equipo y recursos económicos, Jesús Corral Ruiz, su fundador, comenzó a trazar una importante línea crítica, para que el pueblo tuviera voz”.
Alfonso Flores Quintero, uno de los primeros voceadores de este órgano informativo en su niñez, y posteriormente técnico de prensa, quien veía pasar por sus manos el periódico recién impreso, con la tinta fresca marcando la historia de Cajeme, habla de sus recuerdos en torno al nacimiento del DIARIO, un 9 de abril de 1942.
“Éramos un grupo de amigos, entre ellos Toño Solórzano, Servando Borbón, Antonio Castellanos Olmos, Chichí Rendón, un chamaco de la familia Madrigal, quienes conocíamos a Corral Ruiz desde finales de 1930, porque editaba publicaciones marginales como El Demócrata, El Tiempo, El Chahuixtle. Periodiquitos de vida breve que nosotros vendíamos en una ciudad que apenas se asomaba al progreso”, comenta Alfonso Flores, denotando emoción en su rostro y reviviendo los días del Cajeme lluvioso, de calles lodosas, donde la mayoría de viviendas eran chinames, casas de horcones con paredes de carrizo, protegidas con barro.
“Supimos que Corral Ruiz se enfrentaba a una magnífica aventura con su ímpetu de joven, cuando a principios de 1942 empezó a meter equipos: una prensita, cajas de tipografía, máquinas de escribir, escritorios, a una casa ubicada en la esquina noroeste de las calles Zacatecas y Zaragoza, propiedad de los hermanos Esquer, los Payitos”, platica Flores Quintero, llenando con su voz fuerte el espacio de la sala del hogar de una de sus hermanas, por la calle Tamaulipas, donde se desarrolla la entrevista.
“Siempre andábamos ojo avizor, porque nos dedicábamos a vender periódicos, y al darnos cuenta de ese movimiento de aparatos de impresión, comprendimos que algo nuevo sucedería. Así, fuimos testigos y partícipes de un hecho que ahora es historia”, señala.
“En una prensa antigua marca Pirlex, parecida a la Chandler, se imprimió el primer número del DIARIO: Tipo tabloide, de seis columnas, en sus ´orejas´ dos anuncios de Luders. S. A., y de Las Novedades. Asimismo sobresalía una foto de don Gustavo A. Macalpin, prominente miembro del Club Rotario, y una serie de noticias; siendo la más fuerte la que se refería a que no se fijaba aún el precio del trigo. Esa mañana salimos a recorrer las calles de la ciudad, lanzando por primera vez al aire un nuevo grito, mismo que han venido repitiendo tantas y tantas generaciones de cajemenses: ¡El DIARIO DEL YAQUI!…”.
Establece Poncho Flores que “ese primer número que nosotros voceamos, lo estructuraron Jesús Corral Ruiz, su hermano Manuel como administrador; en talleres Heriberto Ruvalcaba, apodado El Chapo, formador y prensista; como cajistas estaban Alfredo Flores a quien le decían Huebeto. Y también en calidad de cajistas Antonio Loreto Moreno el Compañerito, y Carlos Esquer, de Hermosillo. Ya murieron todos ellos”.
El lema inicial del DIARIO fue “El Periódico del Valle”, mismo que ha cambiado por dos o tres veces a lo largo de su existencia, manifiesta el entrevistado.
“Desde el primer momento, sentimos como si fuera nuestro el periódico –comenta Flores Quintero-. Y además de vocearlo nos integramos a las faenas de limpieza de las instalaciones y las máquinas. Éramos aprendices. Y ahí, estudiando los cajetines de la tipografía, pudimos avanzar en la lectura y la escritura. El DIARIO fue nuestra escuela, y sus operarios, los maestros inolvidables. Ganábamos cincuenta centavos diarios por aprender”.
Al nacimiento del DIARIO, en su entorno existía El Heraldo del Yaqui, de Manuel J. Zavala; en Hermosillo El Imparcial, y el Pueblo que hacía don Israel González. En Navojoa El Ahora, de José Aragón; en Guaymas La Gaceta de Miguel Escobar; en Nogales Acción, de Pomposo Salazar y El Noroeste de Jesús Siqueiros; en Los Mochis empezaba a salir El Debate de Manuel Moreno Rivas; en Culiacán El Diario de Culiacán del licenciado Román R. Millán, rememora Poncho Flores, quien agrega:
“Fue difícil el inicio. Se vivía una época de contrariedades políticas en la Entidad, con la participación decidida de los Camisas Rojas, organización formada por el tabasqueño Tomás Garrido Canabal. Asimismo, en el contexto internacional, la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo, y su desarrollo fue seguido cotidianamente por el nuevo periódico, dando pormenores del avance de las tropas alemanas tras de la Línea Maginot”.
Ajustándose sus lentes, el entrevistado parece buscar entre sus recuerdos, diciendo: “Había una transmisión de radio que se llamaba El Noticiero Carta Blanca, de la Voz de la América Latina XEW. Pasaba desde las once de la noche hasta la una de la madrugada. A nosotros nos ponían a captar la información de la Segunda Guerra, con la oreja pegada al transmisor, esperando a que entrara la señal, que luego se diluía. Era toda una tarea hacer eso”.
Explica, también, que “después comenzaron a boletinar los servicios de noticiero acompañados con fotografías de cliché, que llegaban hasta nosotros con cinco o seis días de retraso”.
De 1942 a 1947, el periódico se consolida, entre duro trabajo, luchas políticas, aportaciones importantes de opinión que delineaban una nueva actitud entre la ciudadanía: “Don Jesús luchaba contra quienes actuaban mal, buscaba el respeto para la comunidad, señalaba malos manejos de gobiernos corruptos y lograba una fuerte credibilidad entre la población. Asimismo mantenía magníficas relaciones con líderes, ejidatarios, sindicalistas, y con vecinos de la ciudad, aquellos que sobresalían en diversas actividades, como don Gustavo A.Macalpin, el licenciado Guillermo Acedo Romero, don Rodolfo Elías Calles, y tantos cajemenses que demostraban su interés por el progreso de Cajeme”.
Señala, Alfonso, que frente a las instalaciones del DIARIO, en su nacimiento por la calle Zacatecas, funcionaba la Liga Femenil Obrera (Las Chichareras), y por las noches se trabajaba los fines de semana al compás del ritmo de la prensa y de la orquesta del “Pesetas”, músico muy folklórico que amenizaba fiestas interpretando ritmos de moda como fox trot, buggi, y desde luego danzones.
Los apagones de energía eléctrica eran constantes. Se interrumpían labores, esperando que se reanudara el servicio. “Sin embargo, los operarios de la prensa descubrieron que Toño Solórzano y yo éramos jóvenes fuertes y nos ponían a mover la Pirlex con la manivela de mano. Posteriormente se consiguió un motor de gasolina, pero nunca rindió porque era muy revolucionado y desbocaba la prensa”.
“En 1947 –señala el entrevistado- nos trasladamos al actual edificio de la calle Sinaloa, que estaba a medio construir. Pronto se integraron nuevos elementos que conformaron una generación valiosa de periodistas, entre ellos Manuel Burrola, Carlos Moncada, Bartolomé Delgado de León, Alberico Goicochea, Rafael Orduño, Pepe Escobar. El DIARIO comenzó a crecer, a adquirir mejor equipo, tuvo sus primeros linotipos, servicios de información nacional e internacional con teletipos, sistema de fotograbado; aumentó de cuatro a seis y luego a ocho planas. Pronto fue de doce”.
Como un dato curioso Flores quintero precisa que desde el principio, el DIARIO, a pesar de su nacimiento humilde y lleno de privaciones, ha mantenido espacios abiertos para la literatura, especialmente poesía. “Don Jesús manifestó siempre un sólido respeto para esas disciplinas, y aunado a las notas informativas, columnas políticas y de crítica social, se han visto sembradas sus páginas con la capacidad creativa y artística de muchos sonorenses. Ahí colaboraban Alberto Macías, Armida de la Vara y Robles, Enriqueta de Parodi, Bartolomé Delgado de León, Alfonso Iberri, Manuel Mirassou, el linotipista Higinio C. García, Carlos Moncada, además de poemas de escritores consagrados, nacionales y de otras latitudes”.
Recuerda el técnico de rotativas, con sabor anecdótico, el que podría ser primer asalto bancario en la historia de la ciudad, cuando un hombre apodado “El Dijuntito”, logró llevarse cincuenta mil pesos de botín del Banco Agrícola Sonorense, amenazando con una arma a los empleados.
“Tomó de rehén al Matón González, que era chofer del Sitio 19 de Tony Genestas, ubicado frente al Mercado Municipal. Enfilaron rumbo a Pueblo Yaqui. Se parapetó a la orilla de un dren enfrentándose a balazos con la policía. Cuando se le terminaron las balas, sólo pronunció: ´¡Bueno, y ahora qué quieren!”.
Alfonso Flores Quintero salió del DIARIO en 1978, luego de haber sido pie fundador. Reconoce con emoción que “el periódico fue mi escuela, porque ahí empecé desde cero, hasta aprender el funcionamiento de prensas sofisticadas, pues trabajé también con don Jesús en la venta e instalación de maquinaria en periódicos del sureste”.
Actualmente –me comentó aquella mañana de febrero de 1992- vive pensionado, señalando con orgullo que la mitad de sus hijos (nueve en total) son profesionistas, y para el logro de sus carreras mucho tuvo que ver Corral Ruiz, con su espíritu desprendido y filantrópico, a través de becas.
“El DIARIO ha crecido. Su avance a través de los años fue formidable. Su cuna fue muy humilde, sin mayores recursos, pero ha enfrentado con fortaleza los retos del progreso. Tengo entendido que ahora está en pleno proceso modernizador, ¡y qué bueno!, porque hace falta, considerando su línea, su escuela, la confianza que ha sembrado entre los sonorenses a lo largo de su fructífera vida. Repito: el periodismo en Sonora se inició con el nacimiento del DIARIO, el 9 de abril de 1942, desde entonces Jesús Corral Ruiz ha sido maestro de muchas generaciones”.
JESÚS CORRAL RUIZ, REALIDAD Y LEYENDA DEL PERIODISMO EN SONORA, FALLECIÓ EN DICIEMBRE DE 1993
La mañana del viernes 3 de diciembre de 1993, era sombría.
El frío, aleteaba fuerte sobre el Valle del Yaqui, como pocas veces sucede.
Ese día, había llegado temprano a la Redacción del Diario, porque le daba cobertura, como reportero, a la invasión de predios urbanos por solicitantes de lotes, al sur de la ciudad, en el área del ejido El Rodeo. Era alcalde Faustino Félix Escalante y gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones.
Encontré a Olivia, la recepcionista, llorando. Había desconcierto al interior de la que era, desde hacía muchos años, mi casa de trabajo.
-¡Don Jesús se dio un balazo! –me dijo.
Recibí, luego, una llamada telefónica de Gilberto Márquez, director del periódico en ese tiempo. Me confirmaba los hechos.
A partir de ese momento, algo se derrumbó en mi interior. Tenía un gran aprecio por don Jesús, por su cercanía, su amistad, sus enseñanzas.
Los signos dramáticos con que iniciaba diciembre hace 26 años, me decían que ya no sería lo mismo. Que haría falta el horcón de enmedio para sostener la ramada colectiva en que había convertido su periódico.
El tiempo fue puntual con sus respuestas. El rumbo liberal y juarista del Diario, cambió a los pocos años, porque pasados los sexenios de Beltrones Rivera, Armando López Nogales y Eduardo Bours Castelo, cayó en los brazos de Guillermo Padrés Elías.
Y, desde el miércoles 27 de diciembre de 2017, al venderlo sus sucesores, inició una nueva etapa.
Cierto, la guía moral de don Jesús Corral Ruiz había sido enajenada años atrás, durante el sexenio de Padrés Elías. Ahora El Diario cambiaba de propietarios.
Don Jesús Corral Ruiz. Periodista visionario. Hombre que rebasó a su tiempo. Forjando escuela digna de su profesión. Con quien tengo una deuda de gratitud.
Lo conocí muy bien, fue mi Maestro, fui su amigo.
Aprendí a recorrer junto con él los caminos del periodismo. Pero también de la literatura, de la amistad, de la lealtad sin límites. Valores que cultivaba y resaltaba en las reuniones bohemias, donde predominaba la buena charla y la música fina que se deslizaba, siempre, como fondo agradable de las tertulias, luego de las esforzadas tareas en la sala de redacción del Diario, que fue mi casa hasta junio del 2014, en que, ya muerto don Jesús, me arrojaron a la calle con todos mis sueños.
Las convivencias que organizaba el Maestro, no era tiempo perdido. Siempre había en ellas una enseñanza noble para quienes formábamos parte de esa asamblea de conciencias hermanas. Incluso, se repasaban pasajes de la historia de Cajeme y de México, donde se volvía evidente la pasión del periodista por la vida de Juárez, el Benemérito; pero también, se emocionaba con el estallido revolucionario de 1910, mismo que tenía como bandera la búsqueda de la justicia social, y que, finalmente, propósitos tan generosos fueron truncados hasta llevar al pueblo por senderos de ignominia, como explicaba.
La literatura, especialmente en sus géneros de poesía y narrativa, se constituían en tema recurrente sobre las mesas de trabajo que improvisaba, donde brotaban madrigales y sonetos, a los que se encargaban de imponerle su luz Jesús Antonio Salgado y Rigoberto Badilla, con los arpegios de las guitarras de Joaquín Verdugo de Antonio Fonseca; o bien, la melodía bella surgida del talento de Luis Montoya en su teclado.
En ese ambiente, irrumpían las voces privilegiadas del Chacho Barreras, Francisco Moreno Apodaca, Horacio Soto, María Constanza, quienes dejaban constancia de su arte como juglares de todos los tiempos.
El Diario, legado de don Jesús
El más legítimo legado de Corral Ruiz para Cajeme y Sonora, es sin duda El Diario, en cuyas páginas muchos cajemenses aprendimos a leer, pero esencialmente a sentir el mensaje orientador y con una carga social definitiva que su fundador sabía imprimirle.
Hoy, debo decirlo con la humildad que solamente puede surgir de un ser emocionado, se cumplen 26 años de la muerte de alguien que fue leyenda señera del periodismo; quien, con su ideario magnifico y su cátedra laica, supo forjar a través del tiempo, profesionales de este oficio comprometido y profundo, hombres de tinta, papel e ideas que continúan -continuamos- llevando su nombre y su enseñanza con dignidad, para que aquellos que nada tienen encuentren en el periodismo legítimo, una trinchera de lucha por la defensa de los derechos humanos, de la espiga colectiva de la justicia.
El Diario fue escuela y guía
El Diario, fue aula formidable donde se forjaron varias generaciones de periodistas, y otros que llegaron con camino avanzado, maduraron su vocación y profesionalismo, que luego diseminaron por la geografía sonorense, como Bartolomé Delgado de León, Carlos Moncada, Francisco y Tere Gil Gálvez, Mario Vázquez Jiménez, Álvaro Cepeda Neri, Albérico Goycochea, Horacio Roldán, Esteban Valle, Manuel Burrola, Salomón Hamed, Antonio Castellanos Olmos, José Escobar Zavala, Rafael Orduño, Rodolfo “El Güero” Peña, Pedro y Gilberto Márquez Trujillo, Alejandro Oláis, Fernando Romero Santander, Moisés Ortiz López, Víctor Manuel Zárate Urbina, Manolo Sánchez Hidalgo, Heriberto León Peña, Rafael e Ismael Montaño Anaya, Adrián Olea Barreras, Mario Castro, Diego Mátuz, José Guadalupe Barreras, Alfonso Araujo Bojórquez, Esteban Carrasco, Mario Figueroa, Rogelio Barraza, David Guzmán Chávez, Cesáreo Pándura, Miguel Cebreros, Juan Meza, Miguel Ángel Alvarado, Marielos Fierros, Jesús Osuna, los hermanos Miguel Ángel, Abel, Trinidad y Javier Morales, Ramón Alejandro Mena, Francisco López, Jesús Rivera, Manuel Ramírez, Faly Camacho, Dimas Norberto Ochoa, Ramón Iñiguez Franco, Jesús Antonio Salgado, Luis Armas, Bertha Alicia González, Marco Antonio Palma, Juan Barragán, Arturo Campos, Cuauhtémoc Mávita, Sergio Ibarra, Eduardo Flores, José Gómez Escobar, Maritriny Sánchez Montoya, Esther Rosas Becerra, Bernardo Hidalgo, Claudia Guadalupe Pérez, Patricia Montoya, Sandra Barraza, Mirna Araujo, Dulce María Juárez, Sixto Román, Maricela Núñez Ortega, Yadira Montoya, José María Cerecer, Becker García, Javier Martínez Barraza, Pedro Ayón, Moisés Cano, Edmundo Galaz, Javier Saucedo, Aracely Martínez, Javier Romero, Humberto “Cacho” Angulo, Martín Mendoza, Miguel Ángel Vega, Fabiola Navarro, Mireya Delgado, Herminia Ochoa, Francisco Angulo, Gerardo Robles “El Mago”, Servando Rubio, y tanta gente que le dio prestigio al Diario desde sus trincheras como reporteros, columnistas, fotógrafos, encargados de secciones.
Asimismo, se definían en fogata que alumbraba el paisaje de la creación literaria, Bartolomé Delgado de León, Carlos Moncada, Miguel Sáinz López Negrete, Juan Eulogio Guerra Aguiluz, Rafael A. Ramos, José L. Guerra, Manuel Burrola, Herón Padilla, Jesús Grijalva, Jorge Lara Castellanos, Eustolio del Río, Juan Noriega López, Mayo Murrieta, Gerardo Cornejo, Gaspar Juárez, Abraham Montijo Monge, José Meraz, Jesús Antonio Salgado, María Constanza, Alejandro Mungarro, Alí Sierra, Daniel Delgado Saldívar, Mara Romero, Mario León Uriarte, Alejandro Román Rivera “Luciano”, Carlos Verduzco Meza, Rigoberto Badilla, Juan Manz, Irma Arana, Francisco Sánchez, José Manuel Franco, Ricardo Nieblas, Emma Clark, Glafira Osorio, Andrés González Prieto, Magda Irma Palomares, Santos García Wíkit, Rogelio Arenas, René Soto Reyna, Eloísa Icedo, Haydée León, entre muchos personajes, quienes le confirieron dimensión y luz a la narrativa, la poesía, el ensayo, como después lo siguieron haciendo el puñado de colaboradores del Taller de Literatura, que yo coordiné diez años, y luego Ramón Iñiguez Franco, entrando al relevo con Quehacer Cultural.
Ya no hay Quijotes, don Jesús
Hoy, reafirmo mi admiración por un sonorense que ya es parte de la historia de mi pueblo, a quien le profeso gratitud de amigo y Maestro, y rememoro las estrofas de un poema que escribí para él y lo puse en sus manos, cuando su Hijo Mayor, El Diario, cumplió 50 años en 1992.
I.- Señor, con esta misma voz con la que forjo en las mañanas oraciones de tierra./ Con esta misma voz que ha aprendido a darle cauce a las pasiones. A conjugar con humildad/ vocablos ignorados/ como Amor, Justicia, Libertad./ Con esta voz que grita y se estremece cuando golpea el infortunio a los humildes,/ le hablo/ y le digo,/ que ha trazado un camino perdurable./ Que junto a la ortiga, abre sus pétalos la flor/ e inunda con aromas su horizonte./ Que el valle, la sierra, la costa, la distancia,/ saben llamarlo por su nombre./ Porque es usted Sonora,/ conjunción de Padre-Hijo./ De nostalgia y futuro./ De sangre renovada en el río sin límites del tiempo.
II.- Yo sé que hoy se le vendrán de golpe los recuerdos,/ e intentarán abrir su luz las cicatrices./ Pero:/ ¿Cuántas batallas no han pasado por sus manos?/ ¿Cuánto rumor de sueños no se han vuelto semilla/ en la parcela vertical de su conciencia?/ ¿Cuántas ideas no han sabido derramar/ sus pródigas espigas? Ya la maldad no moja sus raíces,/ y las injurias se quiebran en su pecho/ como torrente de aves derrotadas.
III.- ¿Quién puede, ahora, vestirse su armadura/ y cabalgar las sombras/ inventando sin treguas la alborada,/ como lo hizo usted, desde un lejano abril/ que huele a tinta, letras, lágrimas?/ ¿Quién puede enseñar a los demás a navegar un Barco de Papel,/ a edificar por vocación y compromiso y gratitud,/ la historia cotidiana de Cajeme,/ a darle brillo a la memoria de Sonora?
Hay una deuda con usted, que no será saldada./ ¡Ya no hay Quijotes, DON JESUS, de su estatura!
Más historias
CAE EL ÚLTIMO OUT PARA EL ‘TORO’
Herminio Ahumada, un super mexicano
Falleció Nikita Kyriakis, destacado empresario nogalense