23 de abril de 2024

El Padre Cornídez, un maravilloso santo loco y saurino

“No todo santo es loco, aunque sí hubo personas que vivieron como santos y eran locos, pero no por falta de razón, sino por una locura por el bien de los demás y uno de ellos fue Monseñor Cornídez»

Arzobispo  don Juan Navarrete y Guerrero

El Padre Porfirio R. Cornídez, más conocido como Monseñor Cornídez, fue un singular sacerdote, nacido en Magdalena, Sonora, y que ejerció su ministerio por muchos años en la parroquia de Sahuaripa, desde donde atendía una extensa zona que incluía los poblados de Arivechi, Nuri, La Dura, Tesopaco, Bacanora, Tarachi, Tacupeto, Quiriego, Soyopa, San Nicolás, Yécora, Ónavas y muchas rancherías.
Siempre dedicado a la causa de los pobres, presos y necesitados, Monseñor Cornidez fue muy famoso por sus peculiares sermones y sus predicciones de saurino.

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Además de ser persona sobradamente cultivada, era inquieto, dicharachero; irradiaba una simpatía atrayente de niños, adolescentes y adultos; ricos y pobres. Su superior jerárquico, el Arzobispo don Juan Navarrete y Guerrero, lo concebía, como «un santo loco” o bien, como «un loco santo”. La influencia que el Padre Cornídez ejercía ante la sociedad era única, debido quizá a hechos que rayan en lo milagroso, sucedidos en cada una de sus intervenciones; por esa razón, quien no le adoraba le temía.

Uno de esos hechos fuera de lo común, es haber rescatado de la muerte, a un herido de bala vecino de Sahuaripa, de nombre Rafael Jiménez, a quien encontró semi sepultado a la vera de un camino casi con las tripas fuera. Ayudado por su chofer, lo rescató y en la primera ranchería auxilió con remedios caseros; fajó con sábanas su estómago, y continuó por más de tres horas camino a Sahuaripa, donde en ese entonces solo había asistencia médica por demás elemental. El lesionado durante su prolongada convalecencia, se dedicó a leer un tomo de la sagrada biblia, obsequiado por el Padre Cornídez. El paciente ya recuperado y empapado de la santificada palabra divina, en calidad de ministro de la religión protestante, la puso en práctica. Actualmente uno de los respetables hijos de la persona rescatada casi de la tumba por el Padre Cornídez, radicado en Hermosillo, homónimo de su señor padre Rafael Jiménez, es un elocuente pastor cristiano, que además de predicar en la iglesia a su cargo, semana a semana lo hace a través de una escuchada estación de radio hermosillense, con un rating de católicos bastante aceptable.

Por ese y otros hechos similares, todo lo bueno y lo malo que sucedía en la región se atribuía a las bendiciones o maldiciones del Padre Cornídez. Él lo intuía e inteligentemente aprovechaba a la hora de solicitar apoyos económicos para la evangelización y para la gente necesitada de su diócesis; apoyos que comerciantes, agricultores, ganaderos y gente acomodada jamás cuestionaban. Debemos tener en cuenta, que el Padre Cornídez pedía limosna para hacer caridad, sobre todo para enfermos y gente pobre de su parroquia. La solicitud a agricultores y ganaderos, iba acompañada de la promesa de orar por climas benignos y lluvias abundantes. Casualidad o milagro, pero cuando las lluvias escaseaban en la región, el Padre Cornídez, portando imágenes de la Virgen de Guadalupe y de San Isidro Labrador, organizaba procesiones por los campos aledaños a los poblados. Con frecuencia, tales peregrinaciones campestres, eran disueltas por tormentas eléctricas y lluvias abundantes.

Más anécdotas

En agosto de 1980, Enguerando Tapia Quijada publicó una semblanza del Padre Cornídez

HACE UNOS DIAS escribí unas líneas , en esta columna, sobre el Padre don Porfirio Cornidez, como resultado de una carta enviada por una lectora quien afirma que ha recibido favores portentosos de la Providencia, gracias a la intervención de aquel cura que fue toda una institución en la vida sonorense……..

Hoy, atendiendo las peticiones de otros asiduos lectores de MI LIBRETA quienes me piden más datos sobre la vida , la obra y la personalidad , singulares todas, de Monseñor Cornidez……

Lo cierto es que fue un hombre excepcional, que tuvo virtudes y acciones heroicas y que la definición que de él hiciera un día el grande e inolvidable Obispo de los sonorenses, don Juan Navarrete y Guerrero , le venía como añillo al dedo………”Es un santo loco, o un loco santo”, dijo don Juan y tuvo razón……Porque Monseñor Cornidez, como le gustaba que lo llamaran y se llamaba el mismo, pues siempre hablaba en tercera persona cuando se refería a la suya, no aceptó nunca limitaciones para su fogoso espíritu ni comulgó con ruedas de molino , ni con protocolos sociales, ni dependió de los juicios humanos para enderezar su existencia hacia la eternidad………

Era ya sacerdote, muy joven, cuando llegó por estas tierras en 1919 el Obispo Navarrete, entonces el prelado más joven del mundo y hoy, sesenta un años después, el decano de los Obispos, quizás, postrado en su humilde cabaña donde espera viajar “de Sonora al Cielo”, como lo prometió…..Se platica que cuando don Juan vino a estas tierras, que eran en verdad tierras de misión, un anciano Sacerdote, don Melesio Monge, le dijo que solo un defecto le encontraba al nuevo jefe del catolicismo sonorense, y que era su extremada juventud……….Y narran quienes vivieron aquellos hechos que la respuesta de don Juan fue contundente: “No se preocupe, Padre, le prometo que ese defecto…… con el tiempo se me quita”……… Pero Monseñor Cornídez ni ese defecto le halló, pues de inmediato se convirtió en leal, apasionado, infatigable, colaborador de su jefe y con el vivió los cincuenta años de su episcopado formidable y constructivo…….

De esos años, la mayor parte los pasó en la sierra, en la región de Sahuaripa, de donde fue párroco insustituible y de donde salía a caballo en largas correrías a las alejadas comunidades montañeras llevando no solo el mensaje del Evangelio, sino sus alforjas siempre repletas de alimentos, medicinas, ropa, juguetes, y dinero que obtenía de sus feligreses , pero de cuyos tesoros jamás guardó un comino, pues siempre repartió con munificencia cristiana todo lo que de material llego a tener………..Imponente en su estatura y corpulencia y también por su vozarrón de trueno y su mirada que traspasaba a quien a los ojos lo veía, gano bien merecida fama de líder y caudillo y muchos de los progresos sahuaripenses, en casi medio siglo, a sus afanes y a su empuje se debieron…….. Era un hombre que se hablaba de tú con Dios y con Él se entendía con la confianza del hijo con el padre, cuando, además del lazo filial, existe entre ellos el de la amistad verdadera …………Imploraba a Dios en sus necesidades, y en las de su Pueblo y cuando no era atendido lo increpaba y le exigía……… Llego a llamarle “el ampáyer” en términos beisboleros y se dice que hacia milagros………. Yo, en lo personal, no lo dudo……..Su oratoria era pintoresca y explosiva y decía que cuando estuvo exiliado, después de una de tantas persecuciones sufrida por la Iglesia mexicana, conoció en Pomona, California, a un sacerdote a quien llamaba “El Pico de Oro”…explicaba…..”porque hablaba casi tan bonito……..como Monseñor Cornídez”……………

Tenía pacto con Dios para combatir la sequía y sus oraciones y gritos, eran más eficaces que el yoduro de plata que bombardean los sabios de hoy sobre las nubes………Y se daba el gusto de escoger cuando y como abría de llover……….. “No se preocupen los agricultores….decía desde el púlpito de Catedral, ya en sus últimos años, cuando Don Juan se lo trajo de Sahuaripa a Hermosillo, al dividirse la vieja diócesis de Sonora para dar vida a la Ciudad Obregón, pues, don Porfirio quiso y lo hizo, quedarse al lado de “su amigo y padre”….no se preocupen, pues, ya arreglé que llueva nomas “de aquí para allá”…..y marcaba una línea divisoria entre la sierra y la costa…..”para que no se frieguen los algodones, pero tampoco se frieguen de sed y de hambre las vaquitas”……….. Decía, con dulce irreverencia, que “Nuestro Señor Jesucristo, era un hombre cabal, bello, pero varonil, con unos ojos de borrego agonizante, como los de Monseñor Cornídez”………….Y no se andaba por las ramas para obtener donativos para sus pobres………..Es sabido que aquí en Hermosillo se iba, por las tardes, al expendio de licores que tenía un buen amigo y exfeligrés sahuaripense suyo, don Nicolás Galindo, y cuando los parroquianos iban a comprar su botella, les exigía quedarse con el cambio……….”Si tienes para el vicio—les explicaba—, con más razón para el hospicio”…………… Y ese dinero se convertía en pan, ropa, medicamentos para los más necesitados……….. En Sahuaripa se recuerdan muchísimas anécdotas suyas y quien visita la bella población serrana pronto encontraba motivos para no olvidar a Monseñor Cornídez……. Regañaba con firmeza y energía a los ricos incapaces de compartir su riqueza y les gritaba “Les aseguro que nada, ni un solo centavo, se van a poder llevar en el ataúd y en cambio, si algo dan para los pobres, no llegarán allá arriba, con el Jefe, con las manos vacías”………….

Decía las verdades con claridad muy sonorense y fue amigo de gobernadores y políticos y hasta don Rodolfo Elías Calles, el ultimo gobernador “desfanatizador”, que persiguió a la catolicidad sonorense, hubo de sacar su cartera y darle un donativo, allá en lo alto, un día que se trepó a su avioneta, cuando sobrevolaba, don Rodolfo las zonas inundadas del sur del Estado, y se encontró de repente de compañero de viaje a un viejo cura que le exigía una “indemnización” para los pobres por los meses que lo hizo pasar en el destierro……..

Podría llenarse todo un volumen con las historias de este santo loco, o loco santo, quien le predijo al licenciado Carlos Armando Biebrich, la noche de su recepción profesional como abogado, en la cena del festejo, que llegaría muy alto y muy pronto, pero que caería de lo alto, tan pronto se olvidara de sus orígenes humildes……….

Era un cura capaz de narrar en el púlpito que cuando fue a Paris, de paso a Roma, no fue al al Lido ni al Molino Rojo, porque “al fin de cuentas, ni ganas tenia de andar viendo viejas bichis”, pero que supo mantener su sacerdocio y su ministerio en la pobreza y la humildad por más de cincuenta años, con entereza en la defensa de sus convicciones, con pobreza y humildad ejemplares, y con dulzuras sin par para todos sus semejantes………….Mucho más podría escribirles sobre el Padre Cornidez, pero el espacio no es elástico……..Que conste, pues, en esta breve evocación, mi admiración por un hombre excepcional ,pero quien sin duda está en el Cielo……. Y desde allá sigue amando a Sonora, a Sahuaripa, y sigue siendo influyente ante su Jefe, como se definía , para bien de sus hermanos sonorenses………… 07 de agosto de 1980….Enguerando Tapia Quijada……

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El Padre Cornídez, era amante de la música vernácula; tanto, que, en los onomásticos de santos patronos, a donde siempre acudían grupos musicales, en la celebración de la eucaristía, que por cierto se hacía de espaldas a los feligreses, el Padre Cornídez con las manos palma con palma recogidas en el pecho, se volvía al público y ceremoniosamente decía: músicos, «toquen el venadito”.

Pocos personajes tienen en su haber tantas anécdotas como el Padre Cornídez; unas prudentes, otras formales como sus viajes a Roma; pero la mayoría de carácter bromista, que dan material para todo un volumen, como el publicado recientemente por el Presbítero sahuaripense don Mariano Hurtado, quien fue uno de los destacados relevos del Padre Cornídez en la parroquia de Sahuaripa. Son tantas las historietas, que el libro del Padre Mariano Hurtado, omite algunas, como una relacionada con el Arzobispo don Juan Navarrete, y otra relacionada con la recuperación de un valioso anillo. Se dice que en una de las visitas de don Juan Navarrete a la región de Sahuaripa, al arribar a la iglesia de Arivechi, el Padre Cornídez se percató que dentro de la indumentaria oficial, faltaba una prenda utilizada en el sacramento de la confirmación; era una especie de blusa holgada color púrpura. En esas tribulaciones, el Padre Cornídez, como mandada de cielo, vio llegar a la iglesia a una de las feligreses de complexión rechoncha, quien precisamente vestía una blusa blanca similar a la «roqueta”. El Padre Cornídez le dijo: «Cuca, tú me vas a sacar del apuro, quítate la blusa en la sacristía y préstamela”; doña Cuca, contagiada por la angustia reflejada en el rostro del sacerdote, de inmediato accedió y el incidente pasó desapercibido para el Arzobispo Navarrete.

La otra ocurrencia omitida en el libro de referencia, es la recuperación de una valiosa joya de tradición familiar, robada a una de las distinguidas damas de la sociedad sahuaripense. En una de las celebraciones eucarísticas, en la homilía, el Padre Cornídez exhortó a la feligresía a la inmediata devolución del anillo extraviado, so pena de un castigo divino. Al día siguiente, previo a la misa vespertina dio inicio la confesión. Se dice que el Padre Cornídez apresurado salió del confesionario subió al púlpito gritando: «Adela. Adela, caite, caite; ya apareció el anillo, no voy a decir quien lo trajo, pero está sentada en medio de la Chú Nacameri y la Ramona Burrola”.

En la década de los 50 el Obispo don Juan Navarrete y Guerrero, quizá considerando lo extenso de la jurisdicción parroquial y la avanzada edad del Padre Cornídez, designó como su auxiliar a un joven sacerdote de origen zacatecano don Pedro Ramírez, a quien luego la feligresía pudiente de Sahuaripa dotó de un automóvil Jeep, que le permitía atender con mayor asiduidad la extensa jurisdicción de la diócesis. Se implantó así, un nuevo y moderno estilo de evangelizar. Monseñor Cornídez, con la honestidad que le caracterizó, propuso al Padre Pedro Ramírez ante el Arzobispo don Juan Navarrete, como su relevo y nuevo párroco de la basta diócesis de Sahuaripa.

El Padre Cornídez con la edad encima y con la tristeza en su rostro, en la década de los 60´s, partió de Sahuaripa a la diócesis de Hermosillo, donde no obstante su avanzada edad, continuó con su estilo alegre, bromista y dicharachero conquistando también el corazón de las familias capitalinas…

Monseñor Cornídez era una persona sobradamente cultivada, inquieto, dicharachero; irradiaba una simpatía atrayente de niños, adolescentes y adultos; ricos y pobres.

Ocasionalmente en la época navideña, el Padre Cornídez acostumbraba recorrer los lugares más lejanos de la jurisdicción eclesiástica, como eran los pueblos del municipio de Rosario Tesopaco, a donde el que esto escribe, en calidad de acólito tuvo la fortuna de acompañar. Antes de partir a esos recorridos, los comerciantes y la feligresía en general sahuaripense, lo abastecía de dulces, canicas, pelotas, trompos, muñecas, útiles escolares, etcétera; objetos que en cada poblado visitado, después de narrar en forma de cuento infantil la vida de Jesús, procedía a repartir entre la niñez como regalos de navidad.

Tales relatos al estilo único del Padre Cornídez, resultaban para chicos y grandes por demás entretenidas. Al referir el oficio carpintero del señor San José, decía, que para abastecer de madera la carpintería, José, en un burrito acompañado de Jesús salían al campo a cortar mezquites, tézotas, palo fierro, etc. (vegetación propia de la región). Las pláticas siempre eran relacionadas con nombres de lugares estrechamente familiarizados por los niños (nombres propios del lugar); por ejemplo: «la tierra del naranjo” «la cañada del batamote” «la barranca de la zorra”, etc.; sobre todo, mencionaba apodos de personas muy caracterizadas en cada poblado como » el tío Jando”, «el meño” «el molacho”, etc. Al término de la plática el sacerdote procedía a repartir los regalos, lanzándolos al aire y haciendo bromas, en veces un tanto pesadas, como coscorrones, jalón de pelitos en la nuca, pellizcos, etc. Bromas que en veces hacían llorar a los niños; aun así, los niños lo seguían por las rúas del pueblo. Ese era el carisma que el Padre Cornídez poseía.

Iglesia de Sahuaripa a  principios del siglo XX.

El período Navideño en la Parroquia de Sahuaripa, daba inicio el 4 de diciembre con las posadas o peregrinaciones nocturnas que culminaban el día 12, con una magna serenata a la Santísima Virgen de Guadalupe. A la vez, las mañanitas a la virgen, era la voz de arranque para las famosas fiestas regionales que a su vez, se enlazaban con la navidad y el año nuevo. Por eso y más, con gusto retomamos el interesante tema sobre ese ilustre y célebre personaje que a mediados del siglo pasado, tuvo a su cargo la evangelización de una extensa jurisdicción eclesiástica extendida en la recóndita sierra sonorense, entre los municipios de Yécora, Arivechi, Bacanora, Rosario Tesopaco, Soyopa y Sahuaripa.

Los méritos de nuestro insigne homenajeado se agrandan si tenemos en cuenta, que en esa época los medios y vías de comunicación en la zona eran por demás rudimentarios; los traslados de personas y cosas se hacían a lomo de mula; la comunicación a distancia entre personas, era a través de cartas o tarjetas postales; los escasos caminos para vehículos, eran sinuosas brechas de terracería trazados a ojo de buen cubero por veras de arroyos y puertos bajos. No obstante Monseñor Cornídez, por su forma muy particular de evangelizar y por la simpática forma de comportarse en la vida privada, forjó toda una época que sigue y seguirá siendo recordada por muchas generaciones, tanto de feligreses, como de la sociedad en general, incluyendo a creyentes y no creyentes; incluso afiliados a religiones distintas al catolicismo.

En la década de los 50 el Obispo don Juan Navarrete y Guerrero, quizá considerando lo extenso de la jurisdicción parroquial y la avanzada edad del Padre Cornídez, designó como su auxiliar a un joven sacerdote de origen zacatecano don Pedro Ramírez, a quien luego la feligresía pudiente de Sahuaripa dotó de un automóvil Jeep, que le permitía atender con mayor asiduidad la extensa jurisdicción de la diócesis. Se implantó así, un nuevo y moderno estilo de evangelizar. Monseñor Cornídez, con la honestidad que le caracterizó, propuso al Padre Pedro Ramírez ante el Arzobispo don Juan Navarrete, como su relevo y nuevo párroco de la basta diócesis de Sahuaripa.

El Padre Cornídez con la edad encima y con la tristeza en su rostro, en la década de los 60´s, partió de Sahuaripa a la diócesis de Hermosillo, donde no obstante su avanzada edad, continuó con su estilo alegre, bromista y dicharachero conquistando también el corazón de las familias capitalinas…
Con más de cuarenta años de sacerdote, ya mayor, sirvió en Hermosillo en el Santuario Guadalupano y en Catedral. Sus restos descansan en el Panteón Yañez.
Su funeral, muy concurrido, le tocó oficiarlo al Señor Arzobispo Juan Navarrete quien expresó:
-“No todo santo es loco, aunque si hubo personas que vivieron como santos y eran locos, pero no por falta de razón, sino por una locura por el bien de los demás y uno de ellos fue Monseñor Cornídez”.

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Las copetonas de Catedral

Un anécdota que lo pinta de cuerpo entero, se refiere a la época que oficiaba en Catedral, donde, sin pelos en la lengua, decía lo que pensaba, sin importarle la molestia de algunas personas.
Habiendo desarrollado cierta aversión por el comportamiento soberbio de algunas damas de sociedad de su feligresía a quienes llamaba “las copetonas de Catedral”, sucedió que en una ocasión una señora, hija de un poderoso comerciante, intentaba evitar la larga fila de personas que querían apuntar sus intenciones para la misa, exigió ser atendida primero. Al negarse el Padre a complacerla, muy enojada le reclamó:
-“¿Qué no sabe usted de quien soy hija?” a lo que Monseñor Cornídez replicó con otra pregunta:
-“¿Y tú no sabes de quien son hijos los de la fila?, pues son hijos de Dios ¿cómo te quedó el ojo?”
¡Échate ese trompo a la uña!

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