26 de abril de 2024

¿Y si don Ramón hubiera sido Presidente de México?

Cuando Obregón estaba por finalizar su presidencia, se encontraba en la encrucijada de a qué aspirante apoyar: uno era Plutarco Elías Calles, el otro don Ramón Ross.

El Manco de Celaya terminó por inclinarse por Elías Calles, quien, como gesto de respeto, en su papeleta el día de las elecciones votó por don Ramón.

¿QUIÉN FUE RAMÓN ROSS

Nació en Álamos, Sonora, embargo, desde su juventud se estableció en Huatabampo en donde se desempeñó como presidente municipal (1905). Concurrió como diputado al Congreso Constituyente de Querétaro, representando a su ciudad natal por la cual firmó la Constitución de 1917. Posteriormente, se desempeñó como director de la Beneficencia Pública, que fuera antecedente de la Secretaría de Salubridad y Asistencia; gobernador del Distrito Federal (sic); delegado mexicano en las conferencias de Bucareli en 1923 y secretario de Comunicaciones y Obras Públicas en el gabinete del presidente Elías Calles.Falleció en México, el 24 de enero de 1934.

Hijo de Juan Ross y Gertrudis Velderrain, Ramón Ross nació en Álamos –Sonora–, el 24 de julio de 1864, donde fue regidor suplente en 1891-1892 y 1896-1897, para establecerse luego en Huatabampo, donde fungió como presidente municipal en 1906-1907 y presidente de la Junta local del Centenario en 1910. Casó con Adela Almada Quiros (1871-1957 e hija de don José Diego Almada Quirós y Luz Quiros), fungiendo como testigos del enlace don Flavio Arcadio Bórquez Velderrain (1869-1928) y doña María del Rosario Gil-Samaniego Gutiérrez. Además, en 1910 y como parte de su labor en torno a los festejos del Centenario de la Independencia, Ross con su primo Álvaro Obregón fueron nombrados integrantes de la Junta de Mejoras Materiales en su estado. Así, don Ramón Ross sería mayormente conocido como funcionario público, aunque sus estudios le permitieran ejercer como Ingeniero y su cercanía a Álvaro Obregón le involucró de lleno en la revolución armada en que sería distinguido como General.

En su magnífico artículo: “De Regidores Porfiristas a Presidentes de la República en el período revolucionario -explorando el ascenso y la caída del ´Sonorismo’-”, nos cuenta Ignacio Aldama Bay que Ramón Ross formó parte integral de aquel grupo de hombres que incluía a Ignacio l. Pesqueira, José María Maytorena e Ignacio Bonillas, que ligados al estado de Sonora y a Álvaro Obregón llevarían las riendas del país por un singular período…

Ramón Ross Velderrain en 1907, como Presidente Municipal de Huatabampo -Sonora

Aún durante el movimiento armado, Ross concurrió como diputado al Congreso Constituyente de Querétaro, representando a su ciudad natal y así firmó la Constitución de 1917, siguiendo las pautas definidas por Obregón. Terminada la guerra civil y establecidos ya los miembros de la rebelión de Agua Prieta, con la familia migró a la Ciudad de México, donde para los gobiernos postrevolucionarios fungió primero como director de la Beneficencia Pública y luego como gobernador del Distrito Federal.

Cuando Álvaro Obregón asumió la presidencia a fin de 1921 y se enfrentó a un ambiente tirante en las relaciones entre México y Estados Unidos, dado que los gobiernos de la revolución no habían otorgado un trato a favorable a las compañías explotadoras de petróleo, mayormente norteamericanas. México requería de inversión extranjera para reconstruir la economía del país y subsanar así los daños causados durante la lucha; además Obregón buscaba que Estados Unidos reconociera su presidencia. Siguiendo las indicaciones del presidente, Ross sería instrumental en la negociación que culminó con la firma del convenio en la vieja Calzada de Bucareli…

Arriba, el presidente Obregón -en Palacio Nacional- con el grupo que negoció el “Tratado de Bucareli” en que México garantizaba los derechos de propiedad sin límite a particulares extranjeros y a todas las compañías petroleras estadounidenses; firmado el 13 de agosto de 1923, don Ramón Ross (a la extrema izquierda de la imagen) sería instrumental en lograr el acuerdo con los representantes del presidente Calvin Coolidge.

Además, y también durante aquel período, el gobernador Rodolfo Ross trabajó estrechamente con José Vasconcelos Calderón, convertido en el encargado de la educación nacional. Nombrado primero titular del Departamento Universitario y de Bellas Artes en 1920, entre 1921 y 1924 desarrolló una notable labor como secretario de Educación Pública apoyándose en las facilidades brindadas por Ross. Al respecto, Daniel Cosío Villegas indica:

“Vasconcelos personificaba entonces las aspiraciones educativas de la Revolución: reunía condiciones excepcionales para inaugurar esa era de verdadero y grandioso renacimiento espiritual de México»

Dos obras emblemáticas del período fueron la construcción y adaptación del edificio de la Secretaría de Educación Pública entregado en 1922, así como el diseño y edificación de la Escuela Primaria Benito Juárez, iniciada en 1923 siguiendo el proyecto del arquitecto Carlos Obregón Santacilia y que como “Centro educativo” formaría parte de un gran conjunto que incluía el Estadio Nacional.

Obregón se decidió por Elías Calles

Cuenta Juan de Dios Bojórquez que Ross era “el amigo más íntimo de Obregón” y en 1924, cuando se llegó el momento de la elección para reemplazarlo, el presidente consideró a su sucesor únicamente entre Ross y Calles; nos dice Bojórquez:

El presidente Obregón vaciló en la elección de Calles como sucesor y permitió que se iniciaran trabajos a favor de Ross, pero pronto reconoció la madeja tejida por Calles y optó por inclinar toda su fuerza a su favor…

En magnífica estrategia política por parte del que sería conocido como “Jefe Máximo”, se hizo público que el día de las elecciones y “…como signo de respeto, Plutarco Elías Calles votó por don Ramón Ross…”, además de invitarlo luego a formar parte de su gabinete como secretario de Comunicaciones y Obras.

Don Ramón Ross –a la extrema derecha– entregando la corona, en alguno de los certámenes en que fungió como juez durante el enredado período de la elección para 1924.

En el gabinete de Plutarco Elías Calles, Ross se desempeñó como secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, y como tal dio prioridad a reponer parte de la dañada infraestructura nacional y dar seguimiento a varias de las obras iniciadas durante el período anterior; además impulsó algunas de las nuevas tecnologías y abajo aparece una imagen tomada durante las pruebas del novedoso sistema de “Teletipo” recientemente inventado por Frederick G. Creed, e instalado en el Palacio de Minería.

Además de otras varias obras de importancia, como las carreteras a Nuevo Laredo y Acapulco o la presa “Presidente Calles” en Aguascalientes, Ross impulsó la construcción del nuevo “Estadio de la Revolución” en Veracruz así como el “Palacio Federal de Monterrey” que comenzó a edificarse desde 1928, siguiendo el diseño del arquitecto Augusto Petriccioli que además ejecutaría el diseño para la ampliación del Palacio Nacional en la Ciudad de México.

Ross, Álamos y Obregón

De los cuatro diputados que representaron a Sonora en el Congreso Constituyente, sólo Ramón Ross era oriundo de una ciudad importante. La ciudad de Álamos, conocida popularmente como “La ciudad de los portales”, es hasta la fecha la localidad más colonial de toda la entidad sonorense. Ubicada al sureste, creció como un centro minero donde se experimentaron síntomas de lo que acontecía en el resto de México; distinto a otras poblaciones de Sonora que permanecieron aisladas, lo que acontecía en la vida nacional repercutió en Álamos.

Álamos fue la capital del Estado de Occidente, entidad que nació con el México independiente y que abarcaba los territorios de lo que hoy es Sonora, Sinaloa y la Baja California. Fue escenario de combates entre republicanos e imperialistas, centro de trabajo de mineros, comerciantes y artesanos, sede de poderes políticos, así como entorno de desarrollo intelectual. Álamos mantuvo la hegemonía política en Sonora durante el siglo XIX, y compartió la hegemonía económica y comercial con el puerto de Guaymas. Ahí nacieron Carlos R. Ortiz, gobernador electo en 1881; Ramón Corral, gobernador y vicepresidente de México; Bartolomé Almada, diputado constituyente de 1857; y Félix María Zuluaga, líder del Plan de Tacubaya y primer sonorense en asumir el cargo presidencial, al cual llegó después de ocupar militarmente la capital nacional en 1858.

La historia de Ramón Ross no parece tan destacada como la de estos personajes; de hecho, su nombre es poco conocido para los alamenses, para los sonorenses y para los mexicanos del siglo xxi. Sin embargo, Ross estuvo cerca de jugar un papel determinante para el desarrollo de la Revolución y la historia de México, pues en 1924 fue uno de los posibles sucesores de Álvaro Obregón. Nació en la ya referida ciudad de Álamos, el 24 de julio de 1864. Se estableció en Huatabampo (distante 100 kilómetros de Álamos), donde se dedicó al comercio y la agricultura. Perteneció a una familia que, si bien no era de grandes hacendados, sí tenía una condición social propicia para colocar a sus miembros en diversos cargos de gobierno. Ross fue regidor suplente de Álamos y presidente municipal de Huatabampo en 1905. Fue presidente de la Junta Local del Centenario en 1910 y miembro de la Junta de Mejoras Materiales ese mismo año.

Era amigo de Álvaro Obregón, a quien apoyó para que éste fuera alcalde de Huatabampo en 1911. Como recompensa, al asumir la alcaldía Obregón lo nombro primer regidor de los indios mayos, cargo de extrema importancia, pues los mayos fueron una destacada vena armada de las fuerzas de Obregón. Ingresó al movimiento revolucionario de la mano con Obregón, a quien asistió en labores administrativas. Fuera del ámbito castrense, Ross fue el hombre de mayor confianza de Obregón. No ocupó ningún cargo importante antes de ser diputado constituyente, pero su conexión con Obregón le bastó para ponerse en el mapa revolucionario. Prueba de lo anterior son algunos privilegios que Venustiano Carranza le concedió, por ejemplo, la autorización de cruzar mercancías por la aduana de Nogales con excepción de impuestos o cualquier otra regla aduanal. Esa era toda la trayectoria revolucionaria de Ramón Ross cuando fue electo diputado por Álamos para acudir al Constituyente. Llegó a Querétaro con 53 años cumplidos, así que era el mayor de la representación sonorense, y un personaje distinto al resto de sus colegas. Ross no sólo pertenecía a otra generación, era el único que conoció el servicio público desde antes de 1910, tuvo una vida mejor acomodada (en comparación a la de sus colegas) y una carrera revolucionaria muy discreta.

De diplomático se quiso agarrar a golpes con un negociador gringo

Después de disuelto el Constituyente, Ross continuó su trayectoria en cargos administrativos y como colaborador cercano de Obregón, aunque su vida cambió radicalmente, pues migró para residir en la capital mexicana. Aunque no tenía experiencia en relaciones diplomáticas, el presidente Álvaro Obregón lo nombró su representante en las Conferencias de Bucareli, efectuadas en la calle Bucareli del Centro Histórico de la capital mexicana.

El principal tema fueron las posibles compensaciones del gobierno mexicano al estadunidense, por las pérdidas sufridas por el país vecino durante los años más desastrosos de la Revolución. El otro seleccionado para participar en las negociaciones fue Fernando González Roa, quien, a diferencia de Ross, era un experto en derecho internacional. Durante las reuniones quedó expuesta la inexperiencia diplomática del sonorense. En una acalorada discusión, Ross y un estadunidense perdieron el temple y casi terminaron a golpes. Según Ross, el problema se debió a que su interlocutor hacía muchos comentarios ofensivos hacia los mexicanos, y sin negar que era un hombre de emociones desbordadas, dijo no poder evitar reaccionar indignado y contestar con ofensas. Otra versión que corrió consistió en que no fue el nacionalismo lo que guio la conducta de Ross, sino las copas que había tomado ese día a la hora de la comida.

Después de las conferencias, Ross fue nombrado director de Beneficencia Pública de la Ciudad de México. No pasó mucho ahí, cuando le asignaron el cargo más importante que tuvo en su vida: gobernador del Distrito Federal en 1923. Cuando Obregón estaba por finalizar su presidencia, se encontraba en la encrucijada de a qué aspirante apoyar: uno era Plutarco Elías Calles, el otro Ramón Ross. El Manco de Celaya terminó por inclinarse por Elías Calles, quien, como gesto de respeto, en su papeleta el día de las elecciones votó por Ramón Ross.

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