15 de marzo de 2025

Por qué el sonorense Uruchurtu no fue Presidente de México

El regente de hierro que modernizó al Distrito Federal

«¡Qué buen presidente sería los primeros 18 años!», exclamó el presidente Ruiz Cortines al barajar los nombres de quien sería su sucesor en la presidencia.

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Hace 72 años, entraba como regente del entonces llamado Departamento del Distrito Federal (DDF), el controvertido Ernesto Uruchurtu Peralta, conocido popularmente como “El Regente de Hierro”. En tiempos como estos donde la desviación de fondos públicos es algo común y recurrente, el nombre del oriundo de Hermosillo, Sonora, resalta entre los gobernantes de la capital, pues su gestión de 1952 a 1966 resultó trascendental durante las administraciones de Adolfo Ruíz Cortínez, Adolfo López Mateos y parte de la de Gustavo Díaz Ordaz , pues por su labor era ratificado.

Su sobrenombre derivó de su interés por comprender y solucionar, de manera moderna, el funcionamiento de la metrópoli; también por su intolerancia ante los actos de corrupción en dependencias de gobierno y lo que él consideraba como comportamiento “inmoral” de los citadinos…

Su eficiencia y honestidad hicieron que muchos mexicanos lo consideraran para la presidencia de la República en la sucesión presidencial de 1957 y con Adolfo Ruiz Cortines como jefe del Ejecutivo, pero…

Fue con Ruiz Cortines que se institucionalizó la figura de El Tapado. En aquellos tiempos ese juego de la política mexicana ganó suspenso, pues el veracruzano poseía un estilo sádico y refinado de tratar a sus colaboradores: gozaba con engañar, pero no con mentiras, sino provocando confusión…

Uruchurtu y López Mateos

La sucesión de don Adolfo fue tortuosa. Lo cuenta Daniel Cosío Villegas:

Lo importante del relato, son sin embargo, las consultas que hizo el presidente Ruiz Cortines. Éste le pregunta al presidente del PRI, el general Agustín Olachea, quiénes sonaban como aspirantes a sucederlo. Olachea le dice los nombres y Ruiz Cortines va comentándolos.

-Ángel Carbajal …

Ése es paisano nuestro, lo queremos mucho. Lo conocemos mucho. No lo vamos a analizar porque lo queremos mucho.

-Gilberto Flores Muñoz

!Ay, caray! Gallo de espolón muy duro. Muy amigo, muy trabajador.

-El médico Ignacio Morones Prieto:

Ah, honesto como Juárez; como Juárez, austero, como Juárez, patriota; ¡como Juárez, sí señor.

Ernesto Uruchurtu (regente de la ciudad):

¡Qué buen presidente sería los primeros 18 años!.

Y nada más, dice Olachea sin inquietarse; el presidente le pregunta si no se habla también de Adolfo López Mateos y Olachea contesta:

Está muy tierno, señor presidente.

Ruiz Cortines le dice que de todas maneras investigue si como se dice es protestante.

Al ver que el elogio presidencial, no por disparatado menos encendido, caía en Morones Prieto (…), Olachea entendió que ése era el escogido.

En una segunda entrevista, quiso informarle al presidente el resultado de la investigación sobre López Mateos, pero al pronunciar este nombre, el presidente interrumpió para decir:

Ya no siga general, ése es .

Por cierto, fue en los meses previos al nombramiento de López Mateos como candidato del PRI cuando Abel Quezada inventó el término tapado.

En ese entonces, todavía se publicaba El Nacional, periódico propiedad del gobierno cuya fama era que no tenía lectores. Se acercó el director de dicho diario al presidente para comentarle que él ya sabía que el bueno era López Mateos y le preguntó si lo autorizaba a publicarlo. Ruiz Cortines lo pensó y le respondió:

Publíquelo, pero no se lo cuente a nadie.

Una de las contribuciones más importantes de Uruchurtu. El Regente de Hierro es la presentación de una nueva hipótesis sobre el que quizá sea el más enigmático episodio de la vida del político sonorense: su renuncia a la Regencia del Distrito Federal en 1966, en el segundo año del Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. 

Su salida de la Regencia

Díaz Ordaz y Ernesto P. Uruchurtu saludan al diputado Everardo Gamiz, líder del Sindicato de Trabajadores del entonces Departamento del Distrito Federal, en 1965. Foto: Fototeca Nacional del INAH

En su libro El regente de Hierro, Manuel Perló expone los factores, sobre todo políticos, que llevaron a su caída.“Mi interpretación es que Uruchurtu entró con calzador, entró forzado, y en contra de los deseos originales de Díaz Ordaz, que eran nombrar a alguien distinto para el Departamento del Distrito Federal”, expone.

De acuerdo con el investigador, el Presidente saliente, Adolfo López Mateos, echó mano de la regla no escrita de poder recomendar la permanencia de ciertos funcionarios en puestos clave y demandó que el Regente se quedara en el cargo.

Ese movimiento, explica Perló, tuvo que ver con la gran cantidad de obras que estaban realizándose en ese momento para los Juegos Olímpicos de 1968.

“El único en el que López Mateos confiaba para hacer esa labor era en Uruchurtu, porque sabía que era muy eficiente, que no se robaba el dinero, que tenía recursos y que no iba a endeudar a la Ciudad”.

“La hipótesis que propongo es que ésta (la salida) se originó por la necesidad que tuvo Gustavo Díaz Ordaz de recuperar la Ciudad de México como espacio político para el apuntalamiento de su estrategia de consolidación del poder presidencial”, escribió el académico.

“Finalmente el acto último de poder presidencial, el de Díaz Ordaz, un acto autoritario, fuerte, es el de construir toda una operación para sacar a Uruchurtu muy golpeado del Departamento del Distrito Federal”, ahonda en entrevista.

Esta operación consistió en que, en septiembre de 1966, la Policía de la Ciudad llevó a cabo un violento desalojo de 4 mil habitantes del Pedregal de Santa Úrsula, sin que Uruchurtu lo hubiera ordenado.

Lo anterior derivó en un escándalo público y en un colérico linchamiento en la Cámara de Diputados que, finalmente, llevó al Regente de Hierro a renunciar después de 14 años en el cargo.

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