21 de noviembre de 2024

PERSONAJES SONORENSES

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Germán Carlos, grandeza en la radio

Locutor, periodista, analista, líder sindical y hasta gerente. De todo fue Germán Carlos Hurtado en Guaymas, hasta podría decirse que obtuvo un doctorado en amistad. Tuvo cientos, miles de amigos.

por Fernando Villa Escárciga

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Tanta radio recorrió Germán Carlos Hurtado en sus andares, que hasta desde la cárcel llegó a transmitir con etiqueta de prisionero. Pero no por transgredir la ley, sino por defender sus ideales y su derecho a la libertad de expresión.

Y desde ahí acusó al alcalde de Guaymas de atropellar sus derechos.

Innovador, ágil de palabra, de perfecta dicción, polémico y de recia opinión, Germán Carlos dejó honda huella en las empresas radiofónicas del puerto.

Locutor, periodista, analista, líder sindical y hasta gerente. De todo fue Germán, hasta podría decirse que obtuvo un doctorado en amistad. Tuvo cientos, miles de amigos.

De todo fue por su vigencia entre varias generaciones que le reconocen como un profesional del micrófono.

Hijo de Juan Carlos Ibarra y Rafaela Hurtado de Ibarra, nació en Ciudad Obregón el 3 de agosto de 1937. Allá hizo sus primeras correrías con micrófono en mano.

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PARTICIPANDO EN EL KILÓMETRO DE PLATAA PRO CRUZ ROJA. José Luis Robinson Copel, Germán Carlos Hurtado, Beaven Nila y Guillermo Yepiz, Atrás José Luis Barrera.

Todavía entre la niñez y la adolescencia, Germán empezó a descorrer la palabra como merolico en carros de sonido anunciando artículos de tiendas comerciales.

Ya pensaba que ése era su destino. Esperaba alguna oportunidad, la que sea, para entrar a la radio. “Desde chamaco supe lo que quise, no caí aquí por accidente ni fui invento de nadie”, decía.

Sus padres le reprendían e incluso llegaron a amarrarlo con cadenas para que no siguiera por ese sendero; don Juan Carlos deseaba que su hijo estudiara contabilidad, como él.

Pero el muchacho era terco. Rompió las ataduras de los prejuicios y en 1954 dejó la casa familiar para buscar destino en el norte, allá lo recibió Tijuana, Baja California.

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Así anduvo de noctámbulo en cabarets donde anunciaba artistas de baja calidad, hasta subir la cuesta y presentar grandes espectáculos y orquestas en clubes nocturnos, funciones de box y lucha libre. Ya era un animador reconocido.

Pero seguía seducido por la radio. Regresa al hogar cajemense para notificarle a su madre que presentaría su examen en la capital del país. Con reticencias, pero madre al fin, doña Rafaela le apoya económicamente.

Con licencia de locutor en mano, retorna a Ciudad Obregón y busca acomodo en la XEXH, donde es suplente de luminarias de la locución como Eduardo López ArmentaHéctor Licón y Nereo César López.

La invitación
Por ese tiempo, cada jueves en aquella ciudad José Luis Robinson Coppel presentaba en la misma radio el programa “El Cochinito”; ahí le conoce Germán y en una de tantas vueltas es invitado por José Luis a visitar Guaymas. Era 1957.

Desde el Pabellón Chapultepec, Robinson Coppel transmitía “El Vacilón”, programa nocturno difundido por la XEDR con amplio auditorio familiar y ahí presenta al joven Carlos Hurtado.

Presente en el evento, el propietario de la DR, don Modesto Ortega López, convoca al novel locutor a incorporarse a la empresa, no sin antes iniciar un jaloneo con los concesionarios de la radiodifusora de Obregón.

En la XEDR había tremendos locutores encabezados por Robinson Coppel, cuyo programa “Álbum Infantil del Año” ha sido uno de los más exitosos de todos los tiempos.

Germán Carlos se inicia en la empresa proyectando piezas musicales con espacios diarios de cuatro horas, hasta que inicia dos programas propios: “Matando el Tiempo” y “Cámara y Concierto”, con presentaciones en vivo de aficionados.

Pioneros
Ahí, en la DR, se forjan los pioneros en el periodismo radiofónico en Sonora, encabezados por Robinson Coppel, Alfonso Rodríguez Lira (Ángel Retano López), Diego Matus Félix y el propio Germán.

Desde las cinco de la mañana Germán abría las instalaciones de la radio e iniciaba con un programa musical. Cada rato le llamaban por teléfono para preguntarle la hora. Para evitar llamadas decidió dar el tiempo antes de cada corte, después cada minuto.

Así nació el legendario “Relojito Musical”, programa que perduró por más de doce años con un gran auditorio

Por esa época fue electo secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Radio y la Televisión (Stirt), que en Guaymas nació con la participación de Robinson, Romeo González y los hermanos Jorge y José Luis Enríquez.

Como líder sindical Germán apoya a Alejandro Padilla Reyes para adquirir la concesión de la radiodifusora XEBQ, entonces propiedad de Raymundo López Lerma.

A principios de los años setenta deja la XEDR y renuncia a la secretaría del sindicato para ocupar la gerencia de la BQ, donde propuso la creación de un Departamento de Noticias que dirige Antonio Castellanos Olmos.

En aquel noticiero en la DQ participaban como reporteros José Luis Bórquez Rivas, luego director de La Voz del Puerto, y Gustavo Cortés Campa, quien llegó a ser un destacado periodista de Excélsior, diario de circulación nacional.

Invitado por el líder nacional del Stirt, Netzahualcóyotl de la Vega, Germán pasa a ocupar de manera simultánea las gerencias de la XEHX (donde fue suplente en sus años mozos) y la XEOS, ambas en Ciudad Obregón.

La añoranza del puerto era mucha y Germán decide regresar tras dos años en su tierra natal.

Se contacta con Guillermo Acosta Ochoa, gerente de la XEFX, que era parte de una cadena nacional de radios encabezada por Luis Santibáñez. La FX cruzaba por tremenda crisis.

“Recuerdo cómo hacíamos esfuerzos con mi amigo, el inolvidable compañero y excelente locutor Guillermo Acosta para mantener en funcionamiento los vetustos aparatos de transmisión”, decía Germán.

El renacer
Fue precisamente Acosta Ochoa quien invitó a Carlos Hurtado a incorporarse a la radio donde diseñó el programa “El Relajito Musical”.

Entre sus compañeros recordaba con afecto a Gloria Elvira Biebrich.

A mediados de los setentas Fernando Astiazarán Aguilar adquiere los derechos de la FX y, ya Carlos Hurtado como gerente, le ordena cerrar la radio durante quince días.

“Pero, Fernando, para cerrar hay que solicitar permiso a la SCT”, le dijo Germán.

“Mira, o arreglamos esto o la radio truena”, fue la réplica inmediata.

Carlos Hurtado viaja a Los Ángeles, California, para adquirir equipamiento novedoso mediante una cuantiosa inversión aplicada por el concesionario. La XEFX se puso a la vanguardia en tecnología.

“No sólo en equipamiento, también pusimos a la FX arriba en auditorio”, recordó con agrado Germán.

Durante décadas, en el país las ataduras sobre los locutores fueron férreas, era casi nula la libertad para hablar de política; hasta fines de los sesentas se fueron soltando las amarras.

Veterano en esas lides, Carlos Hurtado inicia en la XEFX y junto a otros, fue precursor desde Guaymas del periodismo radiofónico en Sonora, lanza al aire un programa que hizo época: “Vimos, Oímos y Decimos”.

Recordaba el experimentado comentarista: “Antes a los políticos les daban vergüenza las críticas, ahora se han vuelto cínicos”.

Al “bote”
Por sus señalamientos lapidarios contra los hombres del poder, Germán Carlos Hurtado vivió una anécdota quizá única en toda la entidad. A tres décadas de aquel acontecimiento llegó a rememorar:

Desde la cabina de la XEDR criticó con fuerza al gobierno del alcalde Enrique Ramonet por vender agua en pipas a la gente pobre de las colonias populares. Los señalamientos fueron subiendo de tono.

Cierta noche, los gendarmes comandados por Armando Velderráin Viesca encierran al locutor en la Cárcel Municipal; ahí pasó la noche pero no se amilanó.

A las siete de la mañana siguiente, convenció al director del penal, Bernardo Castro, que le prestara el teléfono y se comunicó con Robinson Coppel, que iniciaba su programa.

La palabra de Germán Carlos tronó al aire:
“José Luis, este méndigo Alcalde atropelló mi derecho a la expresión y me metió a la cárcel”.

“¡Cómo que estás en el bote, ahorita mismo exigimos tu libertad ante el Procurador y denunciamos todos los atropellos de este sátrapa!”, respondió con fuerza José Luis.

Durante varios minutos la denuncia de ambos locutores, uno desde la cárcel y otro desde cabina, se difundió entre millares de guaymenses que atestiguaban el insólito suceso.

Ramonet mandó emisarios a la prisión de la calle 15 para rogarle a Germán que se callara, que dejara de hacer sus denuncias y que ya había ordenado su libertad.

“¡Que venga el Presidente Municipal y personalmente me libere, exijo una disculpa pública por este atropello”, replicaba el indignado locutor cuya voz seguía al aire.

Por fin los ánimos se calmaron y el alcalde Ramonet recibió en audiencia al ex prisionero, en la sala de Cabildos, donde ofreció sus disculpas por el agravio.

Amenazas, balazos frente a su casa, injurias contra su familia, mentadas de madre y advertencias contra su integridad física llegó a enfrentar como controvertido locutor.

“Nunca les hice caso, aunque en honor a la verdad sí tuve miedo cuando unos cabrones me quisieron rostizar”, llegó a decir.

Entre llamas
La remembranza se refiere al verano de 1991 durante la campaña electoral para la presidencia municipal, a cuya cabeza aparecían el priísta Manuel Ibarra Legarreta y el panista José Ramón Uribe Maytorena.

Germán criticaba con fuerza al de Acción Nacional, ante lo que algunos simpatizantes de Uribe lanzaron una bomba molotov contra la cabina donde el locutor arremetía con sus frases incendiarias.

Aunque sólo se incendió parte de las paredes y maleza aledaña a las instalaciones de la FX, de entre las llamas surgió la desesperación difundida por las ondas hertzianas.

“¡Auxilio, me quieren quemar!”, exclamaba el angustiado Germán. Por fortuna todo quedó en eso, en una anécdota más de la trepidante historia política local

Quedan también aquellos enfrentamientos feroces que el locutor mantuvo durante meses con el entonces director de La Voz del Puerto, José G. Rodríguez, el llamado “Zurdo”.

Uno desde “El Relajito Musical”  y el otro desde su columna “Con Vista al Mar” se dieron con todo, en señalamientos mutuos casi se hicieron pedazos… Aunque nunca se hicieron daño y terminaron siendo grandes amigos.

Orgulloso de sus aportes a la XEDR, XEBQ y XEFX, Carlos Hurtado siempre sostuvo que ningún locutor en Guaymas ha tenido más merecimientos que José Luis Robinson Coppel.

“Fue nuestro maestro, el que dejó escuela y condiciones a una generación que estamos orgullosos de haberle aprendido tanto. Nadie, ninguno con tanto carisma ni capacidad como José Luis”, expresaba.

Precisamente fue Robinson quien sentó los precedentes sobre las campañas altruistas para instituciones de servicio, de organismos samaritanos, de personas desesperadas y hasta de compañeros en urgente necesidad.

Con su solidaridad sin condiciones, José Luis invitó a Germán a participar en una función de box a beneficio del locutor Feliciano Nava, aquejado de una grave enfermedad.

Aunque la función fue exitosa y la Arena Carta Blanca se abarrotó de aficionados, lamentablemente Feliciano falleció horas después. Pero el apoyo ciudadano y de sus compañeros fue elocuente.

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Ayer y siempre
El locutor siempre tuvo en claro su sentir sobre el mejor Presidente Municipal de Guaymas: José Martínez Bernal, el popular “Mocho” fue el mejor y más querido por la gente.

Sin recursos y sin lloriquear “El Mocho” hizo muchas obras, escuelas, abrió calles y mantuvo un estrecho contacto con el pueblo y sus necesidades, comentaba.

Durante casi medio siglo de hermandad con el micrófono, Germán siguió abriendo brecha con su programa “Noticias XX” que todavía en el 2003 se transmitía por la 630 AM del cuadrante.

Enn muchos hogares resonaron durante años sus populares frases como: “No está el horno para bollos”, “Este arroz ya se coció” y “Vámonos recio”.

Germán Carlos Hurtado marcó huella, hizo presente y dejó escuela en las cabinas todas del puerto.

En la radio misma vislumbró siempre su futuro: “Esta es mi vocación y devoción; hasta que Dios quiera voy a seguir… He vivido y moriré con el micrófono al frente”.

Y lo hizo. A 15 años de su partida los micrófonos todavía le extrañan. Su voz, su ingenio,  permanecen en el “aire” de la memoria popular.

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