7 de diciembre de 2024

HERMOSILLO EN LOS 60

Fotos antiguas de Hermosillo

RESEÑA DE HERMOSILLO DE LOS AÑOS 60 POR JOSÉ LUIS ‘EL CACHO’ BOJÓRQUEZ

En los sesentas Hermosillo conoció el anillo periférico y su población pisaba los 150,000 habitantes y donde hubo quien declarara que ya no había lugar aquí ni siquiera para acomodar una aguja.

La vida detrás del «bordo» parecía imposible y no obstante se multiplican los fraccionamientos y a la vivienda popular, llamada también La Huerta, le siguió La Apolo (enclavada en los otrora basureros municipales) y el de la Reforma Norte al que coquetamente se le denominó de los “brassieres” ya que las casas con sus techos cónicos recordaban las prendas íntimas de las féminas.

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Entonces un peso compraba la voluntad diaria de un niño reacio a la instrucción pública para que con él pudiese darle rienda suelta a sus apetencias representadas por el “ricobeso”, la “nucita” y la “supernatilla”…

Un peso o «bola» o «varo» o «pachuco» pagaba un viaje completo e intransferible en los recientemente aparecidos «ruleteros» o «peseros» que empezaron dando el servicio sobre carros cerrados en donde el pasajero recién bañado para ir a la oficina compartía el sudor del chofer.

Poco después llegaron las camionetas de la marca Ford que al sufrir el sobrecupo tenían que llevar a dos que tres usuarios en calidad de «cátcher».

El ruletero recién llegado jubiló a los «camiones chatos» de Castellanos, Munguía y Osornio… Un peso compraba una boleada en el jardín Juárez el sitio de reunión de los soldados francos y pagaba también un corte de pelo en La Amiga de Pueblo donde las colas de mechudos eran tan largas como sus cabellos, y el propietario de la barbería tripulaba un modelo reciente gracias al favor que le dispensaban a su negocio tijeril del centro de la ciudad…

Un peso saldaba los favores de una linda damita que se dejaba conducir una pieza de baile por el osado galán que así lo disponía en los interiores de los bules de la recién mudada zona de tolerancia en Las Flores, más allá de la novedosa colonia El Choyal.

Un peso alcanzaba a pagar un «hot dog» que llegaron a la ciudad llamándose «perros calientes», pero la moral prevaleciente timorata por las interpretaciones que el binomio se le pudiera dar, determinó que se continuara con su apelativo inglés.

Esta vianda se popularizó en las afueras de la Universidad frente a la preparatoria pero el genio comercial de los gordos Medina los llevó a entregarla a domicilio desde su caseta Alma en Reforma y Veracruz, de donde partirían a los enfrentes de la colonia Pitic.

Inmediatamente, y como una respuesta regionalista, desde las catacumbas pécoras de la zona de tolerancia vino el taco de carbón o taco de carne asada también de a peso, envuelto en tortilla sobaquera a la que la cicatera forma de hacer mercado de los pioneros zares del taco -Ventura Sierra, sin duda el precursor- la redujo a sus mínimas dimensiones que casi terminaba por perderse en la mano…

Un peso pagaba la momentánea alegría que proporcionaba la tocada de una pieza musical en una radiola.

Este fue el aparato de la década que movió las voluntades y las preferencias musicales elevando a la categoría de ídolos a los artistas del momento. Aparecen rocolas por centenares. «El Güero» Ossio respondía por su calidad- y viven su pujanza máxima ya que con gran visión cantineros y restauranteros le dieron el sitio predominante en el interior de sus negocios para darles vida y animación.

Le fabricó ídolos, cautivó corazones o los hizo pedazos y le dio ritmo a toda una generación. Famosas fueron las ubicadas en el Café Universitario dentro del gimnasio donde el éxito preferido fue “la Burbuja” seguido de “Sábado en Tijuana” y las melodías de Hugo Avendaño dentro del Paty Queen.

La ideal o la tocada sin descanso en el drive inn de Beto Celaya. El Rubí en la calle Veracruz que incluía en su repertorio a Pablo Castillón “Contemplando tus cabellos de oro”, Los Dandys “Suspenso Infernal”, Juanito Mendoza “Me Sobra Mucho Corazón”, “Sombras” de Solís también Mayté Gaos con “el Gran Tomás” y Oscar Madrigal “Estoy muy triste porque estás muy lejos de mi”… Entonces el restaurante El Petate por la Monterrey hizo artistas de la canción sustraidos de los barrios y arrebatos a las fiestecitas familiares.

Entre tanda y tanda de sus programas radiofónicos a control remoto cada miércoles descubrió a Chayito Valdés, Sandra Almada, El Caporal del huapango Toño Borbón, Vicky Acuña, constituyéndose junto a otros en una comalada artística como ya no verá otra la población citadina en los treinta años sucesivos.

Allí las cahuamas cerveceras eran enfriadas en cilindros de lámina ribeteados de hielo para que los envases de cristal no resistieran el calor de la palma humana… La cenaduría masiva, porque de masa eran sus sopes, fue “La Primavera” por la Monteverde del policía Manuel Moreno.

Era el surtidor de los antojitos mexicanos para los añorantes de los que se sirvieron pocos años atrás en las mesitas de doña María, Los Ramones y la Chagua y su respuesta trasnacional lo fue el Pradas de los Andere, por la Serdán, donde las delicias tenían factura norteamericana y donde rolaban la torta compuesta, el café capuchino o las comidas de menú internacional.

También el coreano Pedro Park logra enganchar a una ávida clientela desde su café Reforma enseguida del cine tocayo valido de dos factores e irrebatibles: deliciosas cenas a precios económicos… Las Cazuelas por la Rosales reúne a la exitosa familia política del momento; Mario Morúa se reporta asiduamente… La carne asada se vende por toneladas sobre el recientemente inagurado bulevar transversal, la concurrencia es apretada y selectiva debajo de la sombra de corpulentos árboles en la esquina de la calle Matamoros donde Pepe Colores recibió el favor de los adoradores de la carne al carbón.

Tiempecito después abririría sobre el desecado lecho de La Sauceda su Villa Colores hasta donde llevó la alegría de mariachis y consumidores avenidos con las libaciones de larga duración. Fue donde se dieron el abrazo de reconciliación política las figuras encontradas entre sí: Enrique Cubillas, Fausto Acosta Romo y Leandro Soto Galindo…

El Señorial sobre la calle Veracruz y Segunda dura un pestañeo por lo atrevido de sus show: presenta sobre la extendida barra despampanantes jovencitas sicodélicas que bailan ritmos sensuales vestidas con ajustadas minifaldas las que llevan hasta el frenesí cuando no a la lujuria a los circunstantes masculinos…

El Focolare de César Balsa en el hotel San Alberto divide a la grey cafesera del mercado y jala a sus negocios a los de más posibilidades economicas, y claro a los aspirantes a serlo, y su desayunadero dura poco tiempo logrando impactar el ánimo de los imitadores, y uno de ellos, Víctor Manuel «El Perro» Romo instala la versión democrática del Focolare, el Tacolare, que fue una taquería nómada que lo mismo se detenía a servir a la insatisfecha burocracia de los palacios que a los deambulantes del jardín Juárez…

Por este mismo tiempo fracasan los intentos de taquizar el apetito de los hermosillenses del corredor ciclista Rafael Vaca. Su sueño convertido en una fonda de lujo llamada El Taquito no consigue hacer que sus favorecedores regresen con todo y que la variedad de antojitos era exhaustiva…

Vive también por esos días su agonía en su olvidada calle de San Benito la barraca antes iluminada multicolormente que dio albergue al celebradísimo Limoncito de Isidoro Angulo por más de treinta años y que corrió la legua desde el jardín Juárez, lugar de su inicio pasando por la esquina de Juárez y Veracruz donde los continuos pleitos de sus violentos visitantes y los lógicos roces con la autoridad lo obligaron al franco repliegue hacia la oscuridad de los barrios…

La cantina El Farolito de los hermanos Del toro reúne día y noche multitudes que se disputan desde tempranas horas el espacio de las mesas por allá por la Nuevo León. El gancho irresistible: una catarata botanera de picosos tentempiés que mantiene al grupo consumidor sin ganas de regresar a la casa o al trabajo.

La Tropiconga de Julio es más selectiva y callada su concurrencia ama el taco cahuamero y las longas son de un peso veinte y las de vaso chico de ochenta centavos. La Bohemia cambia de sitio y su clientela no vuelve a ser la misma. Los jaiboles mejor preparados salen de las manos de Espejo y de Héctor Borboa en el ya moribundeante Casino de Hermosillo de la calle de la Carreta…

Triunfa noche a noche el improvisado Club del Clavito reuniendo a su alrededor a los fanáticos de la cerveza tres equis- clara u obscura- en la esquina de Guerrero y Tamaulipas. Era un poste de madera con un clavo hendido a regular altura y que servía para que los sedientos abrieran sus chelas recién salidas del expendio de Mange. Ha sido el club más democrático por cuanto que sus filas de bebedores las aportaba el grueso poblacional que apenas acabalaba para el de «doce» pues el práctico «six» aún no aparecía…

El Chamarula celebriza el rumbo dando a conocer sus tacos de cabeza enseguida de la Cervecería  de Sonora y atiende primero a aquéllos que no le sacan a picar cebolla… La chivichanga frita detiene el paso de los hambrientos por detrás del Correo mientras que por sus frentes doña Nana sirve unos de picadillo, carne deshebrada y tacos de chilorio que llenan la tripa de los transeúntes  de la Serdán. 

El taco de frijol del Calá alcanza su propia grandeza al acompañarse con una picante salsa en el inicio del Rincón del Burro…

Los columnistas más leídos: Casanova, Enguerrando y Healy. En esta década El Imparcial pasa a matutino y en medio de la misma se decide también a trabajar el séptimo día pues hasta antes nadie escribía para el domingo.  Llenan la tarde hermosillense las voces de los papeleritos convocando a los lectores para que lleven el Regional, El Pueblo y El Heraldo.  El rumbo de la calle Veracruz hospeda al nuevo diario El Sonorense editado con la ayuda del gobierno por los hermanos Argüelles. A este periódico se le conoció como el de los «pelones» pues encima de que sus  editores provenían del Distrito Federal, no necesitaban usar champú…

Letreros famosos: “Casanova mientes”, “Firmes a tu regreso”, “Faustino no”, “Este  año aprende a tocar guitarra”…

El Chato guitarrero pasea sus últimos días de trovador nostálgico siendo «Martha» su canción de batalla y «el Jibarito», la prueba del alcance de su potente voz nasal. El Che Barrios de modestos alcances tenoriles enseña a la parroquia cervecera hermosillense la calidez  y el drama de los tangos, antes da serenatas diurnas a las guapas señoritas que estudian con Nachita de Amante. Dos «silitos» cada uno por su lado acompañados de sus guitarras consiguen por un peso la pieza la dedicada admiración de los tiernos románticos…

Personajes célebres: el honesto y recto policía Moralitos, “el Canti” en las afueras de la Uni; Esthelita en la biblioteca advirtiendo a los vociferantes, El Chapo Romo con sus electrizantes y bien montados shows pugilísticos y de la lucha libre, el espectacular doctor Sotelo y sus estrambóticos modelos Harley y Packard de  rutilantes colores.  El Bobby Thompson practicando el comercio, el trueque, y dejando a su paso un terco aroma a gallinacea y el perfume de su fácil sonrisa…

Despunta la forma de hacer comercio de autoservicio inscribiéndose a la vanguardia el mercadito Londres de Juan Burrola y el mercadito Pancho Buelna, seguido por los MISA de los güeros Durazo en los visitados Insurgentes, los cuales fueron substituidos en la misma década por el mercado de las rayas La Canasta que marcan el inicio ya en los setentas de los invencibles VH. Cabe apuntar el super Veracruz de los Cubillas que  mantuvo una decorosa pero efímera existencia comercial… Desaparecen los abarrotes tradicionales: El «Calovonten» de los Katase que había fundado Monona Granich, «La Villa Rica de la Veracruz» de Humberto Medina Hoyos y «El Dragón Rojo» de Miguel Chon. Morales  Hermanos en la tienda de  deportes y papelería bien surtida y mejor atendida. Mazón Hermanos redistribuye su tienda dándole un parecer norteamericano y crea el llamado «sótano» a donde van a dar los precios bajos. Su marcha musical es el silbido cotidiano por encima de la del Café Combate y su referencia  orquestal en las fiestas marca el finiquito de una tanda…

Lugares para echar el romance: El Paty Queen, El Café Universitario, la nevería La Ideal, las escalinatas del museo y cuando el noviazgo iba  avanzando atrás del museo, el cine Sonora y cuando abullía de amor la llama debajo de los cobertizos del cine Reforma, también en los sombreados corredores del monumento a la madre, el jardín de los mirtos dentro del edificio «mayor» de la Uni, los ventanales donde daban las clases de cocina en la secundaria y el asiento trasero de los camiones amarillos que llevaban la ruta del Seguro por ser la más larga.


Lociones y brillantinas de moda: Old Spice y Jockey Club, Cheseline Wildroot y Glostora.

El “livai” es sustituto por el Farah Americano, el zapato es el GBH de 120 pesos; la camisa es  blanca y tiene dibujo en V en la manga corta mientras que la larga exige la elegante mancuernilla.  La corbata es delgada y el corte de pelo varonil el dos rayas claro oscuro. 

Las peluquerías con más demanda: La Juárez del «Calvito» Castro, La Reforma del maistro Domitilo y Los Panchos de Saavedra remozadas hasta parecer joyería y con los vidrios polarizados para que desde afuera no fueran vistos los hombres en el momento cumbre  en que eran transformados en Adonis por la solícita atención de soberbias señoritas. El Super González tuvo una selecta de favorecedores en su barbería del bulevar Rodríguez…

Se divide el territorio de los bailadores: los ricos van al casino, los clasemedieros y estudiantes a las canchas y al recientemente inaugurado Gimnasio, y los rumberos de barrio llenan cada domingo el Hig Life, el Cuauhtémoc y el Dos Equis, salones que brindaban la oportunidad del ligue con  aquellas damitas que olvidaban llevar al baile al incorruptible chaperón. 

Las piezas favoritas: Patricia, Mujer Enamorada, Pepito mi corazón, Gracias amor, Corazón de madera, Nunca en Domingo, México Ruedas, Sábado en Tijuana, Tequila y todas las de los Apson Boys. 

Buenos  bailadores que no le sacaban a ser la atracción máxima en el centro de la pista: Gilberto  «El Yaqui» Cabanillas, Manuel «El Perro» Angulo, Alonso Robles y «El pelón» Héctor Serrato. Aunque Juan Manuel Muñoz «El Tepupa» llevó sus habilidades de roquero en plan profesional por los  salones de Hermosillo, más iluminado con el motejo artístico de Johnny Rock, no consiguió la celebridad que le pagó el deporte ni la que  obtuvo en la primera fotonovela que se rodó en la ciudad Cruz Gavilán…


Como una respuesta a los grupos que se formaron en la Ciudad de México – Teen Tops, Hooligans, Rebeldes del Rock, Locos del Ritmo, aparecen los jóvenes que se reúnen en las esquinas de los barrios para intercambiar los secretos arrancados a la guitarra en lo tocante  a la música del compositor agradable Horacio Arreola y su vocalista Yolanda Ballesteros. Creativo y ameno «El Chacal » Estrada que deleitó sobradamente las  tandas del Continental de César Gándara… 

La Televisión propuesta primero por canal 6 se convierte en un aparato exitoso que fue llevado a las esquinas más populosas de la ciudad encaramándose a un poste y dentro de una caja protectora para servir a una teleaudiencia que estaba incapacitada económicamente para tener el suyo, y que ya estaba dejando de lado a sus ídolos radiofónicos cambiándolos por modernos personajes de la televisión como Memo Turbull con su “Mundo al Día”, Gabriel Roberto Monteverde y Trinidad Félix Armenta con su “Bar de Aficionados.

El triunfo irreprochable del novel cantante hermosillense Javier Vega  quien volaría poco después al estrellato- vía Ossart- poniendo en el gusto de América el tema de La Campana Rota.


Locutores más escuchados: Humberto de Gunter, Los Moreno Gil, Fabián y Francisco Palma Parra, «Chicho» Rojo Gastélum con su programa  Melitón y Salustio Reséndiz que da origen a los programas de crítica y sátira política por la radio, Luis Ruíz Vázquez en la Chica de Sonora disputándoles el auditorio femenino al galán «Tato» Mazón. Dueños del aire también Roberto Garza, Carlos Valencia con su Cartero del Aire, Benjamín Godínez, Enrique  Hage Campuzano, Montiel Ventura Castillo. Las sociales de Miguel Maldonado, los éxitos Internacionales de Dávila Bernal, los Cantantes de medianoche de Dionisio Rentería, la poderosa y bien timbrada voz de Ernesto Aparicio Dike, el eterno compartiendo los micrófonos con «Pancho» y «Chamín» Vidal, que cobijaron el programa Forjando artístas que presentaba el piano de Ana Bertha, la armónica de don Juvencio Carrasco y el animador Alfonso Arvizu Abril. En esta década cae desamparado el radiofónico Recordar es Vivir cuando su principal patrocinador la  Cervecería de Sonora, en manos de nuevos dueños, no incluyó en su agenda promocional la querida estirpe de los músicos sonorenses representada allí por Los Viejitos de Pedro Noriega y la sonora voz del locutor Rafael Arias Córdova, quien condujo el programa por más de veinte años.

Emergen en la Pera del Ferrocarril Librolandia, El poeta grande de Sonora Abigael Bohórquez, Los artistas teatrales universitarios Oscar  Carrizoza, Jorge Velarde, Arturo Merino, Luis Enrique García, escritor y dramaturgo valioso, Socorrito Lagarda, Julia Astrid Tapia y «Pepe» Carreño Carlón… La revista de versos Alma Sonot del «Cacho » Bojórquez, La revista de literatura Letras de Sonora de Aristides Prats… Radio Universidad lanza su voz de cultura al cielo del noroeste y agrupa las voces de Aníbal Meneses, Ausdiberto Aguilar, Rita  Silvina Agramont, «Gallo» Jordán, Homero Estavillo y tiempo después saca al aire su canal televisivo con los más feos rostros del momento universitario: Eutimio Armenta, «Gordo»  Barrera, Sergio Solís y «Cacho» Bojórquez… La revista más leída en la historia de la Uni: «Presente» de larga vida y que fundó el talentoso periodista estudiantil Genaro Encinas Ezrré. Periódico de corta vida «Lex», de Carlos Moncada y Tere Gil. Publicación divertida y satírica «El porqué» de Morelos Vargas y Julián Moreno.


Deportista consistente: Isibasi. Personaje rudo y castrense: Solares. Basquetbolista: Alessi Andrade, Peludo Cárdenas…

Prestigio Universitario: haber sido de la FEUS como «El Guaty» Iberry, estar de novio con muchacha rica, ser amigo del «Pelón» (Tapia o  Rosas), tripular carro o motocicleta como Astrain o Sotelo Jr., Ser pasante de leyes como el tenaz Paz y Puente. Hablar en público como Virgilio Ríos Aguilera. Tener apodo congruente y eufórico para no pasar desapercibido. Vivir en la casa del secretario de la Universidad «Chalío» Moreno. Publicar en un medio. Tocar en la banda del mayor. Ser atleta como «El Supermán» Leyva o «El Patas» Romero o clavadista como «Manolo» Terán. Organizar una manifestación y tripular un carro alegórico. Vestir ropa americana.

Desprestigio universitario: Fosilizarse en la escuela, ser  despreciado en los bailes al pedir la tanda a una muchacha, ser amigo de un «hielo», no ser sujeto de crédito de las tortas de Ramón, caerles mal a  los de la agropecuaria, bañarse en lo bajito en la alberca….

Se abren las escuelas nocturnas y penetra un grueso número de ciudadanos maduritos alentados por la posibilidad de ser al paso de los años también universitarios… La academia comercial con más población estudiantil son los Institutos Gregg del chispeante profesor Abril y su inteligente esposa Lupita Fimbres… Los suspiros durante el recorrido de los desfiles arrancan las muchachas guapísimas de la academia del mister Sánchez. Las bastoneras ya son las de la “Prevo” que enseña y adiestra Migdelina. Los mejores bailes los organiza el Instituto  Marina de puras señoritas. Los  pleitos más enconados los escenifican los “hielos” de Gámez. Los más elegantes alumnos están en el Regis y los más  caritas. El uniforme más  llamativo el del Colegio Lux…

Se extiende  el pavimento de la ciudad hasta la añorada Ures y eso es pretexto para oirle a Gilberto «El Sahuaripa» Valenzuela su corrido “el Moro de Cumpas”…

Abren paso al Cerro de la Campana y la sensación es subirlo en carro en compañía de la novia (de otro)…

Tienden el bulevar Transversal y pronto los de El Mariachi y El Ranchito vienen a conocer a los nuevos habitantes de la colonia Vivienda Popular o La Huerta al otro extremo de esta anchurosa vía… Se lotifica la colonia El Choyal en unos llanos agrestes del norte poblándolo con más de mil familias que desocuparon del Vado del Río con el hincapié de que allí peligraban vidas y patrimonios…

Constituyen una casa con material de Stramit, láminas de paja prensada y la anécdota recuerda que antes de su inaguración fue devorada por las chivas…

El fraude de la década : la venta de lotes de Jardines de Hermosillo…

Roban la respiración de los suscriptores de El Imparcial sus bellas embajadoras  Beatriz Allegre y  Tere Gil, un par de mangazos… las misas se dicen en español…

Funcionan los teléfonos públicos donde se pueden hacer llamadas de larga duración por una moneda de veinte centavos…

Don Miguel T. Rodríguez y luego don Paz M. León ciudadanizan y casan a la población en la primera  mitad de la década. El inteligente pasante de derecho Roberto Sánchez Cerezo ya como juez de paz procede haciendo lo propio con la población aparecida en la segunda mitad…

Llegan por centenares los trailers de la caravana americana dirigida por Wally Byam…

El empeñoso sacerdote Pedro Villegas pone un pie en el cielo cuando llevado por su corazón de pan de dulce abre el hogar estudiantil Kino con la pretensión profética de  contener en él a todos los estudiantes huérfanos deseosos de superarse.  El Hombre manso y sencillo humilde hasta las lagrima Juán Navarrete y Guerrero… El presbítero Jaime Pedro Salcido en una empresa descomunal da los últimos toques al templo de piedra erigido en honor a la patrona  del barrio San Benito “La Virgen de Fátima”.


El publicista Gustavo Romero Carpena inventa el rap y lo utiliza para que diga sus mensajes promocionales el locutor Paraskevas de Nogales…

El carro más caro apenas llega a los ochenta mil y circulan por las calles marcas vesátiles: Vaux, Hall, Volvo, Hillman, Anglia, Taunus, Opel, Simca, junto a las marcas norteamericanas tradicionales…Es un escándolo la prostitución: cierran el hotel del Norte sobre la calle Octava. Siguen funcionando casas de «mala nota» como las de Zendy, La  Lucila, la Trini, la Astorga, La Chacha, el 19, y en la carretera al norte como vanguardia de los hotelitos de paso de la familia española, El Mirador y las  Vegas…


No bien pavimentada la calle Yucatán frente al gimnasio es aprovechada por los tarufis locales en lo que puede considerarse como el inicio de los arrancones. Allí se distinguen por su arrojo Beto Michelena, Héctor Murrieta, Beto Jiménez y Tony Salido el precursor del automovilismo de  velocidad… Las fiestas más rumbosas: las que preparan Falita Migdelina, Ramón Edingardo y Rusdibaldo a mamá Cuquita la dueña de la  Guapalaina… O las que organizan al policía más querido de todos los tiempos, Ventura Pro en Sambenito, por la calle Veracruz a donde asiste desde  el más modesto hasta el gobernador…

Pepe «El Chicano» establece en el remate de la calle Yucatán esquina con Reforma una pista para darle velocidad a los minúsculos go-cars. Alvaro Obregón Luken abre un negocio de jalón masivo, su golfito allá en la Pitic que fue el consuelo de los que no tenían equipo profesional para irse al  Country…

Extasis y arrobamiento: la práctica del hula hula, arillo de plástico que se levanta como el pasatiempo sin par en donde en el hogar tenían el propio y el cual colocándose alrededor del tronco del usuario lo hacia girar contorsionándose como serpiente  descoyuntando al cabo de su práctica a  los fragilísticoespialidosos de la cintura.  La pulsera magnética con un costo mayúsculo de 75 pesos llegó a convencer a los sobrados de fe que  curaba desde el mal de amores hasta los callos y el mal de década: el garrotazo de la suegra…


Se prenden los semáforos en las principales esquinas y cada vez se van viendo menos los automovilistas que para indicar que darán vuelta sacan el brazo con la mano hacia arriba y/o simplemente extendida. Mucho menos se ven los camiones que al hacer las indicaciones de la vuelta operaban un mecanismo que sacaba de la cabina una flecha de lámina con luces muertas fosforecentes. En esta década desaparece el crank manivela de fierro fundido con la que se hacía funcionar la volanta para encender el motor desde afuera del carro. Antes de desaparecer deschavetó a muchos automovilistas y despaletó a otros…

En este tipo de publicaciones imperaba el humor

Cómics: Chanoc, Marvela, Borola, Los Supersabios, Memín, Brujilda, Lágrimas y Risas….
Llega la pizza a un restaurante del bulevar Rodríguez y los primeros en hacerle los honores son los integrantes de una fugaz colonia italiana que  funcionó a esas fechas…

Paisaje imborrable: los paracaidistas de Hernández Toledo ocupando la  plaza universitaria, hoy del «Jatdog», y disolviendo a las turbas estudiantiles se apoderó del recinto educativo; hizo huir a los líderes del 67 y  marcó el inicio de una época de desintegración académica…

El santo del decenio: San Martín de Porres que se aparece en el cerro de El Mariachi y al rato consigue el milagro de que todos los recién nacidos lleven su nombre…


Entonces… las noches eran partidas en dos por el largo sirenazo de las  nueve y las mañanas se alertaban a las ossho…

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