24 de abril de 2024

Joaquín Murrieta, un héroe sonorense

Masks, Zorro, and Joaquín Murrieta - RelicRecord

Con excepción de la versión chilena, todos los libros sobre Murrieta que se han publicado en varias partes del mundo, han seguido la versión del periodista californiano John Rollin Ridge (Pájaro Amarillo, su nombre cherokee) de que Joaquín era de Sonora.

Así lo aseguró el historiador norteamericano James E. Officer el 20 de noviembre de 1980 en el Simposio de la Sociedad Sonorense de Historia:

LA NACIONALIDAD DE JOAQUIN MURRIETA
JAMES E. OFFICER   Noviembre de 1980

La historia de Joaquín Murrieta ha llegado a formar parte de la literatura de varios países. Entre los conocidos escritores quienes han empleado el tema de Joaquín en sus obras, se puede mencionar al mexicano Ireneo Paz-abuelo del poeta contemporáneo Octavio Paz-; al poeta chileno y ganador del Premio Nobel, Pablo Neruda; y al novelista norteamericano Walter Nobel Burns.  Además, una película norteamericana de la década de los treinta llevó la historia de Joaquín a muchos otros países del mundo.

Según la versión más conocida de la historia de Murrieta, él y su banda cometieron muchos robos y matanzas en la Sierra Nevada de California entre 1851 y 1853. Fueron perseguidos por un grupo de rangers encabezados por un tal Harry Love en el verano de 1853 y, según el capitán del grupo, Joaquín perdió su vida en una batalla con ellos en el mes de julio.  Después, la cabeza del supuesto Joaquín se exhibió en varios lugares públicos de California.

La primera versión de la historia de Joaquín salió a la luz en 1854 en San Francisco.  El autor era un joven periodista de California llamado John Rollin Ridge.  Cinco años después se publicó otra versión más larga.  Casi todas las versiones que han salido en diferentes lugares e idiomas desde 1860 están basadas en la edición de 1859.  No sabemos quien era el autor de aquella edición , pero es muy evidente que sacó muchos datos del libro anterior de Ridge.

Yo no se cuando la figura de Murrieta llegó a ser conocida en Sonora pero tal vez se podría saber al examinar los periódicos sonorenses de la década de los cincuentas del siglo XIX.  Tenemos datos positivos para confirmar que el nombre de Joaquín Murrieta era bien conocido por la década de los setentas.

Hace poco más de diez años que un investigador en Fresno, California encontró entre algunos documentos una referencia a una obra teatral sobre Murrieta que tuvo mucha popularidad en Sonora en 1872. Estos documentos formaron parte del diario de un ingeniero norteamericano llamado Albert Kimsey Owen que había visitado Sonora para investigar las posibilidades de construir un ferrocarril desde Texas hasta la bahía de Topolobampo, pasando por tierra sonorense.

Según el diario de Owen, un escritor mexicano de apellido Gabutti, un nombre más bien italiano que español, había escrito una obra dramática sobre las aventuras de Murrieta en California. Una compañía de actores mexicanos estaba presentando aquella obra en lugares como Hermosillo, Ures y Guaymas durante el mes de noviembre de 1872 y con buenos resultados. Owen escribe que “el nombre de Murrieta es bien conocido por todos los que saben algo de la época del oro en California.  Murrieta era del distrito de Hermosillo y dos de sus hermanos viven en Buenavista”.

La mención de Sonora como lugar de origen de Joaquín es consistente con las versiones de la historia del mismo que se publicaron en San Francisco poco después de los acontecimientos de 1853. Y en California como en México siempre se ha dicho que Murrieta era sonorense. Pero en Sudamérica y especialmente en Chile, existe otra opinión del asunto. Durante más de un siglo se ha mantenido que Murrieta era chileno, nativo del pueblo de Quillota, unos pocos kilómetros al norte de la ciudad de Valparaíso.

Estuve en Chile el año pasado y me dediqué a investigar cómo los chilenos habían llegado a la conclusión de que Joaquín era uno de ellos. Los folkloristas chilenos hicieron referencia a una obra escrita por un respetado historiador llamado Roberto Hernández Cornejo,  La mencionada obra que se publicó en dos volúmenes se tituló Los chilenos en San Francisco de California y la fecha de publicación es 1930. En el primer tomo Hernández Cornejo nos dice mucho de Murrieta y el mal tratamiento que recibió a manos de los angloamericanos. Lo hace dentro del contexto de la discriminación que sufrieron todos los chilenos en California y no deja la menor duda sobre la nacionalidad de Joaquín.  Según el primer tomo del libro de Hernández Cornejo Murrieta era chileno.

Otros colegas me hablaron de un libro llamado El Bandido Chileno: Joaquín Murrieta en California, publicado por primera vez en 1867. No logré ubicar copias ni en la Biblioteca Nacional ni en la Biblioteca del Congreso.  También me mencionaron un libro de Enrique Bunster titulado Chilenos en California que contiene un capítulo sobre Murrieta.  Encontré una copia de éste en la Biblioteca Nacional.

Mis estudiantes en la Universidad Católica de Santiago me dijeron que ellos tuvieron conocimiento de Joaquín principalmente a través de un oratorio escrito por Pablo Neruda en 1967. Me ayudaron a comprar una copia.  Pocos días después por casualidad encontré otro libro titulado Episodios Chilenos en California por Carlos López Urrutia que contiene una sección sobre Murrieta.  Este último libro es una publicación de 1975 y es el único que expone que Murrieta no fue chileno sino mexicano.  Gracias al libro de Urrutia me di cuenta de algunos datos que me ayudaron mucho en reconstruir la historia de cómo Joaquín Murrieta llegó a ser chileno.

Para apreciar todos los elementos de la historia hay que comenzar con la llegada de los chilenos a California después del descubrimiento del oro. Muchos de los barcos que navegaban por el Cabo de Hornos visitaron el puerto de Valparaíso y naturalmente en un país minero como era Chile muchos se entusiasmaron por visitar los campos de oro de California.  Los primeros chilenos llegaron a San Francisco en diciembre de 1848 y desde entonces hasta 1853, por lo menos cinco mil de ellos desembarcaron.  Según el censo de 1852 la población chilena en aquel año era de 5,500 personas, de los cuales la mitad estuvieron en San Francisco y más de un mil en el condado de Calaveras, uno de los lugares con más oro.

Igual que los sonorenses, muchos de los chilenos habían trabajado en las minas de su país y como los sonorenses también empezaron a tener más suerte al buscar el oro de la que tuvieron los anglosajones. Pronto vino la discriminación. La noche del 14 de julio de 1849 un grupo de hombres armados el barrio de los chilenos en San Francisco quemando muchas casas y haciendo robos.  Hubo muchos heridos pero afortunadamente nadie perdió la vida.

Hubo otra confrontación en el mes de diciembre de 1849.  Durante el verano de ese año algunos chilenos habían trabajado ciertos placeres en el condado de Calaveras, a unos 70 kilómetros de la ciudad de Stockton.  Cuando comenzaron las lluvias de invierno en los primeros días de diciembre abandonaron esos lugares con la intención de volver en la primavera.  Pero después de su salida algunos norteamericanos invadieron la región.  Cuando los chilenos se dieron cuenta de lo que había pasado, regresaron y comenzaron a trabajar nuevamente.  Los norteamericanos protestaron su regreso pero en lugar de presentar sus reclamos a las autoridades oficiales del condado, ellos organizaron una reunión especial, eligieron sus propios oficiales y decretaron una ley negando a los chilenos los derechos de propiedad.  A pesar de las acciones de los norteamericanos, un grupo de chilenos logró expulsar a varios de ellos de una parte de la región.  Los expulsados reclamaron a sus líderes quienes organizaron una nueva reunión y adoptaron una resolución que ordenaba la salida de todos los no ciudadanos dentro de un plazo de 15 días.

Varios de los chilenos salieron del lugar pero muchos otros permanecieron.  Los pseudo-oficiales multaron a dos con la suma de una onza de oro.  Algunos se negaron a pagar la multa y apelaron su caso ante un juez de Stockton.  El juez ordeno la detención de ciertos mineros norteamericanos juzgándolos culpables de haber robado a los chilenos.  El sheriff del condado dio al líder de los chilenos, quien era médico, el permiso para organizar una fuerza policial con la autoridad de detener a los norteamericanos.  Lo hizo, pero después hubo confrontaciones muy desagradables con la pérdida de algunas vidas.

Las noticias del tratamiento dado a los chilenos llegaron a Santiago y hubo varias personas que trataron de terminar la migración a California.  Por lo menos dos obras teatrales se dirigieron al tema del peligro.  Una de ellas llevó el título de Ya no voy a California.  A pesar de estos esfuerzos seguía la fiebre de oro y muchos otros chilenos se emigraron a San Francisco pero pocos se quedaron por mucho tiempo y un gran número de personas regresaron a Chile con un fuerte sentido de amargura.  Para 1860 la población chilena de California había bajado a menos de dos mil.

Me refiero a todo esto para poner en claro que por la década de los 60 del siglo XIX existía en Chile un cierto clima de odio en cuanto a los Estados Unidos y cuando en 1867 se publicó en Santiago un libro sobre un supuesto bandido chileno que había castigado a muchos norteamericanos, era natural que el pueblo chileno lo aceptara como ser verdad y aceptara también como uno de sus grandes héroes folklóricos a la figura de Joaquín Murrieta.

El libro antes mencionado fue traducido del francés por un chileno quien se identificó únicamente por las iniciales de su nombre:  C. M.   El autor original era un francés llamado Roberto Hyenne.  El libro sobre Joaquín gozó de popularidad al instante y se publicó en varias ediciones. El profesor Hernández Cornejo, igual que otros historiadores chilenos, sacó su información sobre Murrieta del libro de Hyenne traducido por el mentado C.M. (No se conoce ningún documento escrito por un chileno presente en California entre 1849 y 1860 que lleve mención alguna de Murrieta como compatriota.

Los muchos escritores chilenos que basan su aceptación de la existencia de Murrieta como bandido chileno en la obra de Hernández Cornejo seguramente han leído únicamente el primer tomo porque con el segundo entraron las dudas aún para el mismo Hernández.  Entre escribir el primer tomo y el segundo, a Hernández Cornejo le tocó ver una publicación de 1889 en la cual un escritor chileno, después de haber entrevistado a un chileno recién llegado de California, había declarado lo siguiente : “ En Chile ha sido muy popular una obrita que trata sobre el célebre bandido Joaquín Murrieta pero ni éste fue chileno ni los yanquis le cortaron la cabeza…”

Con este pedazo de información nueva, Hernández Cornejo en el segundo tomo empieza una larga discusión sobre la nacionalidad de Murrieta.  Entre otras cosas menciona que uno de sus colegas, don Domingo Amunátegui Soler, había sostenido que el traductor del libro de Hyenne era otro historiador Carlos Morla Vicuña y que Morla Vicuña había cambiado la nacionalidad de Murrieta que era mexicano.

Es evidente que Hernández Cornejo respetaba mucho a Morla Vicuña y en su discusión trata de defenderlo como persona demasiado honrada para haber cambiado la nacionalidad de alguien. Sin embargo, concede la posibilidad de que Murrieta no fuera chileno.  Se refiere a un artículo por otro colega, don Ricardo Donoso, que salió en el respetado periódico de Santiago El Mercurio del 16 de noviembre de 1830 (sic).  En aquel artículo, Donoso dijo que había examinado una copia del libro original de Hyenne, publicado en París en 1862 y según ese libro Murrieta era mexicano.

Gracias al libro de López Urrutia me di cuenta de otro dato que puede servir para terminar el debate.  En una de sus muchas obras, el historiador contemporáneo don Eugenio Pereira Salas hizo una comparación palabra por palabra y línea por línea, de la versión original del trabajo de Hyenne y la primera edición traducida al castellano por C.M estableció para su completa satisfacción que el traductor había cambiado cada referencia de Murrieta como ser mexicano y a Sonora como su lugar de origen, para convertirlo en chileno, así que cada referencia en la que se declara que Murrieta era chileno es falsa.

Así es que después de pasar muchas horas en tratar de establecer si Murrieta era chileno, descubrí que mis colegas chilenos anteriormente habían decidido que no lo era.

A pesar de la existencia de toda esta información, Pablo Neruda en 1967 escribió su obra.  Pero ustedes quienes conocen el trabajo de Neruda deben saber que él no estaba tratando confirmar el origen de Murrieta sino que quería atacar a los Estados Unidos por su intervención en Viet Nam y el tema de su obra es que el Tío Sam siempre ha maltratado a toda gente de color. Hay secciones de la obra que son muy bonitas, cosa natural cuando se piensa que el autor era tan talentoso, pero sea lo que sea, es un trabajo netamente político y uno que no ofrece ninguna prueba de la nacionalidad chilena de Murrieta.

Antes de salir de Chile visité el pueblo de Quillota.  No pude encontrar allí a ningún residente que llevara el apellido Murrieta ni en las guías de teléfonos de Santiago, Valparaíso y Concepción, las tres ciudades más grandes de Chile.  Y regresé a Tucson convencido de que Joaquín Murrieta no vino de Quillota, no era chileno y debía su fama en Chile únicamente a la acción de un traductor nacionalista hace más de un siglo.

¿Y qué información tenemos acerca de su origen sonorense?

Para comenzar, sabemos que el apellido Murrieta es muy común en muchas partes de Sonora. Aún en Tucson, que tiene una población numerosa de personas cuyos antepasados vinieron de Sonora, se encuentran varias familias con aquel apellido.  Sabemos también que muchísimos sonorenses abandonaron el estado después de 1848 para buscar su fortuna en los campos de oro de California.

Sabemos además que el autor del primer libro que se publicó sobre Murrieta dice que Joaquín vino de Sonora.  Hasta cierto punto debemos descontar el último dato porque se ha establecido que el libro de John Rollin Ridge era una obra de ficción. Sin embargo, con excepción de la versión chilena, todos los libros sobre Murrieta que se han publicado en varias partes del mundo, han seguido la insistencia de Ridge al declarar que Joaquín vino de Sonora.

¿Y qué dicen los periódicos de la época?  Desafortunadamente no nos dicen mucho.

Principalmente tenemos varios artículos relacionados con un asesinato en el pueblo de San Gabriel, cerca de Los Angeles, en el invierno de 1852.  Un tal Joaquín Murrieta estaba implicado en el acontecimiento, igual que un joven llamado Reyes Feliz, que después se presentó en el libro de Ridge como ser el cuñado de Joaquín Murrieta, y que éste escapó de San Gabriel sin ser detenido
Pero Feliz fue detenido, procesado y después ahorcado.  Según los diarios del día, el joven Reyes se declaró sonorense, del mineral de Baroyeca.

Hay algunas versiones de la leyenda de Murrieta que dicen que él también era de Baroyeca.  Pero dicha conclusión siempre depende de la declaración de Reyes Feliz y aquel joven no dijo nada con respecto al lugar natal de Joaquín.  Habló únicamente de su propio caso.

Tampoco sabemos si Feliz era en verdad el cuñado de Murrieta.  Antes de su muerte, Feliz confesó haber pertenecido a una banda de cuatreros encabezada por Murrieta pero no habló de otras relaciones más personales con su jefe.  Hay muchos historiadores contemporáneos que creen que Rosita o Carmelita-la supuesta hermana de Reyes Feliz y esposa de Joaquín-no era más que una invención de John Rollin Ridge. La única mujer cuyo nombre se menciona en asociación con el de Joaquín Murrieta en los periódicos de Los Angeles se llamó Eva Benítez y vino de Nuevo México.

La versión más antigua del lugar sonorense de donde vino Murrieta es la que se encuentra en el diario del ingeniero norteamericano Albert Kimsey Owen, de quien hablé en la primera parte de esta ponencia.  Según los informadores de Owen, Joaquín era del distrito de Hermosillo y tenía a dos hermanos en Buenavista.  En este caso el “distrito” seguramente se refiere al distrito judicial de Hermosillo pero desafortunadamente éste es muy grande.

En los últimos meses, varios amigos sonorenses me han dicho que según su conocimiento, los Murrieta siempre han tenido fama de ser del mineral de La Colorada.  Este dato lo encuentro muy interesante ya que La Colorada está dentro del distrito judicial de Hermosillo.

En 1916 (sic), el señor Fernando Pesqueira, el entonces director del Museo del Estado de Sonora, estaba haciendo trabajos arqueológicos en el recinto de Las Trincheras y ahí encontró a una persona, David Murrieta, quien le dijo que era pariente de Joaquín.  Veinte años después, un  norteamericano que estaba estudiando también el caso del origen de Murrieta, entrevistó al mismo David, que era propietario de una tienda de abarrotes en Trincheras quien le dijo que su familia había llegado a ese lugar en 1900 pero no le dijo de donde habían venido.

En 1969, otro investigador norteamericano fue a Trincheras para hablar nuevamente con David Murrieta.  Descubrió que David había muerto algunos años antes y que su viuda y el hijo menor se habían trasladado a San Luis Río Colorado.  Los buscaron ahí y los encontraron pero los parientes de David únicamente le pudieron decir que él les había hablado de su parentesco con Joaquín pero que no sabían nada de la genealogía de la familia Murrieta ni de sus orígenes en el estado de Sonora.

Aparte de la información ya mencionada, varias personas de apellido Murrieta me han dicho que sus antepasados vinieron a Cucurpe, de Pitiquito y de Tacupeto.  Además, hemos ubicado un documento del siglo XVIII en el que se menciona a una persona llamada Redondo Murrieta que vivió en la hacienda de Ocuca.

Para poner fin a mi ponencia, quisiera asegurarles que pienso seguir mis investigaciones con el objetivo de identificar el lugar de origen del famoso Joaquín Murrieta aquí en Sonora.  Por el momento creo que una región que promete es la del municipio de La Colorada.  Los invito a ayudarme con este proyecto.  Si alguno de ustedes tiene información que pueda servir para verificar el pueblo natal de Joaquín, espero que me informe cuanto antes.  Muchas gracias.

PONENCIA PRESENTADA POR EL SEÑOR OFFICER EL 20 DE NOVIEMBRE DE 1980 EN UNO DE LOS SIMPOSIOS DE LA SOCIEDAD SONORENSE DE HISTORIA.

Contiene una larga bibliografía que se omite.