Dos mujeres que llegaron a labrarse un nombre, a saltarse las leyes de su época y a convertirse en la imagen de libertad a la que muchas mujeres de la época aspiraban fueron Anne Bonny y Mary Read, las dos más famosas piratas conocidas
Anne Bonny, a quien pudimos ver en la serie televisiva Black sails interpretada por Clara Paget, fue una de las dos piratas femeninas más famosas de la historia; de hecho, las únicas de las que tenemos constancia en el Caribe, aunque es posible que haya habido más. La otra fue Mary Read y ambas, curiosamente, vieron cómo se cruzaban sus caminos en el primer cuarto del siglo XVIII.
Al igual que buena parte del resto de roles que aparecen en la serie, Bonny existió realmente y tuvo una vida muy diferente al de la mayoría de las mujeres de su tiempo. En una época en la que el sexo femenino estaba abocado a permanecer en un entorno exclusivamente familiar, ella eligió vivir con la libertad de los hombres; más aún si se tiene en cuenta que la vida escogida fue la de pirata, glosada por el romanticismo como paradigma de la rebelión contra lo establecido, la ausencia de leyes y la plenitud del espíritu libre (y a menudo obviando, todo hay que decirlo, la parte delictiva y criminal).
Y eso que Anne Bonny procedía de una acomodada familia irlandesa emigrada a Carolina del Sur por el escándalo que suscitó el adulterio de su padre -el abogado William Cormac- con una criada, de la que ella fue el resultado. La estancia en América fue fructífera y Cormac dejó las leyes por boyantes negocios. Pero el dinero y una esmerada educación no fueron suficientes para mantener tranquilo un espíritu rebelde y salvaje como el de Anne, de quien se dijo que una vez fue capaz de matar a una sirvienta en una pelea y otra se libró de una violación a puñetazo limpio, entre varios incidentes. Con ese «temperamento feroz y valiente», tal como la describen las crónicas, era previsible que se enfrentara a su padre continuamente. Harta, se enamoró de un marinero llamado James Bonny y se casó con él, fugándose ambos.
Pero ella tenía dieciséis años y apenas podía ver a su marido, enrolado en largos viajes, así que terminó buscándole un sustituto. Se trataba de Jack Rackham, joven educado y atractivo al que se conocía con el mote de Calico por la tela de los elegantes trajes que vestía y que sólo tenía una pega: se dedicaba a la piratería, navegando como intendente a las órdenes de uno de los capitanes más temidos de la zona, Charles Vane. Para Anne, sin embargo, eso no supuso ningún problema y cuando su marido no se resignó y les denunció ante las autoridades, la respuesta de la pareja fue agenciarse un barco y lanzarse al mar a vivir del saqueo.
Los datos son siempre confusos y dudosos, pero se dice que tuvieron un hijo que dejaron en Cuba antes de regresar a sus actividades. En una de sus andanzas asaltaron una nave donde uno de los marineros llamó especialmente la atención de Anne por sus finos rasgos y su suave tono de voz, un joven de belleza casi femenina que, de hecho, resultó ser una mujer. Era Mary Read y su historia difería bastante de la de Bonny: ocho años más joven, londinense y sin padre conocido, pues era marino y desapareció en la mar. La madre pudo subsanar la pobreza que se cernía sobre el hogar haciendo pasar a Mary, hija de un amante posterior, por un hermano anterior que en realidad había fallecido, con lo que la abuela se ocupó de ellas económicamente.
Pero la anciana también murió poco después y Mary, continuando la simulación masculina, fue enviada a trabajar a casa de una aristócrata francesa. No debió estar muy a gusto allí o quizá era que, como Anne Bonny, tenía un carácter «cada vez más audaz y fuerte, así como una mente errante», porque ya adolescente se fugó para enrolarse en la tripulación de un buque de guerra. Según su biógrafo Charles Johnson, combatió contra los franceses en el contexto europeo de la Guerra de Sucesión española (en la que, por cierto, participaron muchops de los que luego serían célbres piratasn, como el citado Vane, Edward Teach alias Barbanegra, Benjamin Hornigold, Stede Bonnet o el propio Rackham) pero se enamoró de un soldado flamenco y se casó con él, retirándose ambos de la vida militar para poner una posada.
Él murió poco después y Mary se recaracterizó de hombre para regresar a la milicia pero, como la guerra terminó, retornó a la mar. Entre 1718 y 1719 operó bajo patente de corso, aunque más tarde diría que aborrecía aquella vida… pese que sus acciones la revelaron como una eficaz corsaria. O corsario, para ser exactos, ya que mantenía su apariencia masculina. Ahí fue cuando el destino quiso que las dos mujeres piratas cruzaran sus caminos, con el asalto del barco de Jack Rackham al mercante en el que ella viajaba a las Indias Occidentales. A Anne Bonny no le importó descubrir que aquel apuesto joven con quien había entablado amistad era una mujer. Por lo visto, a Rackham tampoco y, así, Mary no sólo se unió a su tripulación sino que formó con los dos un singular triángulo amoroso, si hacemos caso a la leyenda.
A bordo de una balandra llamada William sus correrías alcanzaron cierta fama. Sin embargo, el éxito hizo que bajasen la guardia y en 1720, cuando las autoridades británicas vieron que su permisividad con los piratas-hasta entonces llevadera por cuanto atacaba fundamentalmente intereses españoles- empezaba a alterar sus propias colonias, iniciaron una política de persecución. El William fue abordado por una corbeta al mando del comandante Jonathan Barnett quien, si es cierto su relato, se encontró que casi todos los tripulantes estaban borrachos. Sólo dos piratas ofrecieron resistencia y, para asombro de Barnett, ambos resultaron ser las dos mujeres, aquellas que el gobernador de Jamaica había mencionado en su bando contra la piratería, declarándolas -junto con sus compinches- enemigas de la Corona y ofreciendo una recompensa por su captura.
Pese a las exhortaciones que Anne y Mary hacían a la tripulación para defenderse, la tripulación del William se rindió. Trasladados todos a Jamaica, Rackham y una decena de sus hombres fueron juzgados y sentenciados a muerte al mes siguiente, terminando en la horca. Se cuenta que a Anne Bonny le permitieron una última visita a su capitán, en la que le recriminó haberse rendido en lugar de luchar. A ella y a Mary Read se las juzgó por separado en sendos procesos que tuvieron lugar unos días más tarde. También se las condenó a muerte pero guardaban un as en la manga: las dos declararon estar embarazadas, lo que impedía ejecutar la sentencia hasta que dieran a luz.
A Mary no le sirvió de mucho porque ni siquiera llegó al parto, tal como demuestra la inexistencia de una partida de nacimiento o de defunción de su hijo: murió de fiebres el 28 de abril de 1721 y fue enterrada en la iglesia jamaicana de St. Catherine. Lo que ocurrió con Anne Bonny es un misterio porque no hay datos; simplemente desapareció de la Historia. La leyenda de que huyó con su compañera a Luisiana es un mero relato romántico, como vimos. Una teoría apunta a que su padre pagó por llevársela a su plantación de Charleston, donde se habría casado con un tal James Burleigh y tenido al hijo que esperaba, al que seguirían otros siete. De acuerdo con esta hipótesis, el resto de su vida fue el de una respetable dama que logró llegar a los ochenta y cuatro años de edad.
Más historias
Senador de Arizona quería anexar BC y parte de Sonora
¿Y si don Ramón hubiera sido Presidente de México?
Cynthia Ann Parker, cautiva y madre de un gran jefe indio