4 de mayo de 2024

El Zurdo Rodríguez, Healy y Enguerrando

José Guadalupe “El Zurdo” Rodríguez Ochoa empezó desde abajo en el periodismo, conoció a periodistas históricos y fundó dos periódicos en Guaymas; antes de morir narró cómo se dio el pleito entre José Alberto Healy y Enguerrando Tapia, entre otras historias de su vida.

“El Zurdo Rodríguez» era un personaje de personalidad avasalladora, bronco como los de su tierra, decía, refiriéndose a sus Pilares de Nacozari y pronto impuso un estilo muy propio en la forma de hacer periodismo en Guaymas.

La mañana del lunes doce de septiembre de 2011, víctima de la combinación de varias enfermedades que minaron paulatinamente su salud, dejó de existir.

Y con él se llevó los recuerdos de la fundación de dos periódicos en Guaymas: La Voz del Puerto, aquel 21 de mayo de 1974, y El Eco, en los albores de los 80’s; lo había hecho también con una revista especializada en boliche en Hermosillo, donde se inició como fotógrafo de El Imparcial.



Creó una escuela periodística en Guaymas, donde no había mucha tela de donde cortar y si acaso, Gustavo Cortez Campa y José Luis Bórquez Rivas, tenían conocimientos sobre la materia. Bórquez hacía nota roja en la XEBQ, de la familia Padilla.

Se dio tiempo para formar periodísticamente a Ventura Cota, a José Guadalupe Barrera, José G. Mercado, Francisco Javier Millán Vázquez, a un reportero de nombre Jesús Manuel Fuentes y a otros más.

Al salir de La Voz del Puerto forjó El Eco y allí mismo se formaron Francisco Arenas Murillo y Marco Antonio Vázquez.

LA ÚLTIMA ENTREVISTA AL ZURDO RODRÍGUEZ

Unos meses antes de morir, en julio de 2011, El Zurdo fue entrevistado por Fernando Villa Escárciga:

Un guerrero del periodismo

“Siempre he tenido y tendré un profundo aprecio y respeto por don José Healy que, con Enguerrando; han sido los periodistas más grandes y de más firmes principios que he conocido”, dice

“A este oficio tengo mucho que agradecerle, aunque recibí golpes y sinsabores también me dio la oportunidad de encontrar amigos, de ser parte dinámica de la sociedad”, expresa.

«El periodismo es una profesión amarga, pero de muy dulces recuerdos»

Renato Leduc

Fernando Villa Escárciga

Postrado, pero no vencido, José Guadalupe Rodríguez Ochoa busca en la infinitud de los recuerdos sus vivencias por este mundo: repasa los tiempos y los hechos en su trajinar como periodista, oficio al que dedicó su vida y lo volvería a hacer.

Más de medio siglo dice él, aunque en realidad sus andares en el negocio de la prensa escrita iniciaron cuando recién dejó los dientes de leche. Sí, son casi seis décadas de enfrascarse en tinta y papel.

“Al periodismo tengo mucho que agradecerle, aunque recibí golpes y sinsabores también me dio la oportunidad de encontrar amigos, de ser parte dinámica de la sociedad”, expresa.

Es “El Zurdo” Rodríguez, el mismo de ronca voz y mirada acuciosa, de gestos y ademanes que reflejan un carácter amistoso pero enérgico, de una expresión que sabe dibujar sonrisas y corajes, de franqueza en el hablar, de precisión al escribir .

Hijo de Miguel Rodríguez Murillo y de Rosario Ochoa“El Zurdo” nació el 2 de agosto de 1942 en Pilares de Nacozari, en lo más al norte de Sonora. Fue el segundo de diez hermanos y, por necesidad de trabajo del padre, pronto radicaron en Hermosillo.

Desde chamaco supo lo que era ganarse el pan con su propio trabajo, vendía empanadas, menudo, nieves y otros productos que elaboraba don Miguel, aunque a veces el jefe de la familia se iba por meses a Estados Unidos para hacerla de bracero.

Menos de diez años tenía “El Zurdo” cuando entró en contacto con el periodismo al empezar desde mero abajo, como papelerito, como voceador del matutino “El Pueblo” en una esquina de la Yáñez en la vieja Pitic.

En una de ésas tantas, al paso de los años, conoció al fotógrafo Agustín Félix, a quien acompañaba a los banquetes y fiestas para retratar a los comensales o invitados para luego venderlas a los propios interesados.

Así andaba Rodríguez, entre la venta de periódicos y de fotos se ganaba sus pesos y, en algunas ocasiones, entregaba imágenes a“El Regional” a cambio de trabajo, entonces principal rotativo de la familia Healy“El Imparcial” todavía era vespertino.

Al paso de los meses, de tantas vueltas al periódico, la rutina se fue tornando diaria y así conoció a los reporteros María Cristina LeónMiguel Maldonado y Manuel Esquer de la Barrera, que personalmente le empezó a encargar trabajos.

Su primer equipo

Ante el cúmulo de trabajo era necesario equiparse, acudió al Banco Nacional de México donde su gerente Teodomiro Serrano le autorizó un crédito de 900 pesos para la compra de una cámara, incluyendo flash y ampliadora.

Rodríguez empezó a caminar solo, independiente, alternando la fotografía con sus aficiones a la práctica del béisbol y de caminar constante de su casa en Villa de Seris a la chamba, eran sus tiempos vertiginosos de ansiosa juventud.

Cierto día, en la calle como siempre, tomó la foto de un accidente automovilístico y corrió a “El Imparcial” para entregar con toda oportunidad la imagen. Ahí se encontró con un personaje que se tornaría legendario.

Se trataba de un hombre de cabello crespo, de gruesos espejuelos que, al ver entrar a “El Zurdo” le preguntó que se le ofrecía.

–Traigo esta foto, ¿me deja hacer la nota pa’ ver cómo me sale?

–Claro, hazla, pero no me hables de usted que somos iguales.

–Está bien, como tú digas Enguerrando…

Así fue el primer contacto en directo, cercano y laboral de “El Zurdo” con Enguerrando Tapia Quijada, entonces director de “El Imparcial” y que al paso de los años sería considerado, aún hoy, el periodista más reconocido y respetado en la historia de Sonora.

El trabajo de Rodríguez convenció al Director, cuyas órdenes de integrarlo como fotógrafo de inmediato fueron cumplidas, dando inició, formalmente, a una carrera periodística de amplio recorrido, de intensa labor, de constantes sobresaltos.

Además de Enguerrando, formaban parte del periódico Enrique Díaz LoaizaMartín BarajasGonzalo BlancarteFrancisco HernándezRegino BecerraAlfonso López RiesgoJorge Orozco y GirónLuis Farman y el excelente cronista deportivo Eduardo Gómez Torres.

Por esos tiempos también participaban Cecilia de GuilarteAlicia MaldonadoFederico CóckerFrancisco UreñaJorge Cejudo DíazAlvaro AmabilisJorge FernándezEnrique Yescas y José Terán, así como el grandísimo amigo de “El Zurdo”, David Cruz Martínez.

A Rodríguez le impactó la personalidad, principios y vocación periodística de don José Healy, en cuya oficina colgaba de la pared un cuadro con la famosa frase de Walter William“Nunca escribas como periodista lo que no puedas sostener como hombre”.

De don José Healy, así se expresa “El Zurdo” Rodríguez: “Siempre he tenido y tendré un profundo aprecio y respeto por don José que, con Enguerrando, han sido los periodistas más grandes y de más firmes principios que he conocido”.

Crítico y contestatario, “El Imparcial” con Tapia Quijada y su ejército de reporteros se vieron inmersos en aquellos tiempos convulsos de la historia política estatal, que iniciaron con la pugna interna del PRI por la candidatura al Gobierno del Estado.

Tras una zacapela de grillas en la que quedaron en el camino Fausto Acosta Romo y Ricardo Topete, arriba a la gubernatura Luis Encinas Johnson, cuya campaña fue coordinada por el cajemense Faustino Félix Serna.

Una guerra

Con el sanluisino Mario Morúa Johnson a la cabeza, primo del mandatario, que regenteaba varios giros negros, aparece una estela de corruptelas en el gobierno que ambos impresos de los Healy empezaron a fustigar con intenso rigor.

Inició una guerra entre el gobierno y la línea editorial dirigida por Enguerrando, que como buen general comandaba un feroz pero objetivo ejército de reporteros entre los que se encontraba “El Zurdo”.

Eran los mediados de los años sesentas, tiempos convulsos para Sonora con una prensa que, encabezada por Tapia Quijada, que por denunciar la corrupción oficial era objeto de amenazas,  persecución y cárcel por los personeros del gobierno de Johnson.

Para contrarrestar el peso de los periódicos Healy, desde el gobierno y con sus recursos se funda “El Sonorense” con Félix Serna como socio principal; era un matutino que con equipo muy moderno empezó a dirigir Carlos Argüelles.

Por esos tiempos, Don José y Enguerrando arreciaron con la emisión quincenal de la revista “Análisis”, cuyos editoriales tenían gran demanda ciudadana con decenas de personas haciendo fila a las puertas de la empresa para adquirir un ejemplar.

Tiempos difíciles también en lo económico pues, dice “El Zurdo”, a veces les pagaban en la empresa con cheques que resultaban botadores, por lo que seguido pedían fiado ropa o alimentos en la tienda “La Cosalteca” de la familia Mazón.

Una desavenencia con el administrativo Hilario García Galindo, que le tranzó con una publicidad de la Comisión Federal de Electricidad, provocó la renuncia de Enguerrando Tapia Quijada. Era la segunda mitad de los sesentas.

José Alberto Healy

Hilario hacía ronda en la empresa con José Alberto Healy que, expone Rodríguez, antes que contribuir a la buena administración de la empresa editorial despilfarraba los recursos en frivolidades y francachelas.

Luego de una disputa con José Alberto en el Lucila Night Club de la zona de tolerancia, en presencia de varios amigos, entre ellos Hugo Delgado Lomelí, “El Zurdo” fue despedido de “El Imparcial”. Todo porque reclamó al chico bohemio la salida de Enguerrando.

“Así pasé por esa empresa, donde mis mejores recuerdos quedan para don José: para él mi admiración, respeto y gratitud; con Enguerrando fue mi segundo maestro. Un hombre íntegro, todo un caballero”, expresa.

Siendo un chamaco todavía, con poco más de veinte años, José Guadalupe ya era conocido por la terrible contundencia de sus zurdazos. Seguido noqueaba a quien le buscaba pleito. Don José Healy le apodaba “Ultiminio”, por aquel famoso boxeador de apellido Ramos.

“En realidad siempre fui muy miedoso para pelear, pero cuando no había remedio tenía que defenderme y no sé por qué, pero estando flaco pegaba muy duro y nomás veía caer al valientillo que se me ponía enfrente”, comenta.

Te pueden odiar…

Durante más de tres años Rodríguez Ochoa anduvo dando tumbos. Trabajó en la “Revista Ganadera” de la Unión Ganadera Regional de Sonora y fundó la edición de “El Boliche de Sonora” con reseñas sobre el deporte de las chuzas.

A fines de los sesentas, Enguerrando Tapia Quijada pasa a dirigir “El Sonorense”, periódico al que cambia su línea editorial y con su famosa columna “Mi libreta de apuntes” empieza a marcar nueva pauta en el periodismo estatal.

Y Enguerrando llama de nuevo a “El Zurdo” Rodríguez a su lado en este rotativo que, de ser un periódico oficialista y que casi se regalaba, empezó a incrementar sus ventas hasta rivalizar con “El Imparcial”, para entonces el único matutino de la calle Mina.

Así, entre 1969 y 1974 se la pasó al lado de Enguerrando, aprendiendo, rajándosela a su lado, atento a sus enseñanzas: “Como periodista te pueden odiar, pero que te respeten. Quien no se respeta es un mediocre”, le decía Tapia Quijada.

–¿A qué vas a Guaymas? Es una ciudad controlada por caciques, muchos problemas vas a encontrar –le dijo el amigo.

–Échame la mano, Enguerrando, me gusta el puerto para vivir y creo que ahí también podría hacer buen periodismo.

Desde tiempo atrás Rodríguez tenía fijación por el puerto sonorense. En visitas anteriores se había quedado prendado por el mar, por sus cerros, por sepa cuántas cosas más.

Así, acompañado por José Terán (hoy reconocido escritor sonorense), “El Zurdo” se encaramó en un autobús rumbo a Guaymas, donde a los pocos días rentó unas oficinas a la Agencia Aduanal Véjar e hizo adquisiciones en Mueblería Zaragoza.

Luego se dirigió al Banco Ganadero, en avenida Serdán y Calle 20, donde lo recibe el gerente Luis Claussen Bustillos a quien solicitó una línea de crédito para la empresa que tenía en mente.

–Lamento decirle que no, señor, además de que usted no tiene garantías me parece que aquí un periódico no tiene futuro –respondió el ejecutivo.

–¿Podría comunicarme con “El Cayo”? –atinó a replicar Rodríguez.

Se refería a Arcadio Valenzuela, el magnate ganadero sonorense y fuerte accionista de la institución bancaria. “El Cayo”, como le decían, conocía perfectamente a “El Zurdo” y sabía de qué estaba hecho.

Años antes, desde “El Sonorense”, Enguerrando mandó a Rodríguez a la UGRS a recoger un cheque por una serie de publirreportajes elaborados por el propio “Zurdo”.

–Mira, es seguro que “El Cayo” te va a ofrecer un dinero aparte para ti. Ni se te ocurra agarrar un solo cinco. Con el cheque de la publicidad sale lo de tu sueldo y el de todos.

Así fue. Arcadio ofreció billetes que Rodríguez rechazó. Vencido por ese gesto de honestidad, Valenzuela le dijo que siempre contara con él para cualquier momento de apuro. “Considérame tu amigo”, le dijo.

Menos de quince minutos después de su llamada con “El Cayo”, la sucursal del Banco Ganadero en Guaymas emitía un crédito por 60 mil pesos para la primera inversión y un fondo revolvente para la fundación de un nuevo periódico.

Nace “La Voz”

Era mayo de 1974, era la fundación de “La Voz del Puerto”.

Con José G. Rodríguez como director, unos antes y otros después se incorporaron José Luis BórquezGustavo Cortés CampaEnrique “Tito” RodríguezJosé G. BarreraGuillermo AcostaJaime CamposGuillermo UríasFrancisco Arroyo y varios más.

Durante los primeros cuatro años “La Voz” se maquilaba en las instalaciones de “El Sonorense” en Hermosillo, pero como aumentaba el tiraje de éste último y el “Tribuna” seguía estancado lo empezaron a imprimir en Ciudad Obregón.”

Entre 1974 y 1981, siendo director del periódico guaymense, “El Zurdo” dio la pauta con su famosa columna “Con vista al mar”, cuyos corrosivos análisis incomodaron de continuo a los personeros del gobierno.

Durante esa época le tocó lidiar, para bien y para mal, con los alcaldes Felipe Bárcenas SantiniOscar Ulloa Nogales, Enrique Claussen Bustillos Marco Antonio Llano Zaragoza.

También durante ese tiempo le tocó conocer o convivir con Antonio Duarte de la revista “Así” y a Alejandro Oláis Olivas, entonces director del “Informador del Mayo” (por cierto, hizo enroque con Rodríguez entre Guaymas y Navojoa por algunos meses).

Tiempo también en que inició una intensa lucha editorial por la desaparición de los tugurios en el Paralelo 38, por lo que se confrontó con el alcalde Bárcenas, quien ordenó cárcel, persecusiones y ataques que pusieron en peligro su vida.

Aún así todo iba bien… Hasta aquella noche del 7 de junio de 1981 cuando fallece Enguerrando Tapia Quijada en el Hospital Universitario de Tucson, Arizona.

“El Zurdo” dice no recordar un funeral más triste ni numeroso en la capital sonorense, previo homenaje póstumo en la Universidad de Sonora a quien se considera el mejor periodista que ha parido el estado.

Por esos tiempos surge la famosa huelga de “El Sonorense”, encabezada por Francisco Javier Ruiz Quirrín e Hilario Olea Fontes, entre otros, en lucha por mejores salarios y prestaciones, así como por la defensa de la fuente de trabajo.

“Por esos días, todavía dolido por la muerte de Enguerrando, me encontraba en el restaurant ‘Los Cazadores’ en compañía de Oscar Ulloa y Ventura Sierra cuando llegan Bórquez y Víctor Blanco a entregarme una carta de Faustino”, dice Rodríguez.

De la noche a la mañana, agrega, el ex gobernador no sólo le quitó la Dirección sino el periódico mismo: “Había un acuerdo de palabra, pero ‘La Voz’ era mía, todavía tengo copia de la solicitud de registro”, subraya.

“El Zurdo” buscó apoyo legal en uno y otro y otro abogado aquí y allá. Todos le negaron sus servicios, temían ser pisoteados por el poder de los caciques sonorenses, sostiene.

Una tras otra…

Meses después de ese zarpazo, Rodríguez funda el periódico “Eco” con aportaciones de empresarios como José Ramón UribeJuventino Zataráin y Fernando María Astiazarán que le apostaron a su ejercicio editorial para informar a las comunidades de Guaymas, Empalme y San Carlos.

Entre 1982 y 1983, maquilado en los talleres de “El Debate” de Los Mochis, Sinaloa, el nuevo periódico contó con las plumas de José Terán, Guillermo Urías, Marco Antonio Vázquez y por supuesto “El Zurdo” dándole duro “Con vista al mar”.

Varias circunstancias operaron contra el proyecto en marcha: las amenazas del alcalde Florentino López Tapia a los comerciantes que contrataran publicidad, el aumento al precio del papel, la volatilidad del peso durante el gobierno de José López Portillo.

“A jalones y estirones cumplimos con los suscriptores a un año; también, se liquidaron las aportaciones de los socios, que fueron más de tres, aunque algunos se quisieron llevar la tajada del león”, recuerda.

Como todo periodista con independencia de criterio y comprometido con su manera de pensar, se puso a escribir para “Así” de Toño Duarte; “Tiempo” de Alejandro Oláis; “A Tiempo” de Lina Bueno y para la revista “Sin Límite Avante”, que dirige Ventura Cota y Borbón.

Por cierto, dice, de “Sin Límite” salió en diciembre del 2009 porque sus opiniones chocaron con los intereses del dueño de la revista, lo que afectaba su ética sobre el oficio y su visión sobre el verdadero periodismo.

A últimas fechas el destino le ha jugado una serie de desgraciadas jugarretas que, podría decirse, iniciaron el 24 de noviembre del 2010 con el incendio de su tienda de ropa y souvenirs “Artes Gráficas”, en San Carlos, Nuevo Guaymas.

Prácticamente toda la mercancía del establecimiento abierto en marzo de1998 fue presa de las llamas, con pérdidas totales que significaron un terrible golpe para la estabilidad económica y emocional de “El Zurdo”, al ver perdido tan importante patrimonio familiar.

Al tiempo que se le acentúo la diabetes, una malhadada operación en el Hospital General de Guaymas terminó por derrumbarlo pero no vencerlo; así ha andado de quirófano en quirófano, acompañado por la amorosa fortaleza de su esposa Lina Condés de la Torre.

“El Zurdo” es un hombre que sabe hacer amigos, de su franqueza en el afecto de ley saben o supieron Oscar Ulloa Nogales, David Reynoso, Eulalio González “El Piporro”, Emilio “El Indio” FernándezGonzalo Rodríguez CachoAlfonso Ayala, el profesor Alejandro Ramírez.

Entre sus afectos, por supuesto, guarda un lugar especial Enguerrando, quien a decir verdad desde Hermosillo le envió a un joven escuálido llamado Bulmaro Pacheco Moreno para que lo ayudara a encontrarle trabajo.

“Bulmaro desde chamaco fue muy inteligente, recuerdo que llegó a Guaymas bastante piojo y mal vestido. Cuando llegó lo primero que hice fue darle para que se fuera a cortar el pelo: ‘Córtate ese greñero’, le dije”.

Se comunicó con el entonces alcalde Ulloa Nogales, pues los brillantes estudios como Licenciado en Administración Pública respaldaban la posibilidad de que pudiera apoyarle en su gobierno.

“General”, aquí tengo una chucha cuerera que te puede ayudar, ojalá puedas echarle la mano – le dijo por teléfono al entonces Presidente Municipal.

Así fue como el hoy Diputado Local se incorporó al equipo del alcalde Ulloa, quien le brindó su respaldo y Bulmaro también supo responder con eficiencia, con afecto, con respeto.

De pie

De aquel sólido “Zurdo” Rodríguez hoy queda poco. Si bien su complexión física luce delgada, la fortaleza de su mirar y el timbre de voz denotan a un guerrero que no sabe bajar las armas.

Pide agua, ahora un café, el control de la televisión, una frazada para taparse los pies. Ahí, a su lado también, sus hijas Joselina y Paulina están prestas para atender lo que pida el viejo.

Rígido de carácter pero presto a la sonrisa, tras la filosa expresión de “El Zurdo” guardan nobles sentimientos que brotan como carcajada en la alegría o como llanto incontenible en la tristeza.

Jamás un hombre se sintió tan orgulloso de sus humildes orígenes como “El Zurdo” Rodríguez; de la decencia en el trabajo de don Miguel, su papá; de la sangre apache en las venas de doña Rosario, la digna mujer que lo trajo al mundo.

Ocho hijos tiene José G. Rodríguez y varios nietos, tiene también una zurda que usa  para todo y una derecha para firmar; manos francas a la espera de sus amigos.

–Todavía tengo mucho para dar. Confío en la ciencia médica, tengo fe en Dios y en la Virgen de Guadalupe. Me levantaré de aquí, ya verás – expresa.

Y sí, “El Zurdo” se va a levantar. Como periodista, como hombre, nunca se ha derrotado. Siempre se le verá de pie…

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