3 de diciembre de 2024

El temblor más fuerte en la historia de Sonora

Días apocalípticos se vivieron en Sonora, a partir de la tarde del 3 de mayo de 1887, por una serie de terremotos que en algunas localidades causaron una destrucción nunca antes vista ni se ha vuelto a ver…

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Momentos después del mediodía, aproximadamente a las tres de la tarde, la localidad de Bavispe sintió los efectos de un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter que se propagaron tan lejos como la Ciudad de México hacia el sur y los estados de California y Nuevo México al norte, dejando un rastro de destrucción a su paso y cambiando la topografía de la zona para siempre con la violencia de la tierra partiéndose en pedazos sobre sí misma.

La sacudida inicial, seguida por días de réplicas considerables y varios meses de temblores menores y estallidos de la tierra causaron una destrucción nunca antes vista y no vista desde entonces en las comunidades de Bacerac, Huásabas, Bacadéhuachi, Nácori, Granados y la actual Villa Hidalgo, conocida entonces como Óputo.

Además de los edificios destruidos, en mayor parte reducidos a ruinas y escombros, también se presentaron pérdidas humanas, hasta 60 en Bavispe, nueve en Óputo y una más en Fronteras, los heridos y damnificados, de los cuales no se sabe el número exacto, podrían considerarse todas aquellas personas que vivían en el área.

Publicaciones de los días posteriores, tanto nacionales como del extranjero, atribuyeron los temblores al surgimiento y erupción de volcanes a lo largo y ancho de la zona afectada, teoría que sería descartada posteriormente para atribuir el siniestro al movimiento de de las placas tectónicas de la región, que puede representar un importante peligro latente incluso en el día de hoy. Para el 7 de mayo se habían registrado hasta 71 réplicas, causando el desplazamiento de la población de estos pueblos fuera de la Sierra de Sonora.

El pueblo de Bavispe fue totalmente destruido, sus casas, sus comercios y la iglesia se colapsaron. Unas 48 personas murieron bajo los escombros y otras 58 mas resultaron lesionadas, algunas de gravedad

Momentos después del mediodía, aproximadamente a las tres de la tarde, la localidad de Bavispe sintió los efectos de un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter que se propagaron tan lejos como la Ciudad de México hacia el Sur y los estados de California y Nuevo México al Norte, dejando un rastro de destrucción a su paso y cambiando la topografía de la zona para siempre con la violencia de la tierra partiéndose en pedazos sobre sí misma.

La sacudida inicial, seguida por días de réplicas considerables y varios meses de temblores menores y estallidos de la tierra causaron una destrucción nunca antes vista y no vista desde entonces en las comunidades de Bacerac, Huásabas, Bacadéhuachi, Nácori, Granados y la actual Villa Hidalgo, conocida entonces como Óputo.

Además de los edificios destruidos, en mayor parte reducidos a ruinas y escombros, también se presentaron pérdidas humanas, hasta 60 en Bavispe, nueve en Óputo y una más en Fronteras, los heridos y damnificados, de los cuales no se sabe el número exacto, podrían considerarse todas aquellas personas que vivían en el área.

Publicaciones de los días posteriores, tanto nacionales como del extranjero, atribuyeron los temblores al surgimiento y erupción de volcanes a lo largo y ancho de la zona afectada, teoría que sería descartada posteriormente para atribuir el siniestro al movimiento de de las placas tectónicas de la región, que puede representar un importante peligro latente incluso en el día de hoy. Para el 7 de mayo se habían registrado hasta 71 réplicas, causando el desplazamiento de la población de estos pueblos fuera de la Sierra de Sonora.

Aunque muchos abandonaron la zona, quienes se quedaron pudieron ser testigos del terreno moldeándose nuevamente bajo los rigores de las placas tectónicas. De los confines de la tierra aparecieron manantiales de agua salitrosa donde antes todo estaba seco, y viceversa, cuerpos de agua que ya existían llegaron a secarse en minutos. La cañada de la Cruz del Diablo nació a partir de este incidente y permanece como parte del paisaje en el área hasta el día de hoy. El cruce de los ríos Sonora y Bavispe cambió de lugar entonces, quedando también en su posición actual debido al efecto del terremoto, también surgieron grietas profundas por todas las áreas afectadas, llevándose algunos edificios consigo.

Como cabe esperar de aquella época, la información corrió rápidamente y en muchas versiones, con publicaciones de periódicos en México y Estados Unidos presentando múltiples versiones de lo ocurrido durante los días siguientes al terremoto inicial y las personas afectadas por la destrucción que creó.

Según escribía el Tombstone Epitaph, de Arizona “Siete volcanes fueron detectados dos días después del terremoto de Óputo (…) La destrucción de propiedades asciende a $30 mil dólares”.

El Fronterizo, de Tucson, citaba al diario hermosillense “El Combate” que describió un Bavispe “completamente destruido”, con hasta 150 víctimas fatales, “en Cumpas se vino abajo el templo y algunas casas. Guasabas fue también casi completamente destruido (…)”. En días posteriores este diario promovió el envío de ayuda a los damnificados.

¿Hay peligro de temblores en Sonora?

Aunque durante los últimos años los temblores no han sido comunes en el Estado, su territorio se encuentra localizado entre dos fallas importantes: la de Bavispe, relacionada con el terremoto de finales del siglo XIX, y la de San Andrés, conocida como una de las más peligrosas. Aunque la mayor parte de esta pasa desapercibida para las personas, Sonora es considerada una zona de alta sismicidad.

Autoridades e investigadores monitorean constantemente la actividad sísmica en la entidad para alertar de cualquier movimiento que pueda causar afectaciones en la población. En el caso de la falla de Bavispe, al presentar más de 132 años sin actividad sísmica considerable, ésta podría volver a causar un temblor como el de aquel 3 de mayo gracias a la energía acumulada tras años de calma. Solo el tiempo dirá

El terremoto que sacudió a Granados y estremeció a la región.

por Francsico Trujillo / Desde la Pirinola

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La tarde del martes 3 de mayo de 1887, una buena parte de los entonces 400 residentes de Granados se encontraba durmiendo su tradicional siesta, cuando un fuerte rugido que parecía provenir del centro de la tierra los sacó bruscamente del letargo y espantados comenzaron a ver cómo todo a su alrededor se movía, incluyendo las paredes y los techos de sus casas.

Aterrados, empezaron a salir de sus viviendas y observaron las polvaredas que se levantaban en las casas que se colapsaban y en otras mas que se caían en pedazos a su alrededor. Sin cruzar palabras, viéndose espantados a las caras unos a los otros, los granadeños coincidieron al pensar en su interior en una sola explicación: El fin del mundo había comenzado esa tarde.

Muy pocos granadeños sabían entonces de la existencia de terremotos y muchos menos, quizás ninguno, había experimentado antes un temblor de tierra, sobre todo de la magnitud del que se registró ese día.

El temblor que se presentó en punto de las 2:14 de la tarde (1) del 3 de mayo de 1887 es uno de los 10 terremotos mas grandes registrados hasta ahora en la historia de México, con una magnitud estimada en 7.4 grados en la escala de Richter de acuerdo con los datos históricos del Servicio Geológico de Estados Unidos.

El sismo, que tuvo su epicentro a tan solo 65 kilómetros al norte de Granados, está bien documentado a pesar de haberse registrado hace más de130 años. Los geólogos lo conocen cómo el “Temblor de Sonora” o “Temblor de Bavispe”, por haber sido Bavispe la comunidad mas próxima y la mas afectada.

De acuerdo con información del periódico Constitución que se publicaba en Hermosillo en 1887, el temblor destruyó en Granados 17 casas y dejo seriamente dañadas 64 más, pero no provocó la muerte de ninguna persona. Huásabas también sufrió fuertes daños, pero al igual que en Granados, nadie murió.

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Imágenes del pueblo de Bavispe

En cambio, el pueblo de Bavispe fue totalmente destruido, sus casas, sus comercios y la iglesia se colapsaron. Unas 48 personas murieron bajo los escombros y otras 58 mas resultaron lesionadas, algunas de gravedad, según un reporte del Departamento de Geología de la Universidad de Arizona elaborado en 1980.

La mayoría de las muertes ocurrieron cuando los pobladores de Bavispe, asustados tras sentir el temblor corrieron a la Iglesia pensando que se trataba del fin del mundo. Una fuerte replica que se registro minutos después provocó que el techo del templo y varios de los muros les cayeran encima, matando en su interior a decenas de ellos, muchos de los cuales eran jóvenes y niños. En Óputo (ahora Villa Hidalgo) nueve personas murieron y seis resultaron lesionadas y una gran cantidad de casas se derrumbaron y las que permanecieron en pie quedaron en muy mal estado.

El temblor se sintió en ciudades tan distantes cómo Albuquerque, Nuevo México, El Paso, Texas, Tucson, Arizona y Mazatlán, Sinaloa. En Hermosillo, algunas casas sufrieron daños y la sacudida hizo sonar las campanas de los templos.

Al sur de Guaymas fue documentado que “cerca del faro en Cabo Haro, después del terremoto, el agua se retiró de la costa a una distancia considerable, y luego se retractó varias veces mas con la misma fuerza. Una parte inestable de la colina al oeste del faro se derrumbó por el impacto de las mareas”.

Se estima que en caso de que un terremoto similar ocurriera hoy, este podría ser sentido por unos 20 millones de personas en Estados Unidos y México.

Semanas después del terremoto, en el verano de 1887, el Servicio Geológico de Estados Unidos, comisiono al doctor George Goodfellow , un medico de Tombstone, Arizona, para que se dirigiera al sur junto con el fotógrafo Camillus S. “Buck” Fly, a fin de que buscaran el epicentro y documentaran el fenómeno geológico.

El talento médico de Goodfellow, lo ayudó a tratar a las víctimas del terremoto. También midió la forma en que los edificios colapsaron e investigó los cambios en la topografía, lo que fue publicado un año después en la revista científica Science. El fotógrafo Fly tomo las primeras fotografías conocidas en el mundo de la ruptura de un terremoto. Fly captó las históricas y únicas imágenes que se preservan del sismo.

Cerca de Bavispe, Fly y Goodfellow se encontraron con un científico mexicano que también investigaba el temblor. El ingeniero y geógrafo José Serrano Aguilera había sido comisionado por el presidente de México, Porfirio Díaz, para examinar los daños y documentar científicamente los efectos del terremoto.

Serrano Aguilera era experto en terremotos y viajó con dos agrimensores militares desde Hermosillo. El geólogo notó numerosas caídas de rocas nuevas en el camino. Y vio evidencia de fisuras llenas de agua cerca de Bavispe. Serrano Aguilera publicó varios artículos científicos en revistas estadounidenses y mexicanas, incluido el primer mapa geológico de Sonora.

El doctor Goodfellow, paso a ser conocido como el Doctor Santo por los residentes de Bavispe. El presidente Díaz le otorgo un reconocimiento y una medalla por su servicio a los mexicanos.

El terremoto dejo una muestra visible, una ruptura en la superficie de la tierra que consta de tres segmentos con una longitud combinada de 101.8 km. La ruptura es hasta la actualidad la falla más larga registrada por un terremoto en tiempos históricos.

Las tres fallas que se rompieron en 1887 fueron las fallas Pitáycachi, Teras y Otates de norte a sur. La de Otates es la mas próxima a Granados a unos 35 kilómetros al noroeste del pueblo.

Granados tierra de temblores

El gran terremoto de 1887 fue el primero documentado en la historia de Granados, mas no es el único registrado en el pueblo. Entre 1887 y 1999 fueron inscritos en catálogos, archivos e informes de periódicos unos 64 movimientos telúricos (excluyendo réplicas) en el noroeste de Sonora.

La relativamente alta sismicidad en la zona y las experiencias vividas, motivo a que a principios de los 1900s algunos de los residentes de Granados tomaran precauciones.

Por ejemplo, en la casa de mis abuelos paternos había un tejaban; un cuarto aislado del resto de la vivienda construido en medio del patio. La habitación era sencilla de cuatro paredes de adobe y un techo liviano y bajo.

La abuela contaba que el tejaban había sido construido por su padre, don José Moreno, para proteger a la familia de los temblores que con inusitada frecuencia sacudieron a Granados cuando ella era una jovencita. Los Moreno dormían en el tejaban, sin el peligro de que se les vinieran encima los techos y las gruesas paredes de la casa familiar en caso de que ocurriera una sacudida durante la noche.

Don José Moreno había sobrevivido al gran terremoto de 1887 y sabia de los riesgos que un sismo representaba para su familia. La existencia de ese tejaban contribuyo a que, siendo un niño, concientizara que Granados es tierra de temblores.

El tejaban habría sido construido tras los sismos que sacudieron a Granados el 18 y 19 de diciembre de 1923, uno de los cuales fue de 5.7 grados Richter y cuyas replicas se mantuvieron constantes estremeciendo al pueblo durante varios meses. Antes, el 17 de mayo de 1913, se había registrado otro fuerte temblor de 5.0 grados.

Estos eventos causaron serios daños a las casas en el pueblo, pero no existe información de que hubieran provocado muertes

En fechas mas recientes han sido registrados varios temblores, incluyendo uno de 4.6 grados de intensidad el 8 de junio de 1977; otro de 4.5 grados, el 11 de junio de 1988 y uno mas de 4.6 grados el 26 de mayo de 1989.

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