24 de noviembre de 2024

Jean Seberg, icónica actriz, víctima del FBI

Fino all'ultimo Respiro - A Bout de Souffle

Una gloria nacional, una actriz de fama y prestigio, había sido tratada como un enemigo público. ¿Su delito? Relacionarse con movimientos sociales que el FBI consideraba extremistas y desestabilizadores, como los Panteras Negras.

Femme Fatales | Jean Seberg | NoirWHALE

El 30 de agosto de 1979, la actriz norteamericana Jean Seberg desaparece en París y es encontrada muerta dentro de un automóvil nueve días después, en una calle del barrio parisino de Passy. Estaba desnuda, cubierta por una manta y en avanzado estado de descomposición.

Pocos días después, uno de sus exmaridos, el escritor francés Romain Gary, ofreció una virulenta rueda de prensa en la que, sin cuestionar de manera frontal que la muerte de Seberg hubiese sido un suicidio, señalaba un culpable: el FBI. Según el relato de Gary, la agencia federal había “espiado, intimidado, hostigado y calumniado” a Seberg durante una década, entre principios de 1969 y el día de su muerte, destruyendo en el proceso su confianza en sí misma y causándole “una aguda paranoia y brotes psicóticos” que ella intentó paliar con el consumo inmoderado de alcohol y sedantes.

La prensa quiso tratar aquello como el delirio de un viudo afligido. Sin embargo, muy poco tiempo después, en un giro de los acontecimientos que dejó al mundo atónito, fuentes del FBI reconocieron que Seberg había sido, en efecto, objeto de escuchas telefónicas e incluso una campaña de desprestigio basada en difundir rumores falsos sobre ella. Una gloria nacional, una actriz de fama y prestigio, había sido tratada como un enemigo público. ¿Su delito? Relacionarse con movimientos sociales que el FBI consideraba extremistas y desestabilizadores, como los Panteras Negras. Tras enterarse del trato inmisericorde que había recibido su hija, el padre de Jean dejó caer una frase dolorosa: “Yo siempre he tenido una bandera americana en el patio de mi casa, pero no creo que vuelva a izarla nunca”.

Más que un juguete roto (que también), Seberg fue el daño colateral de una guerra entre las cloacas del estado y el radicalismo negro. Mintieron sobre ella, la desestabilizaron psicológicamente e incluso fueron responsables indirectos del parto prematuro y la muerte a los pocos días de su hija Nina, una desgracia que se produjo hace 50 años, el 25 de agosto de 1970, y de la que Seberg no se recuperaría nunca por completo.

'À bout de souffle', titulada 'Al final de la escapada' en España, fue la película que convirtió en un símbolo a Jean Seberg y a su compañero de reparrto Jean Paul Belmondo.
‘À bout de souffle’, “Sin aliento”, fue la película que convirtió en un símbolo a Jean Seberg y a su compañero de reparto Jean Paul Belmondo.GETTY IMAGES

La actriz

Tenía 40 años de edad cuando nos dejó. Había protagonizado “Buenos días, tristeza” (Bonjour tristesse, 1958) para Preminger, “Sin aliento” (À bout de souffle, 1960) para Godard, “Lilith” (1964) para Rossen y “La leyenda de la ciudad sin nombre” (Paint Your Wagon, 1969) para Joshua Logan, entre otros interesantes filmes.

Vamos a recordar hoy a esta actriz con “Vigilando a Jean Seberg” (2019) una biopic sobre ella dirigida por Benedict Andrews.

Jean Seberg es un ícono del cine, desde que Godard le dio el papel protagónico –junto a Belmondo- de Sin Aliento (À bout de souffle, 1960). La desamparada desenfadada y sensual que allí interpretó, voceadora del New York Herald Tribune en las calles de París, fue suficiente para volverla un símbolo inequívoco de la nueva ola del cine francés y luego un símbolo del cine mismo. Su imagen reemplazó a su ser.

Pero tras esa imagen cinéfila hubo una mujer conflictiva y polémica, una activista social, una rebelde que en la última mitad de los años sesenta se volvió un personaje demasiado visible e incómodo para el FBI, que no entendía como una actriz como ella se involucraba con el movimiento de las Panteras Negras y le daba validez pública.

Era necesario neutralizarla: había que callarla, desprestigiarla, desmoronarla psicológicamente, derrumbarle sus certezas. Y a esa maquinación sistemática fue sometida, víctima del programa de vigilancia conocido como COINTELPRO, un proyecto encubierto que el director del FBI J. Edgar Hoover promovió e impulsó como táctica disuasoria y de eliminación de personas consideradas peligrosas para la seguridad del país. Jean Seberg fue una de ellas.

Vigilando a Jean Seberg

Vigilando a Jean Seberg (Seberg, 2019) es una biopic dirigida por Benedict Andrews, que se centra en los años en los que ella fue sometida a esa persecución. La película está ambientada entre 1968 y 1971, cuando Jean Seberg regresa a Estados Unidos a rodar La leyenda de la ciudad sin nombre (Paint Your Wagon, 1969), conoce al activista negro Hakim Jamal y termina apoyando económicamente a Las Panteras Negras. Kristen Stewart interpreta a Jean Seberg convencida tanto de la importancia simbólica del personaje, como de su ambigüedad y volubilidad: Jean Seberg fue una mujer psicológicamente compleja, y las maniobras de COINTELPRO ayudaron a desnudar una fragilidad emocional que Kristen supo representar en la pantalla.

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Vigilando a Jean Seberg (2019)

Vigilando a Jean Seberg no tiene exclusivamente el punto de vista de su protagonista. La pareja de esposos guionistas conformada por Joe Shrapnel y Anna Waterhouse, decidió visibilizar al enemigo e inventar a un personaje, Jack Solomon (Jack O’Connell), que trabaja como técnico de sonido para el FBI y al que se le encarga la tarea de vigilar a Jean Seberg. Durante casi toda la película la perspectiva será la del vigilante encubierto, haciendo aún más lejano el retrato, ya de por sí esquivo, de la actriz, cuyas reales motivaciones quedan fuera de nuestra vista.

Los ecos ensordinados de La vida de los otros (Das Leben der Anderen, 2006) se sienten en el personaje de Solomon, cautivado por la belleza y el misterio de esta mujer, y un poco apenado por la tortura a la que es sometida. Haber optado por este ángulo le quitó drama al filme, que se hubiera beneficiado de restringir el rango narrativo y hacernos partícipes de los interrogantes que ella tiene sobre una persecución que tiene la certeza que es real y no fruto de una paranoia, como piensan los que la rodean, que solo ven a una joven perdiendo el control de sus sentidos.

Al final Vigilando a Jean Seberg se antoja demasiado superficial y convencional como para abarcar las contradicciones, los demonios interiores, las luchas internas y las amenazas que se cernían sobre su protagonista, una mujer que fue víctima de un fuego cruzado, y que pagó caro el atrevimiento de haber sido fiel a su conciencia y a unos valores liberales en los que creyó. Jean Seberg cayó hecha cenizas, metafóricamente quemada en una hoguera como el personaje que interpretó en Saint Joan (1957), de Preminger, pero el ícono perdura. Para siempre.

por Juan Carlos González A./ www.tiempodecine.co …

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