No han convencido a López Obrador para que Jaime Bonilla lidere el proyecto de la 4T en el norte, cuyo sitio fue reservado para el gobernador Alfonso Durazo, y por el que ya compite con impulso de Mario Delgado la también gobernadora Marina del Pilar.
por LA POLÍTICA ONLINE / Jesús Pérez Gaona (Tijuana)
Furia en Palacio con Bonilla por los contratos de Fisamex. Puja entre Marina y el tijuanense por el control de BC. El factor Hank.
Por Jesús Pérez Gaona (Tijuana)
No fue un no rotundo, la respuesta de López Obrador fue un «no por ahora». El suspenso del anunciadísimo arribo de Jaime Bonilla al Gabinete tiene como punto de Arquímedes el noroeste del país, como pudo conocer LPO: mientras el Presidente demandó ayudar a Marina del Pilar y a Alfonso Durazo -y al bloque de mandatarios de la 4T en el norte-, el ex gobernador pidió a cambio seguir en la línea de fuego.
No como un asesor sino como el líder de toda la región, clamó Bonilla frente a AMLO. Pero el Presidente no aceptó, y en contraste le recordó que eso le corresponde a Adán Augusto López, el flamante recién nombrado titular de Segob. Una señal inequívoca para el tijuanense: resolver a la brevedad sus pendientes en Baja California. Por nombrar dos: las escandalosas cuentas por los organismos del agua (los contratos con Fisamex), y el juicio político que promovió el PAN en su contra.
Bonilla estuvo buscando una secretaría de Estado para sostener y ampliar su influencia en dicha región. Pensó, para ello, en Comunicaciones y Transportes. No se cansó de analizarlo, anunciarlo, solicitarlo, pero ni con la mala relación del ingeniero Jorge Arganis con las Fuerzas Armadas consiguió asumir el cargo, mediante el cual pudo haber vuelto realidad su añorado plan de conectar con carreteras y vías del tren toda la península bajacaliforniana con Sonora y Sinaloa.
Entonces estudió la posibilidad de embarcarse en la Secretaría del Bienestar, cuya buena dispersión de los recursos -según la oposición bajacaliforniana- ayudó para que consiguiera de nuevo un carro completo en la elección de julio pasado en BC. Bonilla tampoco desplazó a Javier May, quien sigue firme en su encargo y con nuevas misiones rumbo al 2022. Fue en este punto donde el exgobernador vio el potencial del Congreso.
En ambas Cámaras no sólo se aprueba el Presupuesto, sino además los alcaldes del país acuden a San Lázaro o avenida Reforma para cabildear sus asuntos. Y precisamente es en cuatro de los municipios -los que no son Mexicali- donde Bonilla continúa al frente de BC, y Marina lo sabe: Montserrat Caballero, Armando Ayala, Araceli Brown y Darío Benítez a las órdenes del tijuanense, y en abierta rebeldía contra la mexicalense.
Si bien el conflicto empeoró con la asunción al poder de Marina -agravando la división de la 4T en BC con la desarticulación de la supersecretaría de Economía y Turismo, y la creación de la Secretaría de Seguridad-, ha espesado tras el congelamiento de la municipalización del agua y, lo último, por la propuesta de dividir Tijuana en dos. Lo anterior para disminuir la potencia presupuestal del Palacio Municipal que pone en peligro la influencia de la gobernadora.
Aunque nunca ha descartado el regreso a su escaño en el Senado de la República, personalmente Bonilla cuenta la versión al revés, y asegura que «el Presidente me pidió que lo ayude con todos estos encargos, y lo estoy analizando». Así lo dice a su círculo más cercano, el mismo que lo felicitó -sin que fuera oficial- por su supuesto nombramiento como subsecretario de Gobernación, nuevo plan para tomar el control del noroeste.
Pero ni Vicenta Espinosa, ni María del Carmen Espinoza, ni Yeidckol Polevnsky, podrán convencer a López Obrador para que el tijuanense lidere el proyecto de la 4T en el norte, cuyo sitio fue reservado para el ex secretario de Seguridad, el hoy gobernador Alfonso Durazo, y por el que ya compite con impulso de Mario Delgado la también gobernadora Marina del Pilar.
De concretarse el objetivo de Bonilla, venciendo las resistencias de Palacio Nacional, aún habría un pendiente que ya no dependería del sí o del no del tabasqueño: acabar con la guerra contra Jorge Hank Rhon (un aliado financiero de la 4T vía Banorte). Tarea nada fácil para el orgullo del exgobernador, pero en la que la actual gobernadora de BC ya está trabajando.
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