El paso de un cometa, una mujer que lloraba por las calles, una grulla con un espejo de obsidiana en la cabeza, el incendio repentino del Templo Mayor, la aparición de seres monstruosos y otras señas…
Mucho antes de la llegada de los españoles a nuestro país, Moctezuma II se preocupó por algunas señales divinas que se estaban presentando, los llamados presagios funestos.
A inicios del siglo XVI, los aztecas gozaban de una época de plenitud absoluta, dominaban casi toda la planicie central de nuestro país, los pueblos conquistados rendían tributo a sus conquistadores, los esclavos trabajaban en las labores más duras del imperio, la población había aumentado considerablemente y solamente mantenían enemistades con los Tlaxcaltecas y los Purépechas.
En esos años de prosperidad, el emperador que se encontraba a la cabeza del imperio era Moctezuma Xocoyotzin, mejor conocido como Moctezuma II, si bien es cierto que el imperio poseía cierta estabilidad, la relación entre gobernantes y gobernados se comenzaba a fragmentar ya que se había iniciado un distanciamiento entre ambas partes.
Los antiguos habitantes de Tenochtitlán se encontraban molestos con su gobernante, quien al asumir el poder decretó que los habitantes ya no podían verlo a los ojos, además de que se debía guardar un estricto protocolo en la presencia del emperador, esto molestó notablemente a sus habitantes, estas pueden considerarse los primeros problemas de cara a la caída del imperio.
Durante el mandato de Moctezuma, se comenzaron a presentar diferentes sucesos que lo inquietaban y lo ponían nervioso sobre lo que pudiera suceder en un futuro cercano, al ser un hombre altamente religioso, acudió con los sacerdotes del imperio para consultar qué estaba pasando, hoy en día se les conocen a estos eventos como los 8 presagios funestos.
Primer Presagio: Un cometa en el cielo
Diez años antes de la llegada de los conquistadores a nuestro país, se presentó el primer presagio funesto, un cometa atravesaba el cielo del valle de México, para los aztecas esto era una señal de mal augurio o un descontento de los dioses, los aztecas relataban que tenía forma de una espiga de fuego, de una aurora, como si el cielo estuviera punzando y a su vez arrojaba fuego.
Segundo presagio: El incendio en el templo de Huitzilopochtli
Ubicado en la parte alta del templo mayor, se encontraba la casa en donde se le rendía honor a Huitzilopochtli “Dios de la guerra”, en un día cualquiera dentro de la ciudad sucedió el segundo presagio funesto, iniciado de la nada se presentó un incendio dentro del templo que consumía todo a su alrededor, al arrojarle agua para sofocar las llamas se hacían mucho más fuertes, al final no quedó nada.
Tercer presagio: El rayo silencioso
El tercer presagio funesto se dio cuando en una tarde caía sobre la ciudad una lluvia muy ligera, no había posibilidades de una tormenta eléctrica o algo de qué preocuparse, de repente en el templo de Xiuhtecuhtli cayó un sorprendente rayo que causó un gran impacto en el templo, ese rayo tenía la capacidad de matar a un hombre, lo sorprendente fue que no generó estruendo teniendo tal magnitud.
Cuarto presagio: La lluvia de fuego
A diferencia del primer presagio, el cuarto de los presagios funestos causo mucho más temor y terror dentro de los habitantes de Tenochtitlán, los relatos indican de la caída de una estrella de fuego, se iba fragmentando poco a poco hasta que bañó el cielo con sus abrumadoras llamas, el miedo rodeaba el entorno del emperador azteca.
Quinto presagio: El lago hirviente
Como si se tratara de un castigo de los dioses, en el quinto presagio funesto, el antiguo lago de Texcoco que rodeaba la capital del imperio comenzó a hervir de manera brutal y les arrebató la vida a varios pobladores, por si fuera poco, las aguas del mismo comenzaron a agitarse de una manera muy violenta y destruyeron varias casas que estaban a su alrededor.
Sexto presagio: El llanto de Cihuacoatl
Considerado como el origen la leyenda de “La Llorona”, en las faldas del lago por las noches aparecía una mujer de piel blanca que gritaba “Hijos míos, ya vienen”, “Ay mis hijos, a dónde iremos” y “Hijitos míos, ya tenemos que irnos lejos”. Esto como referencia a la llegada de Hernán Cortez a nuestro país y a la colonización por parte de los españoles.
Séptimo presagio: El ave de los espejos
Un día, unos pescadores habían capturado un ave de forma extraña, parecía que tenía un espejo sobre su cabeza, dada su rareza se la llevaron al emperador, este al mirar a través de espejo y ver a los ojos a dicha ave se dice que pudo observar a los españoles llegar a nuestro país montados en sus caballos, el séptimo de los presagios funestos marcaba el inicio del fin.
Octavo presagio: Aparición de criaturas deformes
Los relatos cuentan que el último presagio que se dio antes de conocer a los conquistadores en persona fue la aparición de personas deformes, criaturas con 2 cabezas, 4 manos, 3 ojos aparecían en los alrededores de Tenochtitlán, obviamente eran capturadas y presentadas a Moctezuma, luego de que este las mirara desaparecían sin dejar rastro alguno.
Luego de todos estos extraños eventos, Hernán Cortez entró con sus tropas a la capital del imperio azteca, atemorizado por dichos sucesos, Moctezuma II confundió la llegada de los españoles con el regreso de Quetzalcóatl, el resto es historia y tal como se había predicho sucedió la caída del imperio azteca.
Fuentes: Matador Network y “La visión de los vencidos” de Miguel León Portilla.
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