24 de noviembre de 2024

LA POLÍTICA HOY

Columnas de Opinión del domingo 8 de agosto de 2021

Templo Mayor

MAL ARRANCA el proceso de renovación interna del PAN, pues Marko Cortés resultó muy avorazado: no les dejó un solo espacio a otros grupos blanquiazules en la Comisión Electoral.

EL ORGANISMO quedó integrado por puros panistas cercanos al actual dirigente, empezando por Gonzalo Altamirano Dimas, que con todo y su prestigio dentro del panismo es visto como parte del primer círculo del michoacano.

EL AGANDALLE de Cortés se dio pese a las diversas peticiones de que el organismo quedara integrado de manera plural y equilibrada. Inclusive el gobernador Francisco “Pancho” Domínguez específicamente advirtió que debía surgir de un proceso democrático y no de una propuesta de la dirigencia, pero en el Consejo Nacional se fueron de largo.

ASÍ QUE quienes esperaban que Marko Cortés dejara la dirigencia para buscar la reelección en condiciones de equidad, se van a quedar esperando.

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A PROPÓSITO de imposiciones, también en el PRD hace aire. En la plenaria de ayer en Michoacán, fue electo -es un decir- Luis Espinosa Cházaro como coordinador de los diputados federales perredistas.

QUIENES SABEN del asunto dicen que Jesús Zambrano movió los hilos para que quedara el nacido en Guadalajara, pese a la oposición del resto de las tribus de lo poco que queda del perredismo. A ver si esto no termina por apagar por completo al sol azteca.

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SI SE REVISA la foto del gabinete presidencial al inicio del sexenio, se puede apreciar cuánto ha cambiado el equipo que acompaña a Andrés Manuel López Obrador. En menos de tres años han salido siete ex titulares de Secretarías que renunciaron, que cayeron en desgracia o se cayeron “para arriba”: Alfonso Durazo, Josefa González Blanco, Javier Jiménez Espriú, Graciela Márquez, Esteban Moctezuma, Irma Eréndira Sandoval y Carlos Urzúa. En ese grupo hay que incluir también a Arturo Herrera y Víctor Manuel Toledo, quienes entraron de relevo y ya también se fueron.

LO QUE sorprende es que, a pesar de tantas sustituciones en la alineación inicial, la sensación que queda es que nada se ha modificado realmente en el gobierno federal. ¡Caray! Tanto cambio y tan poca transformación.

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¡POR FIN! Ante la grave crisis económica, el gobierno terminó por ceder a la realidad y dejar de lado eso de que tiene otros datos. Es por eso que anunció un innovador y ambicioso programa para apoyar e impulsar las pequeñas y medianas empresas, así como a quienes trabajan por su cuenta. Lástima que eso esté pasando en Cuba y no en otros países.   (F. Bartolomé, Reforma, p. 9)

Sacapuntas

Faltó actualizar

Información no actualizada habría llevado a la Secretaría de Salud, de Jorge Alcocer, a cambiar a rojo el semáforo epidemiológico de la CDMX. La Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, explicó que los números sobre hospitalización y contagios de los últimos 10 días permiten fijar el semáforo en naranja. Es decir, la dependencia federal tomó datos previos.

Abren semana en Juárez

Es un hecho que el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezará la reunión del gabinete de seguridad, este lunes, en Ciudad Juárez. Nos adelantan que la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, tendrá una destacada participación, tanto en la reunión como en la conferencia mañanera que será desde esa ciudad fronteriza de Chihuahua.

Pancho trae propuesta

Nos cuentan que la postura del gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, cimbró a muchos en la sesión del Consejo Nacional del PAN. Enfatizó, entre otras cosas, la necesidad de ser autocríticos, abrir el partido a nuevos militantes e integrar ya el Comité Electoral para renovar la dirigencia, actualmente en manos de Marko Cortés. A varios los convenció.

Fox y Sahagún, con COVID

Nos hacen saber que el ex presidente Vicente Fox y su esposa, Marta Sahagún, dieron positivo a COVID-19. Hay versiones de que están hospitalizados, pero el guanajuatense se mantuvo activo en redes sociales. En el PAN se dice que, en efecto, ambos fueron internados, pero sólo por prevención, pues el reporte médico es que su condición de salud es estable. (Redacción, Sacapuntas, LA2, p. 2)

Bajo reserva

¿Una traición dentro del PAN?

Muy graves, nos hacen ver, son los señalamientos del presidente nacional del PAN, Marko Cortés en contra del gobernador panista de Nayarit, Antonio Echevarría García, a quien responsabilizó de haber entregado la plaza  a Morena el pasado 6 de junio. “Tengo que decir que esa gubernatura fue entregada por el actual gobernador”, dijo el líder panista ante el Consejo Nacional blanquiazul.

También expuso que en la franja de la costa del Pacífico “puede haber un pacto entre el crimen” y el gobierno federal. Aún no acaban los escándalos en tierras nayaritas con el exgobernador Roberto Sandoval por operaciones de procedencia ilícita y en Nayarit ya se perfila otro capítulo de turbulencia política.

El Banco del Bienestar protege a Lord Quiero mi Auto

El viernes le contamos en este espacio del clasismo de la 4T: “imbécil, pinche policía de tres pesos, pobre pendejo, pobre diablo, no vales ni madres, naco de mierda, gato de mierda”.  Son las palabras que el ya llamado “Lord Quiero mi Auto”, lanzó a un guardia de seguridad del Banco del Bienestar, quien le impidió sacar un automóvil del estacionamiento en la madrugada del fin de semana pasado.

El agredido grabó las ofensas en audio. En la grabación se escucha a Luis Felipe Santos identificarse como “asesor” de la directora general, aunque según la denuncia del guardia también se encontraba en el lugar José Isidro Tineo, subdirector de asuntos contenciosos y penales del Banco. Desde el jueves EL UNIVERSAL pidió la postura del Banco y aún nada.

En sus cuentas de redes sociales la institución prefiere incluso hablar del aniversario luctuoso de Rosario Castellanos a dar la cara por las actitudes clasistas y abusivas de sus funcionarios. ¿Será que en el Banco del Bienestar hay intocables, de esos que dicen que se acabaron en el gobierno de la autollamada Cuarta Transformación?

Gobierno no toma notas

Parece que algunos de los miembros del gobierno de la autollamada Cuarta Transformación no toman notas. En todas las ocasiones en las que el gobierno federal busca un eventual retorno presencial a clases, la UNAM ha salido a decir no, al menos entre su alumnado, profesorado y personal administrativo. Ahora, ante la pretensión de que los alumnos de educación básica retornen a las aulas al arranque de este ciclo escolar, nuevamente la máxima casa de estudios se adelanta y señala que cualquier encuentro presencial entre su comunidad no será posible al menos lo que resta del año y solo si se cumplen tres semanas consecutivas en semáforo verde. ¿Será que la UNAM está dando cátedra en esta materia? (Redacción, El Universal, p. A2)

El espionaje y el régimen

De la práctica sistemática del espionaje —la obtención por medios encubiertos de información confidencial o secreta— se tienen registros desde, por lo menos, la época del rey Hammurabi en Babilonia, (1792-1750 a. c.) y de los imperios egipcios o romano. Hoy todo Estado nacional tiene sus agencias de espionaje, aunque sus títulos oficiales casi siempre aluden a la legítima defensa de la seguridad nacional o del Estado y a la recopilación de “inteligencia” que no siempre implica espiar sino analizar.

Siempre se insiste que las agencias nacionales de “inteligencia” actúan dentro de un marco legal que les impone límites para no violar los derechos ciudadanos. Sin embargo, abundan las evidencias sobre la frecuencia con que esas agencias se “saltan las trancas” incluso en sistemas supuestamente muy institucionalizados y democráticos. En México, con su larga historia de autoritarismo y con estructuras legales débiles y corruptas, el espionaje ilegal ha sido regla y no excepción.

Como en muchos otros países, los varios sistemas de espionaje que ha operado en nuestro país han interpretado el interés nacional —concepto siempre ambiguo— como el interés de un régimen, de un gobierno y, sobre todo, de los que mandan. Esta mala interpretación ha sido consciente y por ello, históricamente, el espionaje en México se ha centrado en servir sobre todo al interés del presidente y de su círculo inmediato y mucho menos en salvaguardar lo que en cada época sería el interés de la Nación.

La adulteración de los objetivos de las instituciones que manejaron los formidables y costosos sistemas de escucha como Pegasus, y que no sólo los tenía el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) sino también Sedena y otras entidades, hizo que su efecto no se reflejara donde se debía: en una disminución del poderío de los grandes enemigos del Estado: los carteles de la droga con control territorial. Tampoco sirvieron para reducir la inseguridad de la población frente al crimen común, (en 2020 el 66.4% de la población urbana vivía atemorizada, [INEGI, 19/04/21]).

El extinto CISEN se definió no como una agencia de espionaje sino como “el órgano de inteligencia civil cuyo propósito es generar inteligencia estratégica, táctica y operativa que permita preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano…y fortalecer al Estado de derecho”.

El CISEN fue creado en 1989 como heredero adecentado de la tristemente célebre Dirección Federal de Seguridad (DFS). Ya no se le dio la tarea de actuar directamente contra sus objetivos —capturarlos e incluso desaparecerlos— como era el caso de la DFS. Sin embargo, la nueva agencia continuó metiéndose ilegalmente en “la vida de los otros” e incluso contó con más y mejores medios, entre ellos el sofisticado sistema Pegasus, adquirido en Israel y que sirvió, entre otras cosas, para espiar ilegalmente a opositores políticos, entre ellos a Andrés Manuel López Obrador, a su familia y a su entorno político.

El CISEN desapareció en 2018 y en su lugar se creó el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que debe cumplir las funciones que tenía el CISEN, pero esta vez sin violar las normas legales que deben regir la búsqueda y el análisis de los datos. Se supone que el CNI debe estar al servicio no de un Estado “sin adjetivos” sino del Estado de derecho.

En varias ocasiones el presidente de la república ha afirmado que su gobierno no solo desapareció al CISEN y dejó de usar Pegasus, sino que ya ninguna institución federal lleva a cabo espionaje ilegal. De ser el caso, y si no hay indicadores que contradigan tamaña afirmación, ese cambio en la naturaleza de la recopilación de “inteligencia” debe apuntarse como un cambio fundamental en el régimen.   (Lorenzo Meyer, El Universal, p. A2)

Fortalecer al INE

El INE ha demostrado a través de los años ser una institución que ha garantizado las elecciones, y los resultados están a la vista pues desde su creación, la alternancia en el poder ha sido ya posible tras más de siete décadas de que un solo partido monopolizara la presidencia y la mayor parte de las gubernaturas de los estados de la República.

Gracias al INE, todos los espectros de la política han podido ejercer su derecho a gobernar al país, iniciando en el año 2000 con el triunfo del panista Vicente Fox y en 2018 dando un giro a la izquierda con la victoria del morenista Andrés Manuel López Obrador, pese a que éste alegó en 2006 haber sido despojado de la presidencia cuando, representando entonces al Partido de la Revolución Democrática (PRD), perdió en las urnas con Felipe Calderón Hinojosa del PAN.

Aun con las inconformidades manifiestas, el cambio de partido hegemónico ha sido posible en buena medida gracias a la existencia de una institución que cuidó a detalle la limpieza de las elecciones y vigiló la fiabilidad de los cómputos electorales en cuanto comicio le ha tocado organizar.

El INE es además una entidad que cuenta con una gran aprobación social y aun cuando hay polémica en relación al presupuesto que se le destina, se debe considerar que cubrir con sus funciones a todo un país e incluso más allá pues llega a tener injerencia extraterritorial al recibir votos de mexicanos en el extranjero, debe contar con partidas económicas razonables que garanticen su adecuado funcionamiento.

En este último sentido, es aconsejable que su presupuesto se revise y se reorganice para despejar cualquier duda sobre los costos que las elecciones y su promoción nos cuestan a los mexicanos, corrigiendo y ajustando las cifras para que sea una entidad estatal lo menos onerosa posible, pero es un hecho contundente que debe prevalecer porque su existencia es finalmente el resultado de décadas de exigencia de que hubiera un ente autónomo e independiente al gobierno para evitar precisamente que éste siguiera como juez y parte en la organización y calificación de los comicios.

Las expresiones y descalificaciones de diversos actores políticos que piden incorporar sus funciones a otra entidad del Estado o hasta “exterminar” al INE no tienen cabida, mientras que hay que analizar y sopesar la iniciativa de la oposición para protegerlo, buscando que sea una defensa no solo que ayude al país para mantener la institución pero que a la vez busque su mejora sustancial, haciéndola menos costosa, eficientando sus criterios de selección y adecuando sus funciones a lo que requiere la nación. No se trata de darle al INE una carta blanca, pero sí de fortalecerlo.   (Editorial, El Universal, Opinión, p. A10)

Andrés Manuel, entre Lula y Chávez

Allá por el lejano siglo XVII, el Capitalismo emergió como la narrativa que transformaría al mundo feudal, y evolucionaría cristalizando en cuatro promesas. Igualdad, Fraternidad y Libertad —las primeras tres cristalizadas durante la Revolución Francesa—, y Democracia —la cuarta cristalizada durante la Revolución Norteamericana.

La Izquierda apareció un siglo más tarde, como una narrativa correctora del Capitalismo. Las promesas que el Capitalismo no cumplía, que dejaba flotando en la esfera puramente verbal, la Izquierda pretendió cumplirlas. Pretendió, ella sí, crear un mundo de Igualdad, Fraternidad y Libertad. En cuanto a la promesa de Democracia, la narrativa de Izquierda se bifurcó.

A principios del siglo XX, la Revolución Rusa construyó sobre las ruinas de una monarquía absoluta, una dictadura. Pero a lo largo del siglo XX, otra Izquierda emergió: la Izquierda que regresaba a la vocación original de ser un “correctivo” del Capitalismo. La Izquierda que aprovecharía lo construido por el Capitalismo y lo reformaría, sin destruirlo, para incluir en sus beneficios a los más pobres. Esta es la opción que hoy llamamos Social Democracia o Izquierda democrática.

Hénos acá en la tercera década del siglo XXI, aún narrándonos las tres posibilidades. El Capitalismo salvaje. Una Izquierda dictatorial. Y una Izquierda correctiva. Aterrizado al mundo americano y actual: Trump, Chávez o Lula.

En la entrevista que recién le realicé a Lula da Silva, hoy candidato a ocupar la presidencia de Brasil durante un tercer periodo, le pregunté en qué cifraba su ideología de Izquierda. Me respondió con sencillez:

—En incluir a los pobres en el presupuesto.

Agregó:

—Y es que a la hora que se hace el presupuesto de un país, todos quieren su parte: los militares, las universidades, los empresarios, todos. Yo incluí a los pobres en el reparto y eso fue la gran diferencia, lo que ahora se llama “el gran milagro” de mi gobierno.

Cuando le pedí que detallara ese gasto en los pobres, Lula enlistó: el programa Cero Hambre, que aseguró que “cada pobre pudiera desayunar, comer y cenar, cada día”; el programa Mi Casa, Mi Vida, que les ofreció casas baratísimas; y el aumento de 70% del salario mínimo.

Y cuando le pedí que se posicionara en relación a la Izquierda dictatorial, luego de resistir mi insistencia unos minutos, lo hizo. Llamó a las Izquierdas dictatoriales de Latinoamérica a “no abandonar la Democracia”. No abandonar la Democracia, había sido la clave que permitió a Brasil sacar de la pobreza a 28 millones de personas al mismo tiempo que los “empresarios ganaron más dinero que nunca” y Brasil pasó de ser la economía número 13 del mundo a ser la número 6.

Es decir, la doctrina de Lula es que un país puede —y debe— crecer económicamente al tiempo que reparte la riqueza y aumenta su democracia.

Las declaraciones de Lula fueron reproducidas en Nicaragua, Venezuela, Argentina y Brasil, donde la distinción de las dos narrativas de Izquierda tiene implicaciones políticas reales. En México por supuesto la tiene también, pero la polarización de nuestra conversación pública impide esta discusión. Desde hace 18 años la Derecha machaca la versión de que AMLO pretende la dictadura y durante el mismo tiempo la Izquierda insiste en que no.

Los hechos aclaran las dudas. La fórmula que ahora mismo López Obrador aplica en nuestro país es muy semejante a la que aplicó Lula en Brasil. Un programa de repartición de dinero —hasta ahora solo a 12 millones de familias pobres— y tres aumentos consecutivos del salario mínimo, eso mientras no ha ocurrido una sola expropiación ni una reforma fiscal.

Una política cuyos resultados, por desgracia, están siendo nublados por dos circunstancias. La pandemia, que ha sumergido en la pobreza a 10 millones de otrora clasemedieros. Y la antes dicha: la polarización extrema de la conversación pública, donde privan las acusaciones infundadas, histéricas —y francamente estériles.   (Sabina Berman, El Universal, p. A2)

Desigualdades

La desigualdad es uno de los más poderosos reclamos y demandas que ha enarbolado el presidente López Obrador y que anima a mucha de su base. Buenas razones hay para ello, lo que no equivale a que el presidente esté avanzando hacia su disminución: más bien, todo lo que hace parece orientado a acentuarla. La desigualdad es sin duda una de las características de nuestra sociedad pero, en lugar de desarrollar programas para resolverla, el gobierno se ha abocado, como en todo lo que hace, a identificar culpables en lugar de soluciones. Mejor transferir la responsabilidad que asumir el reto de crear condiciones para que el fenómeno disminuya y eventualmente desaparezca.

El tema no es nuevo. En años recientes, el reclamo por atender las desigualdades se eleva, en gran medida, paradójicamente, porque el avance en esta materia ha sido mucho, pero más lento de lo que la gente quisiera. La paradoja es clave porque el presidente utiliza las diferencias sociales como instrumento de polarización sin reconocer la naturaleza del fenómeno: la gran mayoría de la población ha avanzado en las últimas décadas, pero unos han avanzado mucho más rápido que otros.

Es decir, las reformas que tanto reprueba el presidente permitieron que casi toda la población mejorara con celeridad, pero el hecho de que algunos se enriquecieran en el camino creó expectativas de un avance más rápido para todos, lo que ciertamente no se ha dado. La pregunta es por qué.

No menos importante es el enfoque por el que ha optado el gobierno: en lugar de buscar cómo resolverlo, se ha dedicado a identificar supuestas causas y culpables. Michael Novak decía que entender las causas del atraso y la pobreza es interesante, pero lo que es más relevante (y, agrego yo, poderoso) es identificar las causas de la riqueza. Es evidente que es políticamente más rentable encontrar culpables que procurar soluciones, pero lo que el presidente está haciendo es acelerar la desigualdad empobreciendo no sólo a los ya de por sí pobres, sino sobre todo a quienes ya habían logrado avances sensibles en su nivel de vida y capacidad de consumo, la parte más vulnerable de la sociedad mexicana y, no una ironía pequeña, una importante fuente de apoyo electoral al presidente.

Tres fenómenos han ocurrido en las últimas décadas: primero, una gran proporción de la sociedad mexicana elevó sensiblemente su nivel de vida y capacidad de consumo, la incipiente clase media; segundo, la explosión de Internet, las redes sociales y, en general, la ubicuidad de la información, provocaron una revolución en las expectativas de la gente: todo mundo ve a quienes se han enriquecido y quiere ser y tener lo que aquellos tienen y lo quiere ahora.

Esta fuente de aspiración también es una enorme fuente de frustración y, por lo tanto, fácil presa para los traficantes de resentimientos; y, tercero, otra parte de la sociedad, particularmente en el sur del país, se ha quedado rezagada no por falta de aspiraciones o capacidades, sino por los cacicazgos políticos y sindicales que impiden la prosperidad en lugares como Oaxaca y Chiapas.

La gran innovación de Morena y sus liderazgos radica en querer resolver estos problemas empobreciendo a toda la población: mejor elevar impuestos, expropiar, impedir la instalación de nuevas empresas (y sus consecuentes empleos), que resolver las causas estructurales de la desigualdad, lo que entrañaría generar nuevas fuentes de crecimiento, una economía más productiva y con mayor competencia y menos obstrucción de políticos y líderes marrulleros que viven de la expoliación permanente.

Este debate ocurre en todo el mundo, en cada caso con sus sesgos particulares. Por ejemplo, en Estados Unidos se discute la idea de resarcir el mal que causó la esclavitud mediante el pago de reparaciones a los descendientes de esclavos. Los problemas éticos, morales y prácticos que se derivan de estos planteamientos son enormes y la razón por la cual este asunto lleva décadas en la palestra sin avanzar mayor cosa. La complejidad de lidiar con una fuente de rencores, sufrimientos y pasiones tan grande es enorme, pero traigo a colación el ejemplo porque hay quienes están proponiendo soluciones creativas que bien podrían ser adoptadas en México.

En lugar de exigir que ciudadanos de hoy que nada tienen que ver con la esclavitud de hace dos siglos paguen reparaciones a personas que nunca fueron esclavos, la propuesta es llevar a cabo inversiones dirigidas a quienes sufren la desigualdad de manera más acusada, cualquiera que sea su origen. Específicamente, se propone un amplio programa para la construcción de escuelas con los mejores maestros y complejos habitacionales para las comunidades más pobres con el propósito expreso de romper con el círculo vicioso de la pobreza-desigualdad-falta de oportunidades.

En México las mafias sindicales y caciquiles como la CNTE se dedican a preservar la ignorancia y, por lo tanto, la desigualdad y la falta de oportunidades. Quizá no haya peor mal que el de la desigualdad causada por esas mafias que también son operadores de Morena y cuyo objetivo es el que la gente siga siendo pobre, sumisa e ignorante. La desigualdad es producto del sistema que Morena quiere no sólo preservar sino afianzar.   (Luis Rubio, Reforma, Opinión p. 9)

Balance

Una decisión acertada de AMLO fue no caer en la tentación de repartir carretadas de dinero para mitigar los costos de la recesión del 2020. Gastar más es fácil y popular. Lo pedían muchos de los economistas más ortodoxos. El instinto ahorrador de AMLO fue el adecuado.

Un gasto adicional extraordinario bien focalizado hubiera podido ayudar a los más pobres, pero las capacidades del gobierno no daban para hacerlo. En contra de lo prometido, según datos del Coneval y del INEGI, los programas sociales de esta administración no llegan como se requiere a los más pobres. Una parte creciente de éstos fue a dar a los deciles de mayor ingreso. Además, como vimos en Colombia, revertir programas de ayuda de emergencia planteados como temporales se vuelve políticamente muy complicado.

El otro gran acierto fue lograr una mayor recaudación fiscal. La economía se contrajo 8.53 por ciento, pero la recaudación del ISR se incrementó en 0.9 por ciento y la del IVA, 2.3. Esto fue posible por la voluntad presidencial de recaudar, al no otorgar un perdón fiscal a quienes tienen capacidad de acercarse a él, como Miguel Alemán y su hijo, que en el pasado hubieran encontrado un apoyo presidencial para no pagar, y porque en las áreas que soportan la recaudación colocó a funcionarios enérgicos que se pudieron apoyar en una burocracia relativamente eficiente y estable.

Como dijo el recién nombrado secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, en su comparecencia ante la Cámara de Diputados: “Nuestro país cuenta con una posición fiscal mejor a la de otros países emergentes”. Sin embargo, este espacio fiscal se está desperdiciando en una serie de obras públicas mal planeadas que van a costar mucho más de lo pensado y que no serán autosustentables.

La estrategia energética, lejos de dar más recursos al Estado, se los está chupando. La CFE sigue incrementando sus pérdidas y en lo que va de este gobierno, Pemex ha recibido beneficios fiscales por 140 mil millones de pesos. El gobierno ha prometido pagar los vencimientos de deuda de Pemex de este año, que ascienden a unos 16 mil millones de dólares.

A esto hay que sumarle el incremento en las pensiones a todos los adultos mayores y la disminución en la edad para quienes las reciben. Esto llevará a un gasto fiscal adicional de 235 mil millones de pesos aproximadamente para 2024, respecto a lo presupuestado en el 2021.

Un balance fiscal es un balance político. ¿Cuánto poder tiene el gobierno para no ceder ante las presiones de gasto? ¿Cuánto para recaudar? Como Morena es un conjunto de políticos cuyo aglutinante es AMLO, no representan intereses gremiales o económicos como lo fue el PRI. Por ello, esta administración logró recortes en gastos que eran absurdos, como el subsidio a los agricultores más ricos, siempre defendido a capa y espada en el pasado por los diputados del PRI del sector campesino, léase la CNC, y otros inadmisibles, como cerrar las estancias infantiles, sin importar el costo para las madres trabajadoras.

Ese poder descansa en un proyecto ideológico mal ejecutado y anclado en el pasado. El balance fiscal se puede ir perdiendo en la medida en que los gastos absurdos se vayan comiendo los recursos disponibles. Esto puede generar la tentación de presionar más y más a los causantes, violando sus derechos como contribuyentes, con lo cual se erosionará la certidumbre y por tanto disuadirá a muchos de invertir en México. El gobierno parece no haber entendido que si la inversión cae, más temprano que tarde caerá la recaudación. El gobierno es socio de todos los que pagamos impuestos.

Mantener o no el balance fiscal dependerá en buena medida de si el nuevo secretario de Hacienda logra dotar de racionalidad económica los deseos del Presidente. Esto a la par de gastar en lo indispensable, desde comprar medicinas para el cáncer hasta vacunas contra el Covid para el 2022. Ojalá lo logre.   (Carlos Elizondo Mayer-Serra, Reforma, Opinión p. 9)

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