Ante la inseguridad debido al coronavirus, pero también por la barbarie de la delincuencia organizada, los cajemenses saben que deben ser muy cuidadosos en sus decisiones. A valorar las cosas positivas del pasado, pensar en el presente, sopesar el futuro, y no permitir una Patria fragmentada entre conservadores y liberales… entre sumisos y rebeldes.
por Bernardo Elenes Habas
¿Incertidumbre ante el 6 de junio?
Los aspirantes a cargos de elección popular no logran descifrar el silencio de los indecisos, pese a que viven el tramo final de sus campañas.- ¿Intuyen, acaso, que el día de los comicios estará lleno de sorpresas, donde la decisión de las familias se volverá grito de libertad plasmado en las boletas?
por Bernardo Elenes Habas
Se diluye el tiempo de campañas y crece la incertidumbre de todos los candidatos a cargos de elección popular.
Sienten que no crecieron sus proyectos ante la impasible actitud ciudadana. Gente que se asoma temerosa desde los enrejados de sus hogares donde vive prisionera por la inseguridad prevaleciente, a observar la algarabía que sólo existe en los equipos, porras, anotadores de posibles votantes, que desfilan tremolando banderas por las calles de barrios y colonias.
-¿Cómo compartir esa alegría de quienes quieren gobernar Cajeme, si en la mayoría de las casas se sufre el dolor y el luto de haber perdido un familiar, un amigo, un conocido por la pandemia, y donde también salpica el miedo y la sangre de acribillados en calles, baldíos, banquetas, caminos. Cómo?- Me dice la voz trémula de amas de casa y jefes de familia, en mis andanzas de reportero.
Hay decepción, desesperanza entre la gente.
No los motivan los mensajes y propuestas jubilosas de los aspirantes a la alcaldía, a diputaciones, quienes dan la impresión de tener las fórmulas mágicas para resolver, ahora sí, todos los problemas.
Saben, las mujeres, los hombres, los jóvenes, que las causas desbordadas de quienes luchan ferozmente por un cargo de elección en su mayoría, no son sinceras, porque llevan el estigma de la ambición. Por eso no las comparten, no pueden sentirlas propias.
Y es que, como consecuencia del gran número de aspirantes, ponen en claro una realidad que se traduce en desesperación grande por tener el poder público en sus manos, y que, a estas alturas, cualquiera quiere estar en las nóminas oficiales, o incrustados en las carreras políticas, sin mayores idealismos, sin compromisos de fondo con la raigambre popular, solo los discursos sin alma que se lleva el viento y convierte en murmullos…
Los tiempos actuales son distintos en todo a los de antes de 2018 y de 2020, cuando la gante harta de injusticias le apostó al respeto a la Constitución; al fortalecimiento -no a la destrucción- de las instituciones; a la democracia sin simulaciones. Pero sufrió la desilusión desgarradora cuando la pandemia comenzó a soplar su marea negra sobre México, y se hizo presente la burla, el abandono oficial y un sistemático proceso encaminado a borrar la memoria activa, histórica de México.
Anida, ahora, en la conciencia de las familias, la orfandad gubernamental padecida luego de la llegada del virus, su preocupante crecimiento y la forma en que, desde Palacio Nacional con sorna presidencial, se desdeñaba su letalidad…
Nadie olvida los días de azoro, de psicosis que se presentaron en esa etapa terrible. La desesperación mordiendo el alma de cada familia al considerarse sentenciadas a muerte, sufriendo la impotencia de no poder hacer nada, sin que nadie garantizara su atención, pese al heroico sacrificio de médicos y enfermeras. Agonizando sin lograr alcanzar una bocanada de oxígeno… Así, murieron muchos, miles, en la soledad desesperante…
Y, aunque el peligro del coronavirus no ha pasado, no obstante los procesos de vacunación y la alta cuota de muertes, las familias sí tienen un nuevo concepto de su realidad política, social, humana. Valoran con respeto sus decisiones, y sopesan y analizan los golpes sistemáticos a los cimientos de la Patria, demoliendo sus leyes, sus instituciones, su estabilidad financiera, su estructura de salud, haciéndola transitar por veredas sinuosas, llenas de peligro, donde asoma, el odio, la división, la muerte…
Comprenden que caminaron –y caminan-, por el filo de la inseguridad debido al coronavirus, pero también por la barbarie de la delincuencia organizada, situación que los obliga a ser muy cuidadosos en sus decisiones. A no dejarse deslumbrar por discursos y actitudes superficiales. A valorar las cosas positivas del pasado, pensar en el presente, sopesar el futuro, y no despilfarrar el único activo que poseen para lograr corregir lo que consideran renglones torcidos del ejercicio político en la conducción de los pueblos. Para no permitir una Patria fragmentada entre conservadores y liberales… entre sumisos y rebeldes.
Tiene, la ciudadanía, testimonios fehacientes en sus manos sobre la forma en que fuerzas gubernamentales alientan las sombras del odio y la división para nublar los pueblos.
Ha sido testigo de cómo secuestran la libertad de pensamiento, obligándola a no sopesar alternativas desde el tamiz de la inteligencia, clausurándole su libre albedrío para someterla a la premisa ciega de “estás conmigo o estás contra mí”.
Por ello, en Sonora y particularmente en Cajeme, muchos de los postulantes a cargos de elección, sienten esa frialdad inexpresiva demostrada por la gente, en el tramo final de sus campañas.
No logra descifrar la clase política, el mutismo de la gente, pese a encuestas que no revelan más que la ambición desesperada y el despilfarro económico de quienes las ordenan, encajonando el silencio ciudadano en el apartado de “indecisos”.
¿Intuyen, acaso, que el 6 de junio estará lleno de sorpresas, donde el disimulo de las familias se volverá grito de libertad plasmado en las boletas, porque los supuestos indecisos son los que tienen más claro que nunca su voluntad?
Le saludo, lector.
Más historias
OPINIÓN Local
OPINIÓN Nacional
OPINIÓN Local